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América - Teoría del poblamiento americano

América - Geografía Física - Teoría del poblamiento americáno

A través de los años se han sucedido distintas teorías sobre el poblamiento de nuestro continente.
El humanista español Benito Arias Montano, en 1570, creía que América había sido poblada por dos tataranietos del legendario personaje bíblico Noe. El fraile Gregorio García, por su parte, trataba de demostrar en 1607 que los indígenas americanos tenían su origen en antiguas inmigraciones judías.
Otros autores creían que los fenicios hicieron viajes remotos, cruzaron el Océano Atlántico y poblaron América. Se especuló inclusive que fueron pobladores de la mítica Atlantida los que dieron origen a los antiguos habitantes americanos. Y, en el Virreinato del Perú, un teólogo erudito llamado Antonio de León Pinelo propuso formalmente que el Edén bíblico o “paraíso terrenal” se ubicó en plena selva peruana y que desde allí los descendientes de Adán y Eva poblaron el resto del mundo.
El primer estudioso en plantear una hipótesis más razonable fue el cronista español José de Acosta. En 1590 conjeturó que América fue poblada por inmigrantes que llegaron desde Asia aprovechando alguna región donde ambos continentes se acercaban por el norte (aún no se había descubierto el estrecho de Beringg ).
Recién con la difusión de la obras del naturalista Charles Darwin, en la segunda mitad del siglo XIX, se dio un nuevo impulso a las investigaciones, esta vez teniendo como base los postulados evolucionistas y los estudios geológicos, paleontológicos y arqueológicos.
Los humanos modernos se originaron en África hace entre 300.000 y 100.000 años.
Actualmente se cree que hace 60.000 años comenzó la migración del Homo sapienss de Asia a América. Al adentrarse al continente americano, con su diversidad geográfica y ecológica, tan diferente entre el extremo norte, los trópicos, el ecuador y el extremo sur, el ser humano tuvo que modificar y ajustar su forma de vida y los utensilios que fabricaba.
El avance fue lento. En el actual territorio de México hubo seres humanos hace unos 35.000 años y en el extremo sur, en la Patagonia, hace 12.700.
El único autor que consideró que el hombre se había originado en América fue el argentino Florentino Ameghino, pero lo hizo en base a unos restos que no eran humanos, de acuerdo con lo que pudo comprobarse.

LOS PRIMEROS DESCUBRIDORES DE AMÉRICA.
En realidad los primeros en descubrir América no fueron los españoles sino lo grupos que arribaron a esta zona, con un instrumental simple de instrumentos en piedra, y hallaron un continente sin humanos. A partir de esta entrada se fueron difundiendo por una vasta región conquistando poco a poco la inmensa geografía americana.
Acerca del dónde, cuándo y cómo, aún no hay respuestas concretas sino más bien una serie de hipótesis alternativas, que se fueron sucediendo unas a otras a lo largo del tiempo, según los datos disponibles. En esta página se hará un resumen siguiendo un orden cronológico, desde las primeras posturas hasta las actuales.

El aporte de la Geología
Nos interesa especialmente para estudiar las posibilidades migratorias a través del Estrecho de Bering. Cualquier persona que observe un mapa del continente norte podrá advertir la extraordinaria proximidad en que allí se encuentran Asia y América. Apenas un corto estrecho, todavía disminuido por la presencia de algunas islas, separa los dos continentes, y esto hace surgir inmediatamente, al examen más superficial, la hipótesis de que ésta debió ser la vía más natural para la migración de los pueblos.
Sin embargo, como los mapas actuales nos dan solamente la fisonomía de la Tierra en nuestros tiempos, debemos recurrir a su historia, es decir, a la Geología, para conocer el estado de estas regiones en el pasado.
La Geología nos dice que durante el periodo cuaternario (época en la cual se fija la aparición del hombre en la tierra), América sufrió cuatro glaciaciones, a lo largo de las cuales el continente norte estuvo en gran parte cubierto por una espesa capa de hielo (estas cuatro glaciaciones –según clasificación norteamericana- son: 1) Nebraska; 2) Kansas; 3) Illinois; 4) Wisconsin).
Durante las fases culminantes de cada glaciación, el descenso de las aguas del mar que estas provocaban, hacia que el Estrecho de Behring fuera sustituido por un puente terrestre que unía los extremos de Siberia con Alaska. A través de ese puente pudieron pasar normalmente grupos de pobladores asiáticos e instalarse en Alaska, aunque sin poder pasar hacia Canadá por la barrera de hielo que lo impedía.
El pasaje hacia el sur sólo pudo ser posible en los periodos interglaciares (el último de los cuales se sitúa hace unos 15.000 o 20.000 años) durante los cuales se formaba un ancho corredor despejado de hielos en el valle del río Yukón y las vertientes orientales de las montañas Rocallosas. Por último, hace aproximadamente 8.000 años, los hielos retrocedieron en forma definitiva.
De los estudios geológicos se deduce pues, que si el hombre americano vino a América desde otro continente, las condiciones más propicias se le brindaron para hacerlo desde Asia, a través del Estrecho de Behring, durante las interglaciaciones o después del retroceso definitivo de los hielos. En la fijación de las fechas no existe acuerdo entre los investigadores.

