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Grecia - Leyendas

Grecia - Leyendas

En la mitología griega, un gigante de cien ojos (también llamado Panoptes) que fue designado por la diosa Hera, mujer de Zeus, para custodiar a Ío, de la que tenía celos. Zeus, que favorecía a su amante Ío, la convirtió en vaca para protegerla de Hera. Enviado por Zeus para rescatar a Ío, el dios Hermes hizo mediante el recurso de la música que Argo cerrase sus ojos para dormirse y luego lo mató cortándole la cabeza.
En una versión de esta historia, Argo se transformó a continuación en un pavo real; en otra, Hera trasplantó sus ojos a la cola del pavo real. Argo era también el nombre del constructor de Argo, la nave que llevó al héroe griego Jasón en su búsqueda del vellocino de oro. También conocido por el nombre de Argo fue el viejo perro de Odiseo, jefe griego durante la guerra de Troya. Cuando su amo volvió a Ítaca después de 19 años, Argo lo reconoció y murió inmediatamente.

Era hija de Esqueneo de Beocia o de Yaso de Arcadia. Disgustado porque no era un niño, su padre la abandonó en la falda de una montaña poco después de su nacimiento.
Fue rescatada y amamantada por una osa y después criada por cazadores. Durante la etapa de su crecimiento, fue una diestra cazadora. La hazaña por la que se hizo especialmente famosa fue su participación en la cacería del jabalí en Calidón, una ciudad de Etolia en la Grecia central.
De acuerdo con otra leyenda, Atalanta fue una veloz corredora que prometió casarse con quien pudiera vencerla en una carrera. Unos dicen que Iaso, otros que Esqueneo fue el padre de Atalanta, lo cierto del caso es que al ver que era una niña lo que le había nacido a su esposa, la hizo llevar para el monte y dejarla allí botada. Allá la crió una osa, y cuando ya estaba grandecita se la encontraron unos cazadores que se la llevaron y la enseñaron a comportarse como un hombre, y a que aprendiera a hacerse respetar. Resultó ser una campeona en todos los deportes.
Una vez un par de centauros la vieron en el monte y la persiguieron con malas intenciones, pero ella los mató de dos flechazos. Atalanta era bastante feminista, odiaba a los hombres. Cuando un hombre la buscaba, ella lo desafiaba a una carrera y le ponía una condición: que si él ganaba, ella se casaba con él (ella sabía que ninguno le ganaba); y si perdía, ella lo mataba. Pero era tanto lo que les gustaba Atalanta, por lo hermosa que era, que aun sabiendo que ya había matado como a veinte, todavía se le medían. Afrodita (Venus) la diosa de los enamorados, al ver lo que hacía Atalanta con los hombres, llegó donde Hipomenes, joven acuerpado, y le entregó tres manzanas de oro y le dijo: “Con estas manzanas ganas la carrera”.
Hipomenes y Atalanta iniciaron la carrera, y a los pocos metros, Hipomenes deja caer una de las manzanas de oro. Atalanta se agachó a recogerla, cogiéndole Hipomenes una pequeña ventaja.
En poco tiempo le volvió a alcanzar y hasta se le pasó, entonces el le tiró otra manzana delante de ella, agachándose de nuevo a recogerla, y alcanzóndole de nuevo Hipomenes. Siguieron parejo la carrera, y cuando ya iban a llegar a la meta, Atalanta se le empieza a adelantar a Hipomenes. Éste deja caer la última manzana, y por agacharse a recogerla, atraviesa Hipomenes la meta final, quedando campeón. Salió corriendo a abrazar a Atalanta, la cual ya estaba enamorado de él por lo que había hecho. Salieron juntos, y cuando pasaban por una iglesia de la diosa Cibeles, la madre de Zeus, se entraron para allí, escondiéndose tras una pilastra, para amarse, cuando en esas entra la diosa Cibeles y los ve, en castigo los volvió león y leona para que le sirvieran para arrastrar el coche en que ella se paseaba.
Los que perdían, eran asesinados. El joven Hipómenes (o Melanión) ganó con la ayuda de Afrodita, la diosa del amor, quien le dio tres manzanas de oro de las Hespérides. Él las dejó caer una a una y, por detenerse a recogerlas, Atalanta perdió la carrera. Ella e Hipómenes fueron convertidos después en los leones que debían tirar del carro de Cibeles, a causa de una afrenta a los dioses. Partenopeo, su hijo, participó en la expedición de los Siete contra Tebas.

