Media Luna Fértil - Leyendas
- El diluvio universao
- La torre de Babel
A comienzos del siglo XX los arqueólogos comprobaron la existencia de estratos aluviales que interrumpían los restos materiales en diferentes lugares de la Baja Mesopotamia (Ur, Kish, Shuruppak, Laagash) y que, considerados en un primero momento como la prueba inequívoca del diluvio bíblico, luego se vio que diferían en su cronología. Se ignoran las causas de aquellas inundaciones que afectaron a una amplia zona del sur mesopotámico, pero se deduce que fueron muy significativas, pues el hecho quedó reflejado no sólo en la documentación histórica –la Lista real, por ejemplo-, sino también en algunos textos de tipo religioso, entre ellos el Diluvio sumerio, la Epopeya de Atrakhasis y el Poema de Gilgamesh. Tiempo después, en el siglo III de nuestra Era, un sacerdote babilónico de nombre Beroso se hizo eco de la gran catástrofe en su obra sobre la historia de Babilonia. Prescindiendo del contenido religioso que se le quiera dar, es inequívocamente histórico que una gran calamidad –fuesen lluvias, maremoto, desbordamientos de los ríos o incluso invasión de extranjeros- afectó a Mesopotamia, en una fecha que puede fijarse alrededor del año 2900 a.C.” (Historia de la Humanidad, Mesopotamia. Federico Lara Peinado. MM Ediciones Credimar, S.L. Barcelona, España. Páginas 24-25)
En la literatura recuperada de sumerios, babilonios y asirios, encontramos varias historias sobre la creación del hombre muy similar a algunos relatos que aparecen en la Biblia, en concreto al comienzo del libro del Génesis. Anteriormente, en 1872, se habían realizado excavaciones en las que se descubrieron los restos de la biblioteca de Nínive. Entre los valiosos hallazgos, se encontró uno de los relatos más antiguos sobre la leyenda del diluvio universal, la epopeya babilónica de Gilgamés, que data del 2600 a.C. También en Asiria se cuentan antiguas leyendas sobre el diluvio, y en la Biblia se narra la historia del Arca de Noé y el diluvio universal, que, según se cree, fue escrita por Moisés. Resulta sorprendente que esta leyenda de un diluvio universal que arrasó con todo exista en muchas culturas a lo largo del planeta.
Hay una historia en particular, tan parecida al relato bíblico del diluvio y el Arca de Noé, que todos los expertos coinciden en que existe relación entre ambos. A esta historia se le conoce con el nombre de “Poema de Atrahasis”.
Este poema relata cómo los dioses trabajaban la tierra abriendo canales y cultivando el suelo, pero el trabajo era tan duro que decidieron buscar un sustituto y crearon al hombre. Mientras él trabajaba los dioses descansaban. Pero pronto los hombres se multiplicaron y su alboroto perturbaba a los dioses. Estos decidieron reducir el ruido enviando plagas, hambres y sequías. Pero el efecto de las plagas fue contrarrestado por el dios creador Enki, el cual enseñó a su favorito Atrahasis, cómo dirigir las oraciones y el culto al dios apropiado. Enki también avisó a Atrahasis del plan para destruir la humanidad por medio de un gran diluvio, con lo cual él pudo escapar con su familia y animales en un gran barco. Cuando terminó el diluvio, Atrahasis ofreció sacrificios.
Los textos de contenido religioso hallados en sumerio son muy numerosos y en ellos se hallan registradas las creencias mesopotámicas sobre la creación, el paraíso, el diluvio, etc.
La figura inferior muestra una de tales creencias y la mejor conocida de todas: la de Enuma Elish. Este poema es una adaptación tardía, babilónica, de una tradición sumeria.
Esta historia, que se conserva inscrita en unas tablillas cuneiformes, refiere que antes de que los cielos o la tierra recibiesen ese nombre, la diosa del agua salada, Tiamat (compárese con el hebreo tehom, “profundidades”), y el dios del agua dulce, Apsu, engendraron toda una familia de dioses.
La creación del hombre siguió a una serie de conflictos entre los padres y sus hijos, en los cuales murió Apsu (le dieron muerte Ea, Anu, Enlil, Marduk o Asur); después de ello, Marduk, hijo de Ea, campeón de los dioses y “sol de los cielos”, dio muerte a Tiamat y: “…la partió en dos partes, como una concha; la mitad la puso arriba y la denominó cielo. El construyó estancias para los grandes dioses. Fijando su apariencia astral como constelaciones. Designando las zonas, determinó el año.“
La otra mitad de la diosa se convirtió en la Tierra. Finalmente después de llevar a cabo consultas con los otros dioses, Marduk hizo al hombre de arcilla con la ayuda de Ea, e “…impuso sobre él la obligación de servir a los dioses y liberó a éstos de todo trabajo”; es decir, el hombre fue hecho en beneficio de los dioses. La diferencia entre este relato y el de la Biblia es evidente, pues en ésta un solo Dios fue responsable de la creación, siendo ésta sacada de la nada y, por tanto, no procedente de dioses o diosas muertos. Ya hemos aludido a los registros sumerios sobre el diluvio; concretamente hay tres descripciones de este hecho: la más antigua es la descripción sumeria de Ziusudra; la epopeya de Atrajasis es la segunda y, por último la de Utnapishtim.