El aporte de la Arqueología
Los hallazgos que han merecido más atención de parte de los investigadores corresponden a la Patagonia, Tierra del Fuego, Brasil, Perú, México, y fundamentalmente a los Estados Unidos, que es donde más se ha concentrado la actividad de los investigadores de esa nacionalidad.
Nos interesan especialmente para conocer las huellas dejadas por los pueblos más primitivos y juzgar entonces acerca de su antigüedad, sus adelantos, sus influencias y la dirección de sus migraciones.
Han sido consideradas como los más antiguos y estudiados de una manera especial los hallazgos de Folsom, Sandia Cave, Cochise, Tepexpan, Lagoa Santa, Punin, Confins y Fell.
Los yacimientos de Folsom (EE.UU.), que pertenecen a terrenos cuya antigüedad se calcula entre los 15.000 y 20.000 años, no presentan restos humanos. Los únicos elementos probatorios de una actividad humana que se han encontrado, son puntas de piedra talladas en forma acanalada, raspadores, leznas de hueso y adornos. Se estima que el pueblo al que pertenecieron estos útiles, vivía de la caza (del bisonte principalmente) y de la recolección de frutos o hierbas y por lo tanto carecía de hábitos sedentarios.
Los yacimientos de Sandia Cave (EE.UU.), que pertenecen a terrenos cuya antigüedad se calcula como mayor aún que los de Folsom, no presentan restos humanos. Se han encontrado principalmente puntas de piedra “de forma lanceolada, con una entalladura lateral próxima a su base”, que son más rústicas que las de Folsom.
Los yacimientos de Tepexpan (México), que pertenecen a terrenos más recientes (entre 8.000 y 5.000 años) presentan –además de utensilios de piedra y hueso- el esqueleto de un hombre con respecto a cuya antigüedad no existe acuerdo. Los yacimientos de Lagoa Santa (Brasil), cuya época es imposible determinar, presentan gran número de esqueletos humanos cuyas características son semejantes a las del grupo indígena contemporáneo de los botocudos.
No hay ningún hallazgo que compruebe la existencia en América de las formas más primitivas del hombre como son los tipos de Java, Piltdown, Heidelberg o Neanderthal. Esto parece dar la razón a quienes sostienen que el hombre americano procede en sus orígenes de otro continente.
También es posible advertir, a través del testimonio arqueológico, y a pesar de que las fechas son muy imprecisas y controvertidas, que los yacimientos más antiguos se encuentran en el norte, siendo más recientes en el sur, lo que hablaría a favor de la tesis que sostiene que los pobladores primitivos entraran por el norte y lentamente se fueran produciendo desplazamientos hacia el sur.
Por otra parte, al no hallarse elementos de cultivo en los yacimientos más antiguos, puede aventurarse la opinión de que los primeros grupos humanos que poblaron América, desconocían la agricultura.

El aporte de la Antropología
Tiene gran importancia para conocer las semejanzas con los grupos raciales de otros continentes y además para formar una opinión acerca de la homogeneidad o heterogeneidad de la población americana.

El aporte de la lingüística
Resulta útil también para estudiar el origen múltiple o único de los pueblos americanos, así como las vinculaciones con otros pueblos.
Lo primero que se comprueba es la extraordinaria diversidad de lenguas existente entre los indígenas americanos. Hay quienes cuentan cerca de 125 familias lingüísticas independientes. Todavía se discute en la actualidad si todas esas lenguas provienen de un tronco común, o si ya existía diferenciación en los grupos que vinieron a América desde otro continente. Se reconoce, sin embargo, que tan extraordinaria diversidad representa un argumento poderoso en favor de la última teoría, puesto que es difícil admitir que esta diversidad –que siempre es producto de un largo proceso- se haya producido en América.
Las concordancias lingüísticas señaladas por Rivet, entre algunos pueblos americanos, australianos y melano-polinésicos, se utilizan como argumentos a favor de la teoría del origen múltiple y de la vinculación de los americanos, no solamente con los asiáticos, sino también con los antiguos pobladores de Oceanía.

Se opone a la hipótesis anterior en cuanto a la antigüedad ya que considera que se habría producido antes de lo propuesto por Paul Martin.
Su propuesta es la siguiente:

Los primeros grupos que ingresaron a América procedían del Este asiático. Eran cazadores-recolectores adaptados a condiciones ambientales frías y rigurosas.
Su tecnología lítica no era sofisticada sino que consistía en cuchillos, raspadores y puntas de piedra.
Habrían arribado siguiendo la ruta de Beringia hace unos 30.000 a 40.000 años atrás.
Posteriormente, hace 15.000 años atrás habrían pasado grupos con tecnología más elaborada de talla bifacial. Esta tecnología permitió la elaboración de los conjuntos de puntas de proyectil americanos.