Se llamaba “Bucéfalo” y era el caballo del gran Alejandro Magno, sin duda el general más grande de la Historia (¡el que jamás perdió una batalla y construyó un imperio!) y el “hombre de Estado” más genial de su tiempo.
Alejandro fue el hijo primogénito del rey de Macedonia, Filipo II, el creador de la famosa “falange macedónica”, que revolucionó el arte de la guerra y el que logró unificar las ciudades-Estado de Grecia, salvo Esparta.
“Bucéfalo” que era de color negro azabache y una estrella blanca en la frente con forma de “cabeza de buey”, despertaba el asombro de todos por su belleza, su poderío y su rebeldía….
Cuenta Plutarco en “Vidas paralelas: Alejandro y César” que el encuentro entre Alejandro y “Bucéfalo” se produjo de la siguiente manera: “Trajo un tesalino llamado Filónico el caballo Bucéfalo para venderlo a Filipo en trece talentos, y habiendo bajado a un descampado para probarlo pareció áspero y enteramente indómito, sin admitir jinete ni sufrir la voz de ninguno de los que acompañaban a Filipo, sino que a todos se les ponía de manos. Desagradóle a Filipo y dio orden de que se lo llevaran por ser fiera e indócil; pero Alejandro, que se hallaba presente dijo:

“-Qué caballo nos perdemos!¡Y todo por no tener conocimientos ni resolución para manejarlo!
A lo que replicó Filipo, algo molesto por la suficiencia de su hijo:
-¿Acaso tú lo manejarías mejor que estos que tienen más años y más experiencia que tú?
-Por supuesto que sí; a este ya se ve que lo manejaré mejor que nadie -respondió Alejandro.
-¿y cuál ha de ser la pena de tu temeridad -preguntó Filipo- si no lo consigues?
-¡Por Zeus -exclamó el joven- , pagaré el precio del caballo!”

Echáronse a reír y convenidos en la cantidad, marchó al punto adonde estaba el caballo, tomóle por las riendas y, volviéndole, le puso frente al sol, pensando, según parece, que el caballo, por ver su sombra, que caía y se movía junto a sí, era por lo que se inquietaba. Pásolo después la mano y le halagó por un momento, y viendo que tenía fuego y bríos, se quitó poco a poco el manto, arrojándolo al suelo, y de un salto montó en él sin dificultad. Tiró un poco al principio del freno, y sin castigarle y aún tocarle le hizo estarse quieto.
Cuando ya vio que no ofrecía riesgo, aunque hervía por correr, le dio rienda y le agitó usando de voz fuerte y aplicándole los talones. Filipo y los que con él estaban tuvieron al principio mucho cuidado y se quedaron en silencio; pero cuando le dió la vuelta con facilidad y soltura, mostrándose contento y alegre, todos los demás prorrumpieron en voces de aclamación. Más del padre se refiere que lloró de gozo, y que besándole en la cabeza luego que se apeó le dijo:
-¡Hijo mío, busca un reino igual a ti, porque en la Macedonia no cabes!”
Alejandro salió de Grecia para hacer el imperio más grande de la antigüedad…y siempre a lomos de “Bucéfalo”, el caballo más rápido y resistente que ha existido. Entre ambos, construyeron un imperio de más de veinte millones de kilómetros cuadrados.

Un héroe mítico cretense, llamado Dédalo se refugió en Creta, donde fue acogido por Minos, el cual le encargó la construcción del famoso laberinto. Allí fue recluido, juntamente con su hijo Ícaro, cuando más tarde se enemistó con el rey de Creta, aunque consiguió escapar gracias a unes alas artificiales hechas de plumas y cera.
En la mitología griega el minotauro fue un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Era hijo de Pasifae, reina de Creta e hija de Helios, y de un toro blanco como la nieve que el dios Poseidón había enviado al marido de Pasifae, el rey Minos. Cuando Minos se negó a sacrificar el animal, Poseidón hizo que Pasifae se enamorara de él; esta, ayudada por Dédalo, consiguió tener relaciones con el animal y quedar embarazada
Después de dar a luz al Minotauro, Minos ordenó al arquitecto e inventor Dédalo que construyera un laberinto tan intrincado que fuera imposible salir de él sin ayuda. Allí fue encerrado el Minotauro y lo alimentaban con jóvenes víctimas humanas que Minos exigía como tributo de Atenas (14 jóvenes atenienses 7 doncellas y 7 efebos).
El héroe griego Teseo se mostró dispuesto a acabar con esos sacrificios inútiles y se ofreció a sí mismo como una de las víctimas. Cuando Teseo llegó a Creta, la hija de Minos, Ariadna, se enamoró de él. Ella lo ayudó a salir dándole un ovillo de hilo que él sujetó a la puerta del laberinto y fue soltando a través de su recorrido. Cuando se encontró con el Minotauro dormido, golpeó al monstruo hasta matarlo, salvando también a los demás jóvenes y doncellas condenados al sacrificio haciendo que siguieran el recorrido del hilo hasta la entrada.
Se cree generalmente que existe alguna base histórica para la leyenda del Minotauro. Así, el Laberinto sería el palacio de Cnossos, de tamaño tan grande y tantas habitaciones que a los rudos antepasados de los griegos debió parecerles precisamente un laberinto.
El viaje de los muchachos atenienses a Creta puede significar una reminiscencia del clásico deporte cretense de saltar al toro. Y el sometimiento y posterior rebelión de Atenas puede significar el predominio cultural y/o militar de Cnossos por sobre las ciudades costeras del Mar Egeo<, y el sacudimiento de dicho yugo.

