19 años comprometidos con la educación

Los Caudillos Argentinos

Argentina - Los Caudillos Argentinos - Buenos Aires

Zona actual Provincia de Buenos Aires

Argentina - Los Caudillos Argentinos - Buenos AiresManuel Críspulo Beinabé Dorrego nació el 11 de Junio de 1787 en la ciudad de Buenos Aires. Hijo del próspero comerciante portugués José Antonio de Dorrego y la porteña María de la Ascensión Salas, fue el menor de cinco hermanos, el mimado de la familia, y vivió gozando todos los halagos que proporciona el dinero. En 1803 ingresó en el Real Colegio de San Carlos destacándose por su viva inteligencia y su facilidad de palabra. Comenzó sus estudios de leyes en Chile, a principios de 1810. Había participado antes en una azarosa aventura ayudando a fugar a la Banda Oriental a un pariente comprometido en el fracasado golpe del 19 de Enero de 1809 contra Liniers. En la Universidad de San Felipe se unió a los que trabajaban por la independencia local, se convirtió en uno de los cabecillas de la incipiente rebelión y, al frente de los grupos estudiantiles patriotas, fue el primero en lanzar el grito de “Junta queremos”, cuando los sucesos de Mayo en Buenos Aires animaron a reclamar la renuncia del gobernador español. Triunfante, tras varias alternativas, el movimiento emancipador en Chile, Dorrego abandonó los estudios, ingresó al ejército y ganó el ascenso a capitán en la represión de un motín antirrevolucionario. De regreso en Buenos Aires se unió a las tropas que marcharon al norte con Saavedra después del desastre de Huaqui. Producida la revolución de Septiembre de 1811, quedó a las órdenes de Juan Martín de Pueyrredón, integrando las avanzadas que, al mando de Diez Vélez, iban en ayuda de los sublevados de Cochabamba. Herido dos veces en combate, alcanzó el grado de teniente coronel, quedando con la cabeza inclinada hacia un hombro por el resto de sus días a causa de esas heridas. A las órdenes de Belgrano, Dorrego se batió heroicamente en las batallas de Salta y Tucumán. Confinado por actos de indisciplina, estuvo ausente de Vilcapugio y Ayohúma, pero en 1813, ya Coronel, tomó el mando de 1a vanguardia patriota, interviniendo en la formación de las milicias gauchas. Confinado por San Martín por nuevos actos de indisciplina, en Mayo de 1814 se ordenó su traslado a Buenos Aires. Al mando de Alvear, luchó contra Artigas y, vencedor de Otorgués en Marmarajá, fue vencido por Rivera en Guayabos. A su regreso a Buenos Aires, en 1815, contrajo enlace con Ángela Baudrix. Lanzado a la lucha política, se pronunció por el gobierno federativo y auspició la autonomía de Buenos Aires. Junto con Manuel Moreno, Domingo French, Agrelo, Pagola y otros, fue decidido opositor del Director Pueyrredón. Intervenía en la Invasión de Santa Fe ordenada por el Director Supremo cuando, molesto por la guerra civil, pidió pasar con su regimiento al ejército que San Martín preparaba en Mendoza. Conocida su oposición a los planes monárquicos, Pueyrredón lo deportó el 15 de Noviembre de 1816. Sólo al tercer día de viaje supo cuál era su destino. Después de una accidentada travesía llegó a Baltimore, enfermo y sin recursos, reuniéndose al año siguiente con otros opositores de Pueyrredón, también desterrados. Se ignoran las circunstancias de su vida en Baltimore, pero la observación de la vida norteamericana refirmó sus convicciones federalistas. Volvió a Buenos Aires en 1820, después de la caída del Directorio. Rehabilitado en su grado de Coronel, tuvo el mando militar de la ciudad después de los sucesos del 20 de Junio y fue gobernador interino. Trató de negociar la paz con Estanislao López, pero, enfrentado finalmente con éste, fue vencido en Gamonal. Dorrego, entonces, presentó su candidatura a gobernador en la provincia de Buenos Aires. Vencido en las elecciones por Martín Rodríguez, lo hizo reconocer por sus tropas. Siempre en la oposición, fue desterrado a Mendoza, huyó a Montevideo y regresó al amparo de la Ley del Olvido. En 1823, electo representante ente la Junta, proyectó la supresión de las levas y desde su periódico El Argentino defendió las tesis federalistas en contra del gobierno de Martín Rodríguez y de Rivadavia. En 1825, Interesado en negocios de minas, viajó al norte, visitando