Los distintos descubrimientos en los que se apoyan las teorías

Autodidacta argentino, realizó importantes aportes en varios campos, como en la paleontología, la geología, etc. Recavó evidencia múltiple en sus viajes y llegó a postular una hipótesis sobre el origen del hombre americano. Para él se el hombre se habría originado en las pampas argentinas, y desde este lugar habría migrado al resto del mundo. Este postulado sobre la hominización logró un gran revuelo internacional en el siglo XIX, cuando la presentó en 1879 en el primer Congreso Internacional de Americanistas, realizado en París.
Su propuesta se sintetiza en los puntos siguientes:

  • La cuna de la humanidad fue la pampa argentina, en la era terciaria o cenozoica.
  • La genealogía se originaba con un grupo de simios del Eoceno inferior (Homúnculus), siendo una genealogía lineal hasta llegar al Homo pampeus. Algunos estadios intermedios eran: Tetraprotohomo, Triprotohomo, Diprotohomo hasta llegar al Homo pampeus.
  • Estos géneros se difunden en primera instancia hacia Norteamérica y luego al Viejo Mundo en varias oleadas migratorias.
  • Los hombre americanos primitivos convivieron y cazaron unos grandes mamíferos Terciarios y del Pleistoceno de las pampas argentinas. Usaron sus pieles, comieron sus carnes, etc.

A. Hrdlicka y R. Holmes revisaron cada uno de los puntos anteriores, rechazándolos en base a nueva evidencia. No obstante el último punto, la convivencia con la megafauna hoy en día no es puesta en duda, y hay sitios arqueológicos con restos de megafauna que habrías sido utilizado por el hombre.

En 1912 postuló que grupos de grande cazadores de manadas de la región central de Mongolia, habrían ingresado a América por el Estrecho de Bering hace 10.000 años atrás, durante el retroceso glaciario. Luego se habría producido un ingreso de la cultura esquimal ártica hace unos 1.000 años. Desde Asia, a través del estrecho de Behring, pasaron a América los primeros inmigrantes hace aproximadamente cuarenta mil años. Esta hipótesis, ampliamente difundida y aceptada, afirma que esta ruta septentrional fue utilizada tanto por hombres como por animales, que se trasladaron desde las estepas siberianas hacia Alaska, en sucesivas oleadas.
El actual estrecho de Behring lo forman las aguas que cubren la plataforma continental que une a la península siberiana de Chukotsky con la península de Seward en Alaska. Esta plataforma, hoy sumergida, de una profundidad media de sólo 37 metros, constituyó una gran masa de tierra continua entre ambos continentes. Un testimonio se observa hoy en las Islas Diomedes, ubicadas en la mitad del estrecho, formando un verdadero puente.
El estrecho de Behring, además, permanecía y permanece buena parte del año congelado y sólido, pudiendo por tanto cruzarse caminando de un continente a otro. Inclusive hasta la época actual pueden advertirse las semejanzas entre los Samoyedos de Siberia y los actuales habitantes de Alaska, el Norte de Canadá y Groenlandia. Recordemos la identidad lingüística aún evidente entre los pueblos esquimales esparcidos alrededor del Ártico en la América del Norte, todos descendientes de las últimas migraciones asiáticas.
Hace 40 mil años los primitivos emigrantes se desplazaron desde Alaska hacia el Sur, bordeando los Montes Rocallosos, en busca de climas más propicios. Poblaron las llanuras centrales y las costas de California y Oregón en Norteamérica y Sudamérica posteriormente. Hay indicios de la presencia de indígenas en Santa Rosa, California, hace aproximadamente 30 mil años, y no existen dudas sobre la antigüedad de grupos humanos que se establecieron en México y Perú entre 20 y 25 mil años atrás. Debido a la circunstancia de que los inmigrantes que atravesaron el estrecho de Behring lo hicieron cuando aún no se habían desarrollado las grandes civilizaciones asiáticas, solamente trajeron con ellos los avances culturales y las técnicas del Neolítico. En consecuencia no conocieron el arado, la rueda, el cultivo del trigo ni la construcción del arco arquitectónico.
Sin embargo, en las decenas de miles de años que transcurrieron entre la ocupación por los asiáticos del continente americano y la llegada de los europeos, se diferenciaron los lenguajes indígenas y asimismo evolucionaron en forma distinta con avanzadas técnicas y otras manifestaciones culturales. Debido al hecho de que los estímulos del medio ambiente geográfico fueron distintos, dadas las diferentes altitudes y latitudes, los grupos humanos amerindios alcanzaron distintos grados o niveles de desarrollo.
Las diferentes condiciones actuaron sobre cada uno de estos grupos, ya sea obstaculizando o facilitando sus respuestas ante el medio ambiente. Algunos de ellos se mantuvieron en un nivel muy primario, especialmente aquellos que se localizaron en los extremos del continente, debiendo luchar contra una naturaleza hostil. Otros, en cambio, alcanzaron importantes logros, domesticando animales, cultivando maíz, levantando construcciones de piedra, modelando cerámica y estableciendo avanzados sistemas de convivencia social. Ejemplos de atrasadas culturas primitivas, fueron encontrados por los europeos entre los aborígenes australes. Por otra parte, civilizaciones avanzadas, en comparación a las anteriores e incluso a la europea en variados aspectos, fueron las del pueblo Maya en Yucatán y América Central, la Azteca en México y el Incanato en Sudamérica. Este último imperio, el Tahuantinsuyo o de los cuatro reinos, comprendió la superficie más extensa de todas, abarcando desde el Sur de Colombia hasta Chile Central (río Maule), Cuyo y Tucumán en Argentina, incluyendo a Ecuador, Perú y Bolivia Andina.