 El mismo origen de Atenas es relacionado a la instalación del olivo por parte de Atenea, en lucha con Poseidón por la supremacía en la protección de la ciudad. Para calmar la contienda entre ellos, el sumo Zeus intervino, y estableció conceder el dominio de aquel territorio a quien fuera capaz de aportar el regalo más útil para la humanidad. Poseidón llevó un caballo, animal resistente, veloz y capaz de aliviar el trabajo de los hombres; Atenea, en cambio, apareció con una pequeña ramita retorcida entre las manos, de sutiles hojuelas de color verde argénteo.
Poseidón ya estaba saboreando la victoria cuando Atenea empezó a explicar las extraordinarias propiedades del olivo: una planta fuerte, capaz de vivir largos años y de producir frutos apetitosos y sabrosos, de los que los hombres podían extraer un líquido ideal para sazonar la comida (el aceite de oliva), dar fuerza al organismo, aliviar las heridas y también alumbrar la noche. La victoria de la diosa fue aplastante. Zeus decretó vencedora a Atenea, al donar a los ciudadanos la planta más útil y le fue concedida la soberanía sobre toda la región.

 Icaón, hijo de Pelasgo, fue quien civilizó la Arcadia e implantó el culto a Zeus, pero fue convertido en lobo cuando ofreció a un niño en sacrificio a Zeus. Licaón tuvo veintidós hijos que cometieron grandes crímenes. Enterados de esto en el Olimpo, Zeus visitó la casa de los hijos de Licaón disfrazado de un viajero pobre.
Le ofrecieron para comer una sopa en la que se habían mezclado restos de animales con las vísceras de Níctimo, uno de los hermanos. Zeus se percató de esto y encolerizado los convirtió a todos en lobos y resucitó a NíctimoCuando Zeus regresó al Olimpo, decidió eliminar toda la raza humana con un gran diluvio.
El titán Prometeo avisó a su hijo mortal, Deucalión, de este hecho. Deucalión construyó un arca y se refugió allí con su esposa Pirra, hija de Epimeteo. Tras esto, comenzó a llover y quedó anegada toda la tierra, excepto la cima de algunas montañas. Las lluvias duraron nueve días y cuando las aguas comenzaron a retirarse el arca se posó en el monte Parnaso. Deucalión utilizó una paloma para comprobar que el diluvio había terminado.
Cuando desembarcaron, Deucalión y Pirra ofrecieron un sacrificio a Zeus y oraron en el templo de Temis suplicando que la raza humana surgiera de nuevo. Zeus envió a Hermes para informar a Deucalión que sus súplicas habían sido escuchadas. Entonces apareció Temis y dijo a Deucalión y Pirra: “cubríos las cabezas y echad hacia atrás los huesos de vuestras madres”. Las respectivas madres habían muerto hacía tiempo y ellos interpretaron que Temis hablaba de los huesos de la Madre Tierra. Se cubrieron la cabeza y lanzaron piedras por encima de los hombros.
De cada piedra que caía nacía un hombre o una mujer, dependiendo de quién la arrojase. Pero Deucalión y Pirra no fueron los únicos supervivientes del diluvio. Megaro, hijo de Zeus, se refugió en la cumbre del monte Gerania.
Los habitantes de Parnaso fueron despertados por los aullidos de los lobos y también se refugiaron en las montañas
Algunos de esos habitantes de Parnaso emigraron a la Arcadia y repitieron los mismos crímenes que los hijos de Licaón, por lo que el diluvio no sirvió para cumplir el objetivo de limpiar la humanidad.

Midas era el rey de Macedonia. Fue el primer hombre en plantar un jardín de rosas. Le gustaba disfrutar de la buena vida, las fiestas, escuchar música y pasarla bien. Una mañana un jardinero le dijo:
-Hay un Sátiro completamente borracho tirado en tu rosedal.
-¡Traedlo inmediatamente ante mi presencia! Dijo Midas
El sátiro resultó ser Silenio.
Silenio había viajado con Dionisio a la India y tenía muchas e interesantes anécdotas para relatar. Midas se entretuvo cinco días escuchando atentamente las historias de ese continente lejano, sus ciudades, sus barcos y sus gentes.
Al terminar, sin mediar ningún castigo por aplastar sus rosas, lo envió sano y salvo con Dionisio.
Dionisio, agradecido le dijo a Midas: -¡Pídeme lo que quieras y te lo concederé! Midas, eligió tener el poder de convertir en oro todo lo que tocase. Y así le fue concedido.
Al principio resultaba muy divertido hacer rosas o pájaros de oro. Pero por error convirtió a su propia hija en estatua de oro.
Y más tarde la desesperación se apoderó de él cuando tenía hambre y su comida se convertía en oro o cuando tenía sed y el vino se convertía en oro.
Llorando le pidió ayuda a Dionisio: -¡Por favor, Dionisio, libérame de este castigo. Mi propia hija es una estatua de oro y no puedo ni beber ni comer. Estoy muriendo de hambre y de sed. Ayúdame!
Dionisio se rió a carcajadas y lo mandó a lavarse las manos para quitarse el toque mágico a un río de Frigia llamado Pactolus, cuyas arenas son todavía doradas. Y le devolvió la vida a su hija.