a los gobernadores federales Bustos, Ibarra y Quiroga. Vio luego a Bolívar, que lo impresionó profundamente y a quien consideró el único capaz de contener al emperador del Brasil, entonces en actitud amenazante contra las Provincias Unidas. Electo representante por Santiago del Estero en el Congreso Nacional, al discutirse la Constitución de 1826 sé destacó en los debates sobre la forma de gobierno y el derecho al sufragio. Hizo periodismo político y de estrategia nacional en las columnas de El Argentino y en El Tribuno, su órgano de lucha ideológica. En 1826 ocupó una diputación por Santiago del Estero en el Congreso Constituyente, y se convirtió en el principal tribuno del federalismo, atacando a la oligarquía portuaria. Aquí brilló en sus argumentaciones contra los principios seudo-aristocráticos de la Constitución rivadaviana. El marcó a fuego el contenido antipopular de dicha Constitución, en la sesión de 25 de setiembre de 1826, cuando dijo: “¿Y qué es lo que resulta de aquí? Una aristocracia…. la más terrible, porque es la aristocracia del dinero. Y apuntó bien: “¿El que formará las elecciones será el Banco!”. Al asumir el doctor Vicente López y Planes la presidencia provisional, lo nombró ministro de Marina y Relaciones Exteriores. El 12 de agosto de 1827, la Junta de Representantes lo eligió gobernador de Buenos Aires, por 31 votos. Tuvo como ministros a notables figuras del partido federal: Manuel Moreno, José María Roxas, Vicente López, Tomás Guido. Desde El Tribuno atacó las medidas centralizadoras de Rivadavia, ganando prestigio en las provincias, en donde se lo consideraba uno de los dirigentes más caracterizados del federalismo en Buenos Aires. Influyó con su prédica en la crisis que culminó con la renuncia de Rivadavia a la presidencia de la Nación.

Gobierno de Manuel Dorrego (12/08/1827 al 13/12/1828)

Una vez restablecida la provincia de Buenos Aires fue elegido Manuel Dorrego gobernador. La Junta de Representantes porteña decidió el retiro de sus diputados del Congreso, lo cual provocó la renuncia del Presidente Provisorio Vicente López y la disolución del Congreso el día 18 de agosto de 1827. Dorrego una vez en el gobierno debió ocuparse de mejorar los vínculos entre las provincias (por lo cual se firmaron tratados interprovinciales), también tuvo que reunir la Convención Nacional y definir la cuestión de la Banda Oriental. El nuevo gobernador, representante destacado de los federales bonaerenses, tuvo como objetivo primordial lograr la paz. Obtuvo la pacificación interna mediante la firma de pactos bilaterales entre las provincias y Buenos Aires, por los cuales aquellas delegaron el manejo de las relaciones exteriores en el gobernador. Esta costumbre, que se mantuvo con los sucesivos gobernadores de Buenos Aires, se convirtió en un elemento de unión entre los estados provinciales. El manejo de las relaciones exteriores se le otorgaba a Buenos Aires por su ubicación geográfica, más apta para la comunicación con Europa as través del Atlántico, y porque la mayoría de los diplomáticos extranjeros que se encontraban en ese momento en el país residía en esa ciudad. El ejercicio de las relaciones exteriores implicaba el recibimiento y el nombramiento de diplomáticos y la intervención en acontecimientos importantes relacionados con el exterior, como la firma de tratados de paz. En otro orden de cosas, Dorrego envió delegados para que las provincias mandaran sus representantes a la convención que debía reunirse, de acuerdo con la última ley del Congreso. La convención se reunió a fines de julio de 1828 en la ciudad de Santa Fe. La paz exterior se alcanzó al poner fin a la guerra con el Brasil (1828). Se reconoció la independencia de la Banda Oriental (de la que surgió la República oriental del Uruguay), y el Brasil y Buenos Aires se comprometieron a respetarla. Pero el regreso del ejército que había intervenido en la lucha no fue favorable para Dorrego. Entre sus filas había sufrido un profundo malestar: no habían recibido paga alguna en los últimos tiempos y rechazaban los términos del tratado de paz, pues consideraban que sus esfuerzos y victorias habían sido inútiles. Algunos jefes militares expresaron su intención de intervenir en política.