  • Rechazó uno de los postulados de Ameghino, la convivencia con la megafauna.
  • Esta primera teoría tuvo mucho éxito hasta que en 1926 Paul Rivet publica su famosa obra.

El investigador Alex Hrdlicka elaboró una teoría con relación al origen del hombre americano y sostuvo que:

  • El hombre americano no es originario de América sino de Asia.
  • Llegó al continente a través de Estrecho de Behring, unido al continente americano en esa época.
  • Su antigüedad se estima en alrededor de 15.000 a 10.000 años a.C.

Sus investigaciones las basa en estudios de restos fósiles humanos y considera que, a medida que transcurrían los años, esos hombres se desplazaban hacia el sur. De esta manera, en la zona de la Patagonia y Tierra del Fuego se hallarían los descendientes de los más antiguos pobladores de América.

El investigador italiano, con larga residencia en la Argentina, José Imbelloni, combina la información antropológica con los aportes prehistóricos y llega a las siguientes conclusiones:

  • El hombre americano no es autóctono.
  • Ha llegado por oleadas migratorias.
  • Los desplazamientos se habrían realizado por vía terrestre -Asia- y por vía marítima -a través de las islas del pacífico.
  • El ingreso de pobladores se realizó en un largo período que habría comenzado en el pleistoceno y culminaría a fines de la Edad Media.

Se basó en la ecología y en la estadística para elaborar su teoría en la década del ’70. Postula que el arribo se habría producido hace unos 12.000 años atrás por Beringia. Se basa en:

Los géneros de mamíferos extinguidos encontrados en sitios arqueológicos norteamericanos con una antigüedad de 11.000 años aproximadamente.
La analogía ecológica entre ambientes africanos de sabana, con abundante fauna de herbívoros gregarios silvestres, con los que habría en la zona de Norteamérica para fines del Pleistoceno, con bisontes, camélidos y caballos.

Propuso que una banda de cazadores de grandes herbívoros (unos 100 individuos) de la estepa ártica de Siberia, paleocazadores de mamut, habrían ingresado a América con anterioridad a la inundación del puente de Beringia, hace unos 12.000 años atrás.
Al ingresar se encuentran con una zona habitada con megamamíferos inexpertos con el trato con el hombre cazador. Estos paleocazadores habrían tenido una tasa de natalidad cada vez más elevada, produciéndose una explosión demográfica, facilitada por la gran disponibilidad de recursos (megafauna). A medida que avanzaban hacia el sur, fueron extinguiendo a estas especies de megamamíferos herbívoros. Habrían llegado en unos 1.000 años hasta la Patagonia argentina.

PaulL Rivet: Poligenismo Asiático.
Tomó como base para su teoría, datos de múltiples evidencias como: rasgos biofísicos (estatura, color de piel, etc.), datos culturales y datos lingüísticos, tanto de los asiáticos, como de los americanos y polinesios con el objetivo de encontrar correspondencias que le permitieran reconstruir las posibles rutas migratorias que habrían seguido los primeros hombres americanos.
Propuso no una sola ruta migratoria, como habría propuesto Hrdlicka (de aquí el nombre monogenismo), sino varias, por lo tanto su teoría es denominada poligenista. Los australianos y los malayo-polinesios habrían arribado por una ruta transpacífica y los grupos mongoles y esquimales desde Asia siguiendo el camino de Beringia (estrecho de Bering).
A pesar que tiene en cuenta datos provenientes de diversas ramas disciplinarias, no consideró los aportados por la arqueología.
El investigador Paul Rivet plantea que:

  • El hombre americano no es autóctono.
  • Llegó al continente americano a través de distintas oleadas de grupos de origen asiático, malayo- polinesio, australiano.
  • No hubo un solo lugar de paso sino varios.

Rivet se especializó sobre todo en el estudio de restos culturales para elaborar su teoría. Encontró semejanzas entre la forma de elaborar tejidos, cestos y realizar trabajos de alfarería entre zonas americanas y orientales. Por eso considera que debió haber entradas por diversas regiones.
No sería pues el Estrecho de Behring el único paso -como sostenía Hrdlicka- sino que, por vía marítima, se podrían haber desplazado hacia el continente los malayo-polinesios y los australianos.