Hija del Océano, esposa de Taumas y madre de Iris y de las Harpías.
Electra también es una hija de Agamenón y Clitemnestra, y hermana de Orestes e Ifigenia. Para vengar la muerte de Agamenón, víctima de Clitemnestra, ayudó a su hermano Orestes a dar muerte a su madre y al amante de ésta, Egisto.
Electra es también una de las Pléyades, hija de Atlas. Fue amada de Zeus y madre de Jasos, Hannonia y Dárdano, fundador de Troya. También Electra se refiere al nombre de dos tragedias: Una de Eurípides, representada en 413 a. C., coincidiendo con la Olimpiada 91-94. Ofrece la particularidad de que el autor se apartó del mito homónimo para añadir ciertos elementos de su propia creación.
El argumento es el siguiente: Tras el asesinato de Agamenón por su esposa Clitemnestra y el pérfido Egisto, Electra, hija de ambos, es obligada a casarse con un modesto labrador. Orestes, hermano menor de Electra, es mandado matar pero, en última instancia, la orden no se cumple y un antiguo servidor de Agamenón lo confía a los cuidados de Estrophio, rey de Fócide y padre del joven Pílades. Llegado a la mayoría de edad, Orestes recibe una orden de Apolo por la que debe vengar la muerte de su padre. Orestes llega a casa de su hermana y se da a conocer.
La alegría de Electra es muy grande, pues con la llegada de Orestes vislumbra la posibilidad de vengar a su padre. Ambos hermanos, secundados por el fiel Pílades, traman un plan para acabar con Clitemnestra y Egisto.
Éste es asesinado por Orestes con el mismo cuchillo con que debía celebrar un sacrificio. Atraída por el anuncio del parto inminente de Electra, Clitemnestra, tocada en su fibra de madre, acude a casa de su hija y allí, Orestes, animado por su hermana, remata la venganza. Electra abandona a su pobre esposo y parte hacia la Fócide para casarse con Pílades. Orestes se dirige a Atenas para someterse a un juicio en el que Apolo actuará de defensor. La segunda tragedia es de Sófocles, escrita hacia el 410 a. C.
El autor sigue en ella el desarrollo de Las coéforas, que Esquilo, y el personaje de Electra recibe un tratamiento especial, en torno al cual gira toda la obra. Sófocles hace resaltar el odio de Electra hacia su madre, cumplido ejemplo de todos los vicios humanos.

Fedra es hija de Minos (rey de Creta) y Pacifae (hija de Helio, madre del minotauro), y hermana de Ariadna (ayuda a Teseo a matar el minotauro).
Deucalión (hermano de Fedra y rey de Creta) decide que su hermana contraerá matrimonio con Teseo (rey de Atenas), quien según algunas versiones ya estaba casado con una amazona (Antíope, Hipólita), a quien aparentemente había raptado. El día de la boda entre Teseo y Fedra se produjo una guerra con las amazonas, y éstas perdieron.
El motivo de la guerra varía según la versión, pues hay quienes creen que la guerra era producto del rescate que las amazonas iban a hacer de Hipolita, secuestrada vilmente por Teseo. Otros opinan que más bien ellas atacaban para resarcir a Hipólita, quien había sido repudiada por Teseo al casarse con Fedra.
El ataque ocurre el mismo día de la boda entre Fedra y Teseo, y Hipólita muere. Según algunos lucha contra las amazonas y sólo al morir ella Teseo decide casarse con Fedra, y para otros, los atenienses logran defender a su rey y matar a Hipólita. Incluso, hay quienes siguen una tradición oscura que indica como Teseo mismo inmolaba a Hipólita para cumplir con un oráculo.
Hipólita y Teseo habían tenido un hijo llamado Hipólito. El joven era hermoso y casto y Fedra sin poder vitarlo se enamoró de él perdidamente. Hipólito debido a su castidad y al respeto por su padre rechaza a Fedra, pues una relación entre ellos habría sido incestuosa, ya que ella era la esposa de su padre y él habría tenido que profanar el lecho paterno.
Fedra entonces empieza a preocuparse porque Teseo, su esposo nunca se llegue a enterar de su secreto amor y cree que Hipólito es capaz de contarle en un acto de fidelidad y honestidad. Para evitarlo y así conservar su honra, Fedra hace creer a Teseo que Hipolito había tratado de ultrajarla.
El padre llevado por la cólera, manda a desterrar a su hijo y pide a Poseidón su muerte. Hipólito cumple los designios de Poseidón y muere arrastrado por sus caballos.
Entonces Fedra, abrumada por la culpa decide suicidarse y se ahorca. El gran trágico Eurípides se encargó de mostrar dos versiones de esta tragedia de la que se conserva una y es la fuente más conocida para el mito. De acuerdo con eata tragedia, Fedra se quita la vida antes de que Hipolito muera dejándo una carta que evidenciaba supuestamente la culpa de Hipolito, ante lo cual el padre xige castigo y luego el joven muere perdonandoa su padre, quien al final descubre la verdad.
El padre llevado por la cólera, manda a desterrar a su hijo y pide a Poseidón su muerte. Hipólito cumple los designios de Poseidón y muere arrastrado por sus caballos.
Entonces Fedra, abrumada por la culpa decide suicidarse y se ahorca. El gran trágico Eurípides se encargó de mostrar dos versiones de esta tragedia de la que se conserva una y es la fuente más conocida para el mito. De acuerdo con eata tragedia, Fedra se quita la vida antes de que Hipolito muera dejándo una carta que evidenciaba supuestamente la culpa de Hipolito, ante lo cual el padre xige castigo y luego el joven muere perdonandoa su padre, quien al final descubre la verdad.