La revolución decembrina y el resurgimiento de la guerra civil

El grupo unitario, en el que se destacaba Julián Segundo de Agüero, ex ministro de Rivadavia, logró comprometer al general Juan Lavalle, que regresaba de la guerra con el Brasil, para que aceptara dirigir un levantamiento. El 1 de diciembre de 1828, Juan Lavalle y sus fuerzas lograron la destitución de Dorrego. Lavalle, apoyado por los unitarios fue elegido gobernador provisional. La Junta de Representantes quedó disuelta. Manuel Dorrego decidió enfrentar a Lavalle y fue derrotado en Navarro. Los integrantes del grupo unitario escribieron a Lavalle instándolo a fusilar al ex gobernador, y Dorrego fue ejecutado el 13 de diciembre de 1828. La guerra civil resurgió con virulencia. La muerte de Dorrego privó al partido federal de uno de sus representantes más destacados.

El Golpe Unitario: fusilamiento de Dorrego

Los unitarios vieron la posibilidad de recuperar el poder perdido apoyándose en el descontento, de los jefes militares de regreso, ante la paz firmada con el Brasil. Nombres como: Lavalle, Paz, Alvear, Rodríguez, Soler, Cruz, Brown compartían estas ideas y proyectaron una sublevación militar destinada a derrocar al gobierno federal. El 1° de diciembre de 1828 el General Juan Lavalle entró con sus tropas y ocupó la ciudad de Buenos Aires. El gobernador Dorrego salió a la campaña en busca del apoyo del Comandante de Campaña Juan Manuel de Rosas. Contradiciendo la opinión de éste, que le aconsejó ir a Santa Fe y solicitar apoyo a López, Dorrego salió al encuentro de Lavalle, quien lo tomó prisionero y ordenó su fusilamiento el 13 de diciembre de 1828.
Argentina - Los Caudillos Argentinos - Buenos AiresJuan Galo de Lavalle fue uno de los hombres más controvertidos de nuestra historia nacional. Héroe en las campañas de San Martín y Bolívar, respondió a la ideología unitaria, que defendió ciegamente hasta el fin de sus días. El fusilamiento de Manuel Dorrego, ordenado por él, contribuyó al encumbramiento de Juan Manuel de Rosas como gobernador de la provincia de Buenos Aires, contra quien se levantará sin éxito en repetidas oportunidades, siempre en defensa de la causa unitaria. Juan Galo de La Valle nació el 17 de octubre de 1797 en Buenos Aires. Fue el quinto hijo de Manuel José de La Valle y Cortés y María Mercedes González Bordallo. Su padre, descendiente directo del conquistador de México, era contador general de las Rentas y el Tabaco del Virreinato del Río de la Plata. Luchó contra Artigas, y al mando de Dorrego combatió en la batalla de Guayabos. En 1816, con su regimiento, ingresó al Ejército de los Andes que San Martín preparaba en Mendoza. El 4 de Febrero de 1817, tuvo destacada actuación en Achupallas donde una patrulla de Granaderos venció a fuerzas realistas superiores que trataban de impedir la marcha de las tropas argentinas. En Chacabuco fue ascendido a Capitán. En Maipú mandó una compañía de Granaderos que con los regimientos de Zapiola y Freire pusieron fuera de combate a la caballería realista. Combatió en el sur contra los restos del ejército español. En Nazca, Perú, el 15 de Octubre de 1820, al frente de la caballería patriota avanzó a todo galope sobre el campo realista, causando una completa sorpresa. En Paseo, el 6 de Diciembre, cargó poniendo en fuga a la caballería enemiga. En Jauja se le entregó prisionero el teniente coronel Andrés de Santa Cruz, futuro Presidente de la Confederación peruano-boliviana. En la campaña del Ecuador, el 21 de Abril de 1822, libró en