Otra de las teorías del origen del hombre americano es la planteada por el argentino Florentino Ameghino sostiene que el hombre nació en la Patagonia, al sur del continente americano y que fue desplazándose hacia el norte y el resto del mundo. Para ello estudio restos de fósiles encontrados en Argentina.
Esta teoría científicamente fue controvertida y hoy en día no se considera ya que los fósiles encontrados son posteriores al homo sapiens. Es por esto que se acepta que el hombre americano proviene del antiguo continente
En los últimos años se ha ido desarrollando en el ámbito científico, la teoría de que el hombre americano haya tenido múltiples orígenes.
La hipótesis inicial, o sea la idea de que grupos de Homines Sapientes atravesaron la pradera de Beringia (el actual estrecho de Bering), hace aproximadamente 14 milenios, no ha sido puesta a un lado, sino que debe ser complementada por otras tesis.
Hasta hace pocos años, aunque por puro nacionalismo, muchos estudiosos estadounidenses indicaban el sitio de Clovis en nuevo México como el lugar donde tuvo origen la cultura madre de toda América (hace 13.2 milenios).
Sin embargo en los últimos años, posterior a sorprendentes descubrimientos efectuados en Sur América (Pedra Furada, Brasil, Monte Verde, Chile y la Caverna de Pedra Pintada, en Brasil), sólo por citar algunos, se llegó a la conclusión de que el Homo Sapiens, llegó primero a Sur América y sólo después de varios milenios, a Norte América.
La segunda teoría, llamada la teoría africana, está soportada en los hallazgos de Pedra Furada, en el Piauí (Brasil), estudiado por la arqueóloga Niede Guidon. Fueron hallados huesos humanos que datan de hace 12000 años, que prueban la presencia del hombre en el Brasil actual, contemporáneamente a la cultura Clovis de Norte América. Además algunos restos de hogueras (datadas con el método de carbón 14 y de la luminiscencia), han probado que el sitio fue habitado hace 60 milenios.
¿Quiénes eran los antiguos habitantes del Piauí, y de dónde venían? Según Niede Guidon eran Sapiens arcaicos, no más de algunos miles, cuyo origen era África septentrional, desde donde casualmente habrían llegado sobre embarcaciones rústicas, a las costas del Nuevo Mundo. Estas consideraciones fueron soportadas por los investigadores Walter Neves y Danilo Bernardo (del departamento de genética y Biología Evolutiva, de la Universidad de Sao Paulo, Brasil), que han identificado, en los cráneos encontrados en el Piauí el tipo humano Sapiens arcaico (presente en África desde hace 130 milenios)
La tercera teoría, que indica el origen del hombre americano en la Melanesia y Polinesia, está soportada por pruebas antropológicas, etnográficas y lingüísticas.
Las primeras se basan en la notable similitud entre varios grupos de indígenas americanos actuales y el tipo humano melanesiano y polinesiano. Para dar un ejemplo se pueden citar los Tunebo de Colombia, que según eminentes estudiosos tienen extraordinarias semejanzas con nativos de la Nueva Guinea, o los Sirionó de Bolivia, que tienen características morfológicas melanesianas. Existen algunas pruebas morfológicas indirectas, como las famosas cabezas Olmecas, de México, o las estatuas de San Agustín en Colombia Meridional, que presentan marcadas características negroides, y por lo tanto melanesianas (o africanas).
Existen además algunas pruebas etnográficas. Respecto a esto el eminente estudioso Erland Nordenskiold ha individuado numerosos instrumentos, usos y costumbres propios de varias culturas autóctonas americanas, extrañamente similares a otros, típicos de etnias de Nueva Guinea, Melanesia y Polinesia, Por ejemplo: cerbatanas, mazos, arcos, flechas, lanzas, tirachinas, puentes de liana, remos, balsas, chozas, cerámicas, morteros, hamacas, mosquiteros, peines, procedimientos textiles, ponchos, estuches fálicos, ornamentos nasales, placas pectorales, sistemas arcaicos de numeración como el quipu, tambores de madera y de cuero, máscaras de madera, tatuajes, uso de piedras de jade incrustadas en los dientes, deformaciones del cráneo y de las rodillas por medio de extrañas vendas y finalmente el uso de conchas como medio de intercambio.
El etnólogo y lingüista francés Paul Rivet (1876- 1958), ha probado además, con profundos estudios filológicos, que los idiomas americanos tienen analogías extraordinarias con los de los indonesianos, melanesianos y polinesianos. Rivet ha estudiado el grupo lingüístico Hoka que comprende la ya extinta lengua Shasta de Oregón, la Chantal del istmo de Tehuantepec, la Subtiaba de Nicaragua y la Yurumangui de Colombia. Comparando la Hoka con las lenguas malesio-polinesianas, Rivet ha encontrado más de 280 semejanzas en los vocablos y en las formas gramaticales.
Resulta muy difícil, una vez admitida la veracidad de tales pruebas, identificar cómo los pueblos melanesianos y polinesianos llegaron a América, cuáles rutas siguieron, y sobre todo dónde y cuándo desembarcaron.
Varios estudiosos han propuesto que, a diferencia de la teoría africana, las migraciones de los pueblos oceánicos se hayan desarrollado en repetidas oportunidades y no ocasionalmente. Los polinesianos de hecho, fueron siempre excelentes navegadores y no parecería extraño admitir que hayan navegado de una isla a otra, probablemente saliendo de Nueva Guinea. Por el estudio de las lenguas indígenas americanas, analizando aquellas que muestran más analogías con las melanesianas, se llega a la conclusión que existieron numerosos desembarcos en muchos lugares: Oregón, México, Colombia meridional, Ecuador. Probablemente estos desembarcos cubrieron un rango temporal que va desde el 12000 hasta el 1000 a.C.
La cuarta teoría que intenta explicar el poblamiento de las Américas, está basada en el hecho de que algunos grupos de Sapiens Australoides, llegaron a América desde Australia hace 6 milenios. Las pruebas filológicas de esta antigua emigración remontan al 1907, cuando el estudioso italiano Trombetti señaló que los idiomas de la Tierra del Fuego, pertenecientes al grupo lingüístico Chon, propios de las etnias Patagónicas y Onas tenían sorprendentes afinidades con las lenguas australianas. Trombetto halló 93 afinidades de vocablos y reglas gramaticales.
Existen algunas pruebas etnográficas que relacionan a los Australoides arcaicos con los indígenas americanos, por ejemplo con la cultura Fueguina, de la Tierra del Fuego, similar a la de los aborígenes australianos. Ambos pueblos ignoraban la cerámica y la hamaca, y usaban boomerang y cobijas de cuero para cubrirse del frio.