Zeus, transfigurado en un cisne encantó a Leda, esposa de Tíndaro, rey de Esparta. Leda puso dos huevos; de uno nacieron Helena y Pólux (ambos inmortales) y del otro, Clitemnestra y Cástor (mortales).
Helena mostró su belleza desde pequeña, lo que indujo a Teseo a raptarla, en compañía de su amigo Piritoo. Teseo esperó el tiempo suficiente para casarse con Helena pero los Dioscuros la rescataron tomando a la madre de Teseo como prisionera. Como premio al veredicto que hizo París en su famoso juicio, Afrodita provocó que Helena se enamorase de París, huyendo los dos a Troya.
Helena estaba casada con Menelao, rey de Esparta. Menelao, acompañado por otros reyes griegos, zarpó hacia Troya en busca de su mujer. Para que los dioses permitiesen su partida, Agamenón, hermano de Menelao, tuvo que sacrificar a su hija Ifigenia. Helena, duramente la guerra, se mantuvo encerrada en la torre del palacio de Troya donde poseía un telar con el que tejía todas las desdichas que acontecían . Cuando París se murió, se casó con Deífobo ( hermano de París). Pero cuando Troya fue tomada.
Helena entregó a Deífobo de la manera más indigna a los griegos, que lo apuñalaron. De esta forma Helena se reconcilió con Menelao. Ya en Esparta , Helena y Menelao, tuvieron una hija a la que llamaron Hermione (o Harmonía). Con la pronta muerte de Menelao, Helena fue echada al Peloponeso por indigna. Acudió a Rodas, donde la recibió la reina Polyxo. Al día siguiente fue ahogada y después de muerta, colgada en la horca.