Riobamba uno de los más brillantes combates de caballería de la guerra de la Independencia, destrozando a la caballería española por el resto de la campaña. Intervino en Pichincha, en el desastre de Torata y en la retirada de Moquegua, donde con 300 Granaderos contuvo a un ejército varias veces superior. A fines de 1823, se separó del ejército de Bolívar, y ya en Mendoza, un movimiento militar derrocó al gobernador y nombró en su reemplazo a Lavalle. Diez días después, 4 de Julio de 1824, regresó a Buenos Aires, recibiendo despachos de coronel graduado. Con Rosas y Senillosa integró la comisión demarcadora de la frontera con los indios. Al estallar la guerra con el Brasil se incorporó al ejército nacional. En Febrero de 1827 venció a una columna de 1.200 hombres en Bacacay. En Ituzaingó, en audaz y rápida maniobra, arrolló a las fuerzas del general Abreu, siendo ascendido a general. El 1º de Diciembre, de vuelta en Buenos Aires con su división, derrocó al gobernador Dorrego, batió a éste y a Rosas en Navarro y ordenó, instigado por la logia unitaria, el asesinato del gobernador. 13 de diciembre. Dorrego es fusilado en Navarro. La noticia no llega inmediatamente a Buenos Aires, y Salvador María del Carril vuelve a escribir a Lavalle, el día 14, temiendo que éste no haya entendido sus cartas anteriores: “…la prisión del señor Dorrego es una circunstancia desagradable, lo conozco; ella lo pone a usted en un conflicto difícil… La disimulación en este caso después de ser injuriosa será perfectamente inútil al objeto que me propongo. Hablo de la fusilación de Dorrego. Hemos estado de acuerdo en ella antes de ahora. Ha llegado el momento de ejecutarla…”. Esa noche llega el parte de Lavalle: “Participo al gobierno delegado que el Coronel don Manuel Dorrego acaba de ser fusilado, por mi orden, al frente de los regimientos que componen esta división. La historia, señor Ministro, juzgará imparcialmente si el Coronel Dorrego ha debido o no morir; y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un pueblo enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público. Quiera persuadirse el pueblo de Buenos Aires que la muerte del Coronel Dorrego es el sacrificio mayor que puedo hacer en su obsequio.”. Del Carril cree que es imprevisión de Lavalle afrontar el juicio de la historia sin tomar precauciones. Vuelve a escribirle el 15 de Diciembre: “…es conveniente recoja usted, un acta del consejo verbal que debe haber precedido a la fusilación. Un instrumento de esta clase, redactado con destreza, será un documento histórico muy importante para su vida póstuma… que lo firmen todos los jefes y que aparezca usted confirmándolos.” Y le da los fundamentos del documento: rebelión armada de Dorrego contra la autoridad legítima elegida por el pueblo; empleo de salvajes para ese atentado; pedido de auxilio a Santa Fe, etcétera. Ante la impasibilidad de Lavalle, el 20 insiste del Carril. Argumenta que la muerte de Dorrego no podía ser precedida de juicio en, forma porque no había jueces, porque los crímenes por éste cometidos ya estaban demostrados, por el número de víctimas causadas, la necesidad de sacrificar la cabeza de una facción desesperada, el estado de la sociedad “en que hemos tenido usted y yo la desgracia de nacer”. Le dice que es conveniente justificarse ante los contemporáneos y la posteridad. Y añade: “… juro y protesto que, colocado en un puesto elevado como el de usted, no dejaría de hacer nada útil, por vanos temores. Al objeto, y si para llegar siendo digno de un