Es difícil determinar la ruta oceánica que fue emprendida por estos antiguos habitantes Australoides para llegar al cono sur del continente americano. De hecho, a diferencia de los Melanesianos y Polinesianos, los antiguos australianos no fueron nunca expertos navegantes y esto complica las cosas.
Si analizamos las corrientes oceánicas del Pacífico, nos damos cuenta que, mientras en el hemisferio norte tienen una circulación en el sentido de las manecillas del reloj, en el hemisferio sur sucede todo lo contrario. Esto explica el que los Melanesianos y los Polinesianos, junto con los antiguos japoneses, como veremos más adelante, hayan llegado a las costas de Norte América hasta el Ecuador, mientras los Australoides, admitiendo la hipotética pericia en la navegación, desembarcaron en la zona de Sur América que va desde el cono sur hasta el Perú meridional.
El antropólogo portugués Méndes Correa imaginó una extraña teoría. Según él los australianos arcaicos habrían llegado al cono sur de América meridional siguiendo la vía Australia- Tasmania – islas Macquarie- continente Antártico-Tierra del Fuego. Según esta suposición los antiguos australianos se encontraron de frente brazos de mar no muy extensos, máximo de 200 kilómetros, considerando que durante la última era glacial (que inició hace 130 milenios y duró hasta hace 11,5 milenios) el nivel de los mares era mucho más bajo que el actual (de más o menos 120 metros).
¿Es verosímil que hayan seguido este itinerario? Según Correa el clima de las Antártida (cuyos glaciales iniciaron a derretirse hace 17 milenios) no siempre fue igual al de hoy. Según eminentes climatólogos, durante la glaciación de Wisconsin-Wurm, la mayoría de los glaciales del planeta habría quedado concentrada en la cúpula polar ártica del hemisferio boreal, pero no en el Antártico.
Siempre con base en estas suposiciones algunos australianos arcaicos habrían podido vivir adaptándose al clima rígido de manera similar a los esquimales del Ártico. Cuando luego el clima de la Antártida se hizo más frio, buscaron nuevas tierras para colonizar y a través de la península antártica llegaron navegando a la Tierra del Fuego.
La quinta teoría sobre la población de las Américas se basa en el hecho que japoneses arcaicos de la cultura Jomon, hayan llegado a América, alrededor del 3000 a.C. rodeando las costas del Pacífico septentrional, llegando hasta las costas del actual Ecuador. Esta tesis fue sostenida por los arqueólogos Evans, Megger y Estrada, hacia 1950.
La cultura Jomon, que se desarrolló a partir del décimo milenio a. C. se distinguió por ser la primera en el mundo en usar la cerámica, pero adoptó la agricultura intensiva sólo en épocas tardías.
Las sorprendentes similitudes con la cerámica de la cultura Valdivia del Ecuador, han empujado a algunos estudiosos a considerar como posible esta inmigración. Las similitudes no son sólo en las decoraciones, sino también en la forma de los vasos. Las fechas también coliman: la cultura Jomon tuvo su periodo central desde el 4835 hasta el 1860 a. C. mientras que el periodo clásico de la cultura Valdivia fue desde el 3600 hasta el 1500 a.C.
Sin embargo existen algunos puntos oscuros, ¿por qué los japoneses de la cultura Jomon, después de haber navegado aproximadamente 13.000 km, rodeando las costas de: Alaska, Oregón, California, México, América central y Colombia, se detuvieron precisamente en Ecuador? ¿Es posible, para un pueblo que no domina aún la agricultura, y que por lo tanto no puede aprovisionar sus naves con cereales, realizar viajes así de largos?
No es fácil imaginar las condiciones ambientales de estos viajes transpacíficos, ni los motivos que empujaron a los navegantes prehistóricos a comenzarlos, con destino desconocido.
Se necesitaría considerar de todas formas, que, más que migraciones, estas exploraciones fueron emprendidas por grupos limitados de personas. La población de América prehistórica era tan limitada que la llegada de una decena de hombres con pocas mujeres, en una sola embarcación, podría haber sido suficiente para dejar cambios significativos en la historia genética de regiones enteras.
Porqué si fue tan simple para los pueblos prehistóricos africanos, melanesianos, polinesianos, australianos y japoneses atravesar grandes océanos sin haber adquirido las conquistas típicas de las civilización occidental, como la agricultura y el uso del hierro, no fue igualmente fácil para los europeos navegar el Atlántico, cosa que hicieron sólo a partir del año 1000 d. C con el viaje de Leif Erikson (el hijo de Erik el rojo) y en el 1492 d.C con la expedición de Cristóbal Colón
Hay que considerar que la civilización occidental, con las culturas de los sumerios, los egipcios y luego los griegos y los romanos, estaba centrada sobre todo en el Mediterráneo, un mar enorme prácticamente cerrado y conectado con el Océano Atlántico sólo a través del estrecho de Gibraltar. Fue precisamente la configuración geográfica del mediterráneo la que contribuyó a no divulgar demasiado las técnicas de navegación oceánica, con excepción de los Fenicios que según Erodoto circunnavegaron África en el siglo VII a.c.
Sin embargo, no existen pruebas ciertas de contactos entre los Fenicios y los pueblos del Nuevo Mundo, aunque algunos investigadores afirman que la antigua ciudad de Tartesios, en la actual Andalucía (España), fue el puerto base en la antigüedad para las navegaciones transatlánticas.
Como se ve, la clave para comprender los múltiples orígenes de los nativos americanos está en el estudio de la antropología, etnografía, lingüística y ahora también de la genética, por medio de la cual en el futuro se podrá descifrar todo el genoma de muchos indígenas del Nuevo Mundo, comprendiendo aún más sus orígenes y revelando finalmente uno de los más grandes misterios de la arqueología.
Desafortunadamente la desaparición de decenas de grupos de nativos americanos, sobre todo a partir del siglo XX, ha cancelado para siempre la posibilidad de conocer más a fondo su historia ancestral y sus orígenes. Preservando los últimos indígenas, que por fortuna en Sur América todavía son numerosos, podríamos dar luz a uno de los enigmas más cautivadores de la aventura del hombre sobre el planeta Tierra.