La leyenda dice que había una montaña en el centro de la isla. En ella habitaba Evenor junto con su esposa Leucipe y su única hija Cleito. Poseidón, el dios del mar, se enamoró de la bella Cleito y tuvo trato carnal con ella. El dios, celoso de los hombres, hundió el suelo y aisló la colina donde ella vivía, creando zonas alternas de agua y tierra. Manantiales de agua caliente y de agua fría rodeaban el lugar, e hizo que crecieran de la tierra toda clase de alimentos en abundancia.
Cleito dio a luz a cinco parejas de gemelos varones. Poseidón entonces dividió la isla en diez partes, dándole al primogénito de la primera pareja la casa de su madre y los terrenos circundantes, y le hizo rey por encima de los demás. A los otros los hizo príncipes y les dio un gran territorio. Al mayor de estos hijos le puso de nombre Atlas y por él la isla y todo el océano se llamaron Atlántico. Los hijos de Poseidón originaron dinastías reales. Y luego, el imperio de los atlantes se extendía hasta Egipto y Tirrena.
La isla producía la mayor parte de lo que requerían para los usos de la vida, comenzando por el oricalco, metal sólido y fusible que brillaba como el cobre y que por entonces existía en muchos yacimientos en la isla, y era más preciado después del oro.
Había abundante madera para los carpinteros y suficiente sustento para los animales, tanto domésticos como salvajes. También había toda especie de fruto que admitiera cultivo, desde legumbres y frutos de cáscara dura que permitían hacer bebidas y ungüentos. Utilizando todas estas riquezas de su suelo, los habitantes construyeron templos, dársenas, puentes y puertos.
El Reino de los Atlántides o Atlantida se convirtió en próspero, progresista y poderoso, que ensanchó su dominio por medio de la conquista, avasallando a todos los pueblos del Norte de Africa, hasta llegar a Egipto.
Los Atlantes eran altos, orgullosos y atrevidos, que cruzaban el océano pues eran maestros en construcción de naves, puertos y palacios que decoraban con bronce, estaño y orocalco. Estos hombres amaestraban elefantes, cultivaban bien los campos, sembraban cereales, frutas y legumbres, planeaban obras hidráulicas en la parte central de su dominio, en la que formaron una lista de 125 leguas de longitud y 83 de anchura, cruzando la región con zanjas de riego, rodeado por un canal de 100 pies de profundidad, 200 estadios de anchura de circuito, alrededor de un extenso y fértil valle de forma cuadrada. Este acueducto recibía las aguas que se precipitaban de las montañas, que limitaban la planicie, las que después de tocar la ciudad, desaguaban en el mar, formándose así una isla, que era maravilla de arte y de poder.
La Metrópoli quedaba rodeada por varios recintos concéntricos, alternados de tierra y agua, alimentada esta última por el mar, formando así no solamente un puerto, sino una fuerte muralla alderredor de la ciudad. Uno de los hijos de Neptuno gobernaba la parte de la isla que quedaba frente a lo que es hoy la España, región que dominaban bajo el nombre de “Iberos”, cuyo idioma, el vascuence, no tiene parentesco con otros europeos, el que se habla en el Norte de dicha península y Sur de Francia.
Desde que Platón escribió sus misteriosos diálogos llamados “Timeo” y “Critias”, cuya extensión no es más que de unas 20 páginas de un libro actual, la leyenda de la Atlántida ha fascinado a muchos. El filósofo señalaba que en ese misterioso lugar moraba un pueblo extraordinariamente civilizado y rico, y que un día sobrevino en el mundo un cataclismo de tales magnitudes que en un lapso de 24 horas lo hundió en el mar, con todas sus riquezas y esplendores. Esto ocurrió, dice Platón, 9500 años antes de que él lo escribiera. Según el investigador Otto Muc.
Atlante gobernaba un gran reino más allá de la columnas de Heracles, la Atlántida. Los atlantes eran un pueblo muy virtuoso pero con el tiempo se volvieron codiciosos y crueles. Los atenienses consiguieron vencerlos con el beneplácito de Zeus. Asimismo los dioses enviaron un diluvio que sumergió la Atlántida en el mar. Zeus perdonó la vida a Atlante pero le condenó a soportar sobre sus hombros la bóveda celeste.
La Atlántida era un paraíso templado-cálido, de fértiles llanuras, en cuyas cordilleras abundaban los bosques de maderas valiosas. Era una tierra rica en cobre, estaño, oro y plata. Era tanta la riqueza de aquellas tierras y tal la excelencia de su clima, que su población se multiplicó rápidamente, llegando a los 60 millones de habitantes; una cifra portentosa, más si se estima que Egipto (unos de los países más densamente poblados del mundo antiguo) no pasó jamás de los 15 millones. También parece haber sido una civilización muy avanzada para aquellos tiempos, en los que Europa recién entraba al periodo neolítico. Pero dice la tradición que los atlantes se alejaron de su dios, de sus antiguos líderes, y extraviaron el propósito de sus vidas; y que por esa causa el dios Zeus había decidido castigarlos.
La Atlántida era una isla gigantesca situada frente a las Columnas de Hércules y era mayor que Libia y Asia juntas. En realidad Creta tiene una extensión de 8.330 km cuadrados.
Sea lo que queramos entender por Asia (si se refiere Platón a toda Asia o sólo a la parte más conocida por los griegos) y Libia (si se refiere a la costa mediterránea de África o a todo el continente conocido), la extensión resulta mucho más reducida de lo real. Tampoco la situación frente a las Columnas de Hércules es correcta. Afirmación falsa sin duda.
La Atlántida estaba regida por una confederación de reyes y formaba un Gran imperio que comprendía varias islas y parte de los continentes asiático (hasta Egipto) y Europa (hasta Italia).
Puede resultar correcta la idea de la confederación de reyes. La existencia de diversos palacios en Creta hace pensar que existirían varios reyes aunque uno de ellos (el Minos) sería un primus inter pares. La idea del imperio que comprendería Italia y la costa Norte de África es errónea. Afirmación parcialmente errónea.
Los atlantes atacaron simultáneamente Egipto y Grecia y fueron derrotados por los atenienses.
Los minoicos no tenían una gran capacidad militar. No estaban capacitados para emprender una guerra de conquista en gran escala. Afirmación errónea sin duda ya que ejercían la Talalocracia en todo el Mediterráneo oriental.