alma noble, es necesario envolver la impostura con los pasaportes de la verdad, se embrolla; y si es necesario mentir a la posteridad, se miente y se engaña a los Vivos y a los muertos…“. En situación insostenible, pactó con Rosas el nombramiento de Viamonte como gobernador, pidió licencia para salir del país y, desde Colonia, Uruguay, promovió dos fracasadas insurrecciones en Entre Ríos. Tomó partido por Rivera en su campaña contra Lavalleja, sublevado, y rechazó el nombramiento de brigadier general diciendo que “no había dejado ni dejaría de ser general argentino”. En 1839, con apoyo de los emigrados unitarios y de los franceses, pasó con una división a Entre Ríos, donde combatió con suerte varia. Derrotado por Echagüe en Sauce Grande, cruzó el Paraná en embarcaciones francesas y con 1.100 hombres estuvo en 15 días en Luján. Rosas había organizado un ejército de 17.000 hombres, y Lavalle, sin apoyo, se retiró, tomando a Santa Fe en Septiembre de 1840. Perseguido por tres ejércitos, trató de reunirse con La Madrid. A marchas forzadas Oribe lo alcanzó el 28 de Noviembre en Quebracho Herrado, en donde quedó liquidado el ejército de Lavalle. Trató de organizar la guerra de partidas. Fracasó y, con menos de 1.000 hombres para contener a los 12.000 de Aldao, se dirigió a Chilecito, tratando de atraer sobre él a los federales, dando así tiempo a La Madrid para organizarse en Tucumán. lo consiguió por algunos meses, y el 10 de Junio de 1841, ante la proximidad de Aldao, buscó a La Madrid en Catamarca. Pasó luego a Tucumán, uniéndose a Marco Avellaneda, gobernador allí desde Marzo de 1841, marchando ambos a Salta. Oribe, desde Río Hondo, amagó entonces sobre Tucumán. Avellaneda, para defenderla, regresó con su columna, que se le dispersó al entrar en la provincia. Lavalle, con un puñado de hombres, se dispuso a vender cara la derrota. Reorganizó sus efectivos, abandonó Tucumán, donde había llegado, pero donde no podía sostenerse, y cuando la prudencia le aconsejaba retirarse se decidió por la ofensiva, atacando al poderoso ejército de Oribe. En la noche del 19 de Septiembre de 1841 cruzó el río Famaillá, amaneciendo formado en batalla a espaldas del enemigo. Después de una hora de combate, el ejército de Lavalle se desbandé. La derrota de Famaillá concluyó con la coalición del norte, y Lavalle regresó a Salta, pensando aún en resistir. Su plan consistía en atraer a Oribe, alejarlo de su teatro principal de operaciones para que, en su ausencia, desarrollaran libremente su acción los generales Paz y la Madrid. Se preparaba a poner en ejecución este plan cuando las tropas correntinas, que lo habían acompañado desde el principio de la campaña, decidieron regresar en masa a su provincia. Esto cortaba de raíz toda posibilidad de resistencia. Con sus últimos fieles, unos doscientos hombres, Lavalle emprendió el camino de Jujuy, donde llegó el 8 de Octubre. Tratando de huir al norte, a Bolivia, con unos cuantos camaradas leales, Lavalle fue muerto (probablemente por accidente) en una residencia privada en Jujuy cuando un grupo que acertaba a pasar por allí disparó una serie de tiros contra la casa; cuando sus leales seguidores se enteraron de que existía el propósito de profanar sus restos, formaron secretamente una guardia de honor para escoltar el cadáver de Lavalle fuera del país, hasta Bolivia, donde lo depositaron en la ciudad de Potosí hasta que los restos pudieran ser devueltos a Buenos Aires, lo que aconteció en 1868, siendo inhumados en el cementerio de La Recoleta.