Sostiene el antropólogo francésPaul Rivet que el origen del hombre americano es dado por migraciones desde distintos lugares del mundo y en distintas épocas. Es así como llegaron migraciones provenientes de Australia, Melanesia, Asia y los esquimales, siendo los asiáticos quienes más ascendiente tienen. Rivest se apoya en sus tesis en estudios antropológicos, lingüísticos y otros. Su teoría es la aceptada hoy en el mundo.
Otras teorías son las expuestas a continuación de este texto y otras que no tuvieron gran trascebdebcia.
Rivet y Hrdlicka coinciden en que el hombre llego al continente por el estrecho de Bering. La antigüedad del hombre en nuestras tierras se calcula en 40.000 años
Teoría del origen único
Planteada por Ales Hrdlicka que sostiene que el hombre americano se origina en Mongolia debido al parecido físico y cultural. No se realizó este poblamiento de una sola vez sino que se realizó en varias migraciones. Hoy en día se sostiene que un solo grupo étnico no llegó a América sino que fueron varios y ha perdido fuerza esta tesis.

En el nor-oeste de EE.UU. se descubrió, en 1998, el cráneo del Hombre de Kennewick. Sorprendentemente no se asemeja a un indio americano. Tiene la cara estrecha, la nariz prominente, mandíbula superior sobresaliente y su frente es larga y angosta. Los especialistas sugirieren que este hombre de 8000 años de antigüedad, se parece a un cruce entre los ainos del Japón y los polinésicos, sin embargo otros sostienen que sus rasgos son caucásicos. En una cueva de Nevada, al oeste de EE.UU, llamada Espíritu Cavernario se descubrió recientemente otro cráneo muy semejante al de Kennewick.
Basándose en estos restos óseos algunos científicos como Richard Jantz, de las Universidad de Tennessee, sugieren que grupos no mongoloides (Ainos del Japón) llegaron por vía transpacífica a las costas occidentales de Norteamérica y se habrían extinguido; sin embargo, otros, como el antropólogo Francisco Mena, de la Universidad de Chile, consideran que esta hipótesis se debilita con tres argumentos: “En primer lugar, la muestra de esqueletos es mínima y en muy pocos ejemplares se ha analizado el ADN, como para determinar su dotación genética. En segundo lugar, hay que considerar que en toda población existe una amplia diversidad.
En tercer lugar, la morfología mongoloide, que caracteriza a las razas americanas no existía hace más de 10 mil años, ni siquiera en Asia, por lo que perfectamente estos primeros habitantes pudieron provenir de Siberia y tener otra apariencia que fue cambiando con el tiempo”. Además, precisa que “ las diferencias entre los indios actuales y los cráneos antiguos no implicarían necesariamente una extinción y ni siquiera un reemplazo poblacional, sino tal vez solamente la desaparición de rasgos arcaicos por hibridaje con una mayoría diferente recién llegada”.