Las Gorgonas eran tres monstruos y se llamaban Esteno, Euríale y Medusa. Las tres eran hijas de las divinidades marinas Forcis y Ceto. De las tres, sólo esta última era mortal, pero era considerada la Gorgona por excelencia.
La cabeza de estos monstruos estaba rodeada de serpientes, tenían grandes colmillos, manos de bronce y alas de oro. Su mirada era tan penetrante que el que osaba mirarlas a los ojos quedaba convertido en piedra. Pertenecen a la generación preolímpica. Vivían en el Occidente extremo, no lejos del País de los Muertos. Todos les temían, y sólo Poseidón fue capaz de unirse a Medusa y darle dos hijos: el caballo alado, Pegaso y Crisaor.
Las leyendas se centran en Medusa, pues aunque según una tradición fue siempre monstruo, hay otra según la cual, era una hermosa joven que se atrevió a rivalizar con Atenea en belleza, por lo que la diosa la convirtió en la Gorgona. Otra versión cuenta que como Poseidón se atrevió a violar a la joven en uno de los templos de Atenea, ésta castigó a Medusa.
Perseo fue su asesino, por consejo de Atenea, o -según otras tradiciones- por orden del tirano Polidectes. Este héroe logró cortarle la cabeza elevándose en el aire gracias a las sandalias aladas de Hermes, y para no mirarla, usó como espejo su escudo brillante. En adelante, Atenea tuvo la cabeza de la Gorgona en su escudo y se volvió invencible. Además, Perseo se quedó con la sangre, a la cual se le atribuían cualidades mágicas: la que brotó de lado izquierdo era un veneno mortal y la del lado derecho curaba y resucitaba al que la bebiera. Por otro lado, su cabello hacía huir al ejército más numeroso.
Para muchos mitólogos, Medusa simbolizaba el carácter maligno de la mujer que le dieran los griegos, y representaba a la mujer-demonio, a la madre que da la muerte, al lado oscuro de la femineidad

“Pegaso” fue el primer caballo que consiguió estar entre los dioses de la Mitología Griega y tratar de tú a los habitantes del Olimpo. Pegaso era el caballo de Zeus, el dios soberano y amo del Cielo y la Tierra.
Según los esquemas de la Mitología el “caballo volador” nació del chorro de sangre que brotó cuando Perseo cortó la cabeza a Medusa y gracias a él pudo libertar el héroe a Andrómeda, la hija del rey de Etiopía, que quiso disputar a las Nereidas el premio de la hermosura y fue atada a una roca para que la devorase un monstruo marino …….y que después haría su esposa.
“Pegaso”, creció y vivió sus años de potro en las laderas y los verdes prados del monte Olimpo, morada de los dioses, que estaba situado entre Tesalia y Macedonia (Hoy monte Olimbos)…y era un bello ejemplar del tipo “sículo”, cruce del ario y del persa, de color blanco y gran poderío. Estaba dotado de alas y volaba por los aires, cuando no corría “como el viento” por la tierra.
“Pegaso” fue el caballo más rápido que ha existido y el símbolo de la velocidad…como los demuestran los cantos inmortales que en su honor entonaron los poetas de todos los tiempos. Pero, además, fue también el primer medio de comunicación y transporte que se elevó por los aires. De ahí las numerosas fábulas que le atribuyeron los griegos y el lugar destacado que ocupa en la mitología y en la historia del caballo. Aunque no fuese un caballo de carne y hueso.

Era de Chipre el escultor Pigmalión, artista que no gustaba de las mujeres porque consideraba que eran imperfectas. Y tan convencido estaba, que decidió no casarse nunca y pasar el resto de su vida sin compañía femenina.
Pero, no soportando la completa soledad, esculpió una estatua de marfil tan bella y perfecta como ninguna mujer verdadera podía serlo. Y de tanto admirar su propia obra acabó enamorándose de ella.
Le llegó a comprar los las más bellas ropas, joyas y flores. Todos lo días pasaba horas contemplándola y, de vez en cuando, besaba tiernamente los labios fríos e inmóviles. Tal vez hubiera vivido hasta el fín de sus días ese amor silencioso (a punto de convertirse en una aberración sexual llamada agalmatofilia), de no mediar la intervención de Afrodita, pues la diosa era objeto de intenso culto en Chipre.
En su homenaje se celebraban las más pomposas ceremonias, los más ricos sacrificios y su templo de Pafos era el más importante de los santuarios venusinos del mundo helénico.
En una de esas fiestas, Pigmalión ofreció un sacrificio a Afrodita y le rogó: “A tí ¡oh Diosa! Te suplico que me concedas por esposa una doncella que se parezca a mi estatua de marfil” (no le pide que la estatua se convierta en su esposa, error frecuente).
Atenta, la diosa del amor escuchó su pedido he hizo elevar la llama del altar del escultor tres veces más alto que las de los otros altares. Pero el infeliz artista no comprendió el significado de esta señal.
Salió Pigmalión del santuario y se encaminó a su casa. Al llegar, se puso a contemplar su estatua perfecta y después, la tomó entre sus brazos para besarla.
Entonces, el frío mármol comenzó a ponerse tibio, a ablandarse, a abrir los ojos y se convirtió, ante los ojos de su creador, en una bella mujer de carne y hueso que se enamoró perdidamente de su creador.
Pigmalión engendró en su esposa a una hija llamada Pafos (como la ciudad del mismo nombre en Chipre) que fue la madre, por Apolo, de Cíniras,rey de Chipre con quién cometió incesto su hija Mirra….pero esto ya es otra historia.