Argentina - Los Caudillos Argentinos - Buenos AiresRosas, Juan Manuel de (1793-1877), Político y militar argentino, gobernador de Buenos Aires (1829-1832; 1835-1852) principal dirigente de la que habría de ser considerada, Confederación Argentina (1835-1852). Nació en Buenos Aires, de una de las familias más destacadas de la ciudad he hizo una gran fortuna como ganadero y exportador de carne de vacuno, en la época en que el virreinato del Río de la Plata luchaba por su emancipación del dominio español (1810-1816). Hasta 1820 se dedicó a sus actividades privadas. Desde ese año hasta la batalla de Caseros, en 1852, consagraría su vida a la actividad política, liderando a en el gobierno o fuera de él la provincia de Buenos Aires, que contaba no sólo con el territorio productivo más rico de la naciente Argentina, sino con la metrópolis más importante (la ciudad de Buenos Aires) y el puerto que concentraba el comercio exterior de las restantes provincias, así como el control de la aduana. En relación a estos recursos se desarrollaron gran parte de los conflictos institucionales y las guerras civiles del siglo XIX en la Argentina, controlados hasta la caída de Rosas por la provincia de Buenos Aires Opiniones sobre Rosas “Creen que soy federal; no señor, no soy de partido alguno sino de la Patria…En fin todo lo que yo quiero es evitar males y restablecer las instituciones, pero siento, que me hayan traído a este puesto.” (Gobernador Juan Manuel de Rosas.1829). San Martín: “Diré a Usted que orejeo cada vez que veo dirigirse a nuestra playas a estos políticos (embajadores) y a pesar de lo que se dice de los sinceros deseos de estos dos gobiernos (Inglaterra y Francia) tienen de concluir definitivamente las diferencias con nuestro país, de todos modos yo estoy bien tranquilo en cuanto a las exigencias injustas que pueden tener estos gabinetes, porque todas ellas se estrellarán contra la firmeza de NUESTRO DON JUAN MANUEL”. (Carta de San Martín a Guido, 27 de diciembre de 1847) Sarmiento: “La Federación ha salido del gaucho, del rancho, del aislamiento de la provincia, de la barbare; pero tenía una base poderosa y duradera: el pueblo…Cada provincia interior se reconcentró en si misma, y al fin se fueron creando relaciones por la guerra, por las alianzas de los caudillos, por los tratados, etc…por Rosas, en fin, que reincorporó a la Nación…” (Carta de Sarmiento a don Manuel García. Nueva York, 16 de enero de 1866) (AGM. p.151.Proceso al liberalismo) Lavalle: “Mi honor y mi corazón me imponen remover por mi parte todos los inconvenientes para una perfecta reconciliación…Y sobre todo ha llegado el caso de que veamos, tratemos y conozcamos de cerca de Juan Manuel de Rosas como a un verdadero patriota y amante del orden.” (Gral. Juan Lavalle.1829) Juan Bautista Alberdi: “Si se perdiesen los títulos de Rosas a la nacionalidad argentina yo contribuiría con un sacrificio no pequeño al logro de su rescate. Hablar de la expectabilidad de Rosas es hablar de la expectabilidad del país que representa”. (Juan Bautista Alberdi. Obras Completas, T.I. Bs.As. 1886. Afirmado originariamente en su “Fragmento Preliminar al Estudio del Derecho”). “Yo fui enemigo lo recuerdo con disgusto “Rosas y la República Argentina son dos entidades que se suponen mutuamente; él es el que es, por ser argentino; su elevación se supone la de su país; el temple de su voluntad, la firmeza de su genio, la energía de su inteligencia, no son rasgos suyos, sino del pueblo, que él refleja en su persona”. (Alberdi. La Argentina treinta y siete años después de la revolución de Mayo. Valparaíso 1847) “Bueno