Fue descubierto y estudiado por James Adovasio, en Pennsylvania, cerca de la costa atlántica de EE.UU. En la caverna de Meadowcroft se descubrieron abundantes utensilios líticos como cuchillos y puntas bifaciales, lascas y raspadores. En el sitio se encontró, además, abundante material orgánico producto de la flora y fauna que sirvió de alimento a los hombres de Meadowcroft. Los arqueólogos extrajeron setenta muestras de estos restos y contrataron distintos laboratorios. Los resultados fueron sorprendentes: Hasta 16000 años a.C. sobrepasando en cinco mil años a las famosas puntas Clovis SE ANALIZAN ACA LAS FLECHAS esos es clovis. Instrumentos semejantes, con una antigüedad de 13 000 años a.C., fueron ubicados en Cactus Hill y Topper; también al este de los EE.UU.
Las puntas de lanza de las costas atlánticas norteamericanas no tienen la forma de las clásicas armas acanaladas de los Clovis. Más se asemejan a las puntas solutrenses halladas en España y Francia, del periodo Paleolítico Superior., plantean una sorprendente hipótesis. Sin negar la inmigración paleomongoloide por la ruta de Bering, sostienen que hace 18000 años grupos de cazadores europeos habrían llegado en embarcaciones rudimentarias cruzando el Atlántico por el lado oriental de América del Norte.

Un equipo dirigido por Tom Dillehay, de la Universidad de Kentucky, descubrió en Monteverde (Puerto Montt, Chile) restos líticos asociados a material orgánico que arroja una antigüedad de hasta 30 000 años a.C. El hallazgo a estremecido el mundo científico internacional y ha acaparado portadas en los principales diarios y revistas científicas del mundo.
En Monteverde se hallaron evidencias de un campamento de 12 tiendas hechas de estacas de madera y pieles de animales con restos de fogón. Las cenizas sometidas al Carbono 14 arrojaron una antigüedad de 13000 años a.C. Los arqueólogos encontraron instrumentos de hueso y puntas bifaciales asociadas a huesos de megafauna pleistocénica como mastodontes y paleollamas. Las puntas Monteverde se asemejan mucho a las encontradas en Taima Taima (Venezuela) que tiene una antigüedad de 11000 años a.C.
Ya el hallazgo del campamento de 13 000 años a.C. había causado revuelo internacional. Sin embargo excavando en estratos más profundos Dillehay encontró restos que arrojaron una antigüedad de 33 000 años. De confirmarse estos resultados se daría un vuelco total en la explicación del poblamiento inicial americano. Las investigaciones continúan y la polémica es cada vez más encendida.

Pedra Furada es un abrigo rocoso ubicado al nordeste de Brasil y su excavación está a cargo de un equipo Franco-Brasileño dirigido por Niede Guidón. Inicialmente los arqueólogos estudiaban las pinturas rupestres ubicadas en la caverna, pero al encontrar evidencias de industria lítica los estudios tomaron un nuevo giro. Los arqueólogos tomaron 55 muestras orgánicas asociadas a las evidencias líticas que fueron sometidas a la prueba del Carbono 14. Los resultados arrojaron fechados que van desde los 6 000 a los 50 000 años a.C. Se ubicaron lascas y toscos instrumentos de cuarzo. También restos de fogones y cenizas.
Los resultados de Pedra Furada, sobre todo los fechados más antiguos han sido objeto de diversas críticas. El arqueólogo norteamericano Tom Dillehay sostiene que los supuestos artefactos de cuarzo y cuarcita son de las mismas rocas que se desprenden de la cueva. La intervención humana en estos restos no ha sido demostrada. Pedra Furada esta siendo severamente cuestionada y sus sorprendentes fechados más antiguos son desestimados por la comunidad científica internacional.

Pedra Pintada es otro importante sitio paleolítico americano. La caverna se ubica en medio de la Amazonía brasileña. Los fechados alcanzan hasta 11 000 años a.C. Las muestras consisten en puntas de cuarzo, restos óseos de fauna tropical y pinturas rupestres. Sus habitantes fueron excelentes pescadores y recolectores de frutos. Sus instrumentos líticos tienen un pulido triangular. Pedra Pintada es una evidencia de la extraordinaria adaptación de los grupos paleoindios a las condiciones de la selva tropical.

Los Toldos y Piedra Museo son importantes yacimientos arqueológicos ubicados en la Patagonia argentina, y son considerados los asentamientos paleolíticos más antiguos de ese país. En estos abrigos rocosos, los arqueólogos descubrieron puntas de lanza y diversos utensilios líticos en un contexto rico en huesos animales pleistocénicos extinguidos. Los restos tienen una antigüedad de 11 000 años a.C. y fueron elaborados por expertos cazadores que también dejaron pinturas rupestres. Estos hallazgos permiten afirmar que ya no es Clovis la evidencia confirmada más antigua de presencia humana en América. Taima Taima, Pedra Pintada, Monteverde, Los Toldos y Piedra Museo sugieren que el poblamiento de Sudamérica fue contemporáneo o tal vez más antiguo que el de Norteamérica.

Taima Taima es una cueva ubicada en el estado de Falcón, en Venezuela. Su principal estudioso es Alan Bryan de la Universidad de Alberta (Canada) y tiene una antigüedad fechado de 13 000 años a.C. Los hombres de Taima Taima subsistieron con la cacería de enormes mamíferos y la recolección de frutos silvestres, habitaban en cuevas o en campamentos no permanentes y sus instrumentos eran de hueso y piedra. En el sitio arqueológico se han hallado puntas de proyectil lanceoladas, artefactos cortantes o lascas obtenidas al golpear trozos de cuarcita, raspadores, hojas bifaciales usadas como hachas y hojas con pedúnculo. Estos restos fueron ubicados junto a osamentas de mastodontes y megaterios de finales del Pleistoceno.

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