Sísifo, astuto rey de Corinto, vivió de cerca el rapto de la ninfa Egina por Zeus. Pero guardó el secreto hasta que llegara la ocasión de sacarle provecho.
Espero a que el río Asopo, padre de la joven, pasara por sus tierras en busca de su hija. Y primero le exigió que hiciese brotar una fuente de agua cristalina en la ciudadela de su reino. Luego le contó que el raptor de Egina era Zeus.
El señor del Olimpo, irritado por la delación, ordenó a Tánathos (la Muerte) que arrojase a los Infiernos al rey de Corinto.
Figura siniestra, envuelta en negros ropajes, habitante del Hades, hermano de Hipnos (El Sueño), Tánatos llegó súbitamente a las tierras de Sísifo.
La tétrica presencia no aterrorizó al astuto soberano. Con mucha maña y mucho arte, Sísifo engañó al dios de la Muerte. Lo invitó a entrar por una puerta y cuando Tánathos se dio cuenta de lo que había pasado, se encontró preso en un calabozo. Por largo tiempo nadie murió en el mundo.
Hades estaba triste y alarmado. Los campos del Mundo Inferior no se enriquecían con nuevas almas. La barca de Caronte yacía varada en un rincón. Era preciso restituir el orden natural del mundo. El dios de los Muertos recurrió a su hermano Zeus.
Sabiendo que Sísifo tenía preso a Tánathos, Zeus envía a su hijo Ares para liberar al cautivo. Y la primera víctima de la muerte habría de ser el propio rey de Corinto. A Sísifo no le quedó más remedio que obedecer.
Se preparó para seguir a Tánathos a los Infiernos, pero antes, pidió un momento para despedirse de su esposa Mérope (una Pléyade, la única que no tuvo amores con dioses y que por eso fue castigada a no brillar en el cielo. Así que Mérope es hermana de Elektra…).
En el instante de los adioses, Sísifo le dijo a Mérope que no lo enterrase ni le hiciese funerales. Y, aunque sin comprender las razones de su esposo, mi hermana obedeció.
Ya en los Infiernos, Sísifo se lamentaba día y noche. Se quejaba de no haber tenido honras fúnebres. De que la esposa ingrata no lo hubiese sepultado. Necesitaba volver a la superficie de la tierra para castigarla por tamaña negligencia.
Tanto se lamentó y pidió que Hades acabó compadeciéndose de él y le permitió retornar al mundo por un corto tiempo. Apenas abandonó el Hades, Sísifo tomó rumbos lejanos y la firme resolución de no volver nunca a las sombras infernales.
Sin embargo, muchos años después, le fallaron las fuerzas para seguir viviendo. estaba demasiado viejo. Ya no tenía fuerzas para seguir engañando a la muerte. Y fue nuevamnete arrastrado a los Infiernos.
Hades, que jamás había olvidado la fuga de Sísifo, al recibirlo tomó todas las precauciones para mantenerlo en su dominio. Le impuso una tarea que no le permitiese un minuto de descanso e impidiese cualquier evasión: empujar montaña arriba una enorme piedra, que siempre se le escapa de las manos al llegar a la cima.
Y así, perpetuamente, el condenado que osara engañar a la Muerte desciende por la ladera para retomar la piedra y recomienza su tarea sin fin y sin objetivo.

Descendiente de Equíon y Ágave y esposa de Layo, rey de Tebas. Un oráculo le anunció a su marido que su propio hijo lo mataría y por ello, cuando nació Edipo, lo abandonaron en el bosque, sin saber que después lo encontrarían unos pastores. Años más tarde, Edipo mató a Layo sin saber que era su padre y, después de liberar Tebas de la Esfinge, se casó conYocasta.
La pareja tuvo cuatro hijos: Eteocles, Polinices, Antígona e Ismene. Años después, se desveló todo lo que había pasado; Yocasta, al enterarse de que estaba casada con su propio hijo, se suicidó.
Según también la leyenda, un oráculo había advertido a Layo que no tuviera hijos de su esposa Yocasta, puesto que si engendraba alguno, éste acabaría asesinando a su padre y casándose con su madre. Al nacer Edipo, el rey le perfora los talones (Edipo significa “el de pies hinchados”) y manda que lo expongan en el monte Citerón. Allí el niño es recogido por un pastor y llevado ante el rey de Corinto, Pólibo, que lo adopta como suyo. Cuando el joven crece, marcha hasta Delfos para conocer quiénes son sus verdaderos padres.
En el transcurso del viaje, en medio de una disputa mata a su padre Layo. Al llegar a Tebas, resuelve el enigma de la Esfinge y los tebanos, como premio, le conceden la mano de la reina Yocasta, que acaba de enviudar. Así el oráculo se cumple y Edipo, al enterarse de que ha matado a su padre verdadero y se ha casado con su madre, se saca los ojos y abandona Tebas, acompañado de su hija Antígona, hasta que finalmente muere en Colona.

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