La narración sumeria de Ziusudra (figura inferior), pertenece a la primera mitad del segundo milenio a. C. y se conserva fragmentaria en una tablilla de arcilla de Nippur (Mesopotamia septentrional). Trata del diluvio como parte de una epopeya sumeria que se inicia con la creación, y describe los fundamentos celestes de los reinos terrestres.
Los pasajes relacionados con el diluvio dicen:
“Todas las tempestades y los vientos se desencadenaron; (en un mismo instante) el diluvio invadió los centros de culto. Después que el diluvio hubo barrido la tierra durante siete días y siete noche, y la enorme barca hubo sido bamboleada sobre las vastas aguas por las tempestades, Utu salió, iluminando el cielo y la tierra. Ziusudra abrió entonces una ventana de su enorme barca, y Utu hizo penetrar sus rayos dentro de la gigantesca barca. El rey Ziusudra se prosternó (entonces) ante Utu; el rey le inmoló gran número de bueyes y carneros.”
En este pasaje, Utu es el dios sol y Ziusudra el rey de la ciudad de Shuruppak y protagonista del relato. La tablilla inferior muestra el relato del diluvio hallado en la biblioteca de Asurbanipal, en Nínive, que pertenece al siglo VII a. C. En la misma Gilgamésh inicia la búsqueda del secreto de la inmortalidad, que se suponía había sido revelado a Utnapishtim, único superviviente del gran diluvio, quien le relata tal acontecimiento. La figura inferior muestra la tablilla decimoprimera, con la descripción del diluvio, de las doce que contienen la historia de Gilgamésh.
La Torre de Babel fue construida por Nimrod en Babilonia, hace 4500 años. Con forma de zigurat, (es un templo de la antigua Mesopotamia que tiene la forma de una Pirámide escalonada. El diseño de un Zigurat va desde una simple base con un templo en lo alto, hasta las maravillas matemáticas y arquitectónicas con varias terrazas rematadas con un templo. La base podía ser de forma rectangular, ovalada o cuadrada. El interior del Zigurat ( la parte no expuesta a la intemperie) estaba construida de ladrillos secados al sol, mientras que la parte exterior estaba revestida de ladrillos cocidos, los cuales podían además estar vitrificados con diferentes colores, el acceso se realizaba a través de escaleras situadas en los lados del Zigurat o que ascendían en espiral hasta la cima). La arquitectura de la Torre de Babel su arquitectura era tan mala que fue llamada Bãbêl (significa “confusión” en hebreo), y en la Biblia es mencionada como la alegoría de la falta de comunicación y unión entre los hombres:
“Toda la tierra tenía una misma lengua y usaba las mismas palabras. Los hombres en su emigración hacia oriente hallaron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: “Ea, hagamos ladrillos y cozamoslos al fuego”. Se sirvieron de los ladrillos en lugar de piedras y de betún en lugar de argamasa. Luego dijeron: “Ea, edifiquemos una ciudad y una torre cuya cuspide llege hasta el cielo. Hagámonos así famosos y no estemos mas dispersos sobre la faz de la tierra”. Mas Yavé descendió para ver la ciudad y la torre que los hombres estaban levantando y dijo: “He aquí que todos forman un solo pueblo y todos hablan una misma lengua, siendo este el principio de sus empresas. Nada les impedirá que lleven a cabo todo lo que se propongan. Pues bien, descendamos y allí mismo confundamos su lenguaje de modo que no se entiendan los unos con los otros”. Asi, Yavé los disperso de allí sobre toda la faz de la tierra y cesaron en la construcción de la ciudad. Por ello se la llamo Babel, porque allí confundió Yavé la lengua de todos los habitantes de la tierra y los dispersó por toda la superficie.”
Entre el siglo XVI y los inicios del siglo XX, numerosos viajeros y exploradores occidentales fueron a Mesopotamia y se esforzaron en localizar el famoso edificio. Algunos propusieron ubicarla en Afar Quf, al oeste de Bagdad, otros, en Borsippa, en las proximidades de Babilonia. Sólo las excavaciones arqueológicas permitirían establecer la verdad.
Las pruebas arqueológicasEn 1913, el arqueólogo alemán Robert Koldewey, descubrió finalmente la ubicación de la torre. Su base es un cuadrilátero de 91,55 m por lado. Su centro, que es la parte más antigua, está formado por un núcleo de ladrillos crudos, cuya altura fue aumentada en tiempos de Nabopolasar y Nabucodonosor y que fue cubierto de un nuevo paramento de ladrillos cocidos. Las excavaciones han dejado a la vista tres escaleras, dos laterales y una central; esta última perpendicular a la estructura del edificio. El testimonio de los textos antiguosEstas reseñas han sido apoyadas por textos antiguos, como el relato de Heródoto y sobre todo la tablilla llamada “del Esagil”, conservada en París en el Museo del Louvre, copiada en el año 229 antes de nuestra era de un documento antiguo que describía el estado de la torre. De una altura de aproximadamente 90 m, el edificio piramidal tenía siete pisos, hechos de muros con resaltos, sin duda verticales. El último piso tenía instalaciones para el culto, adornadas con ladrillos esmaltados azules, imitando el color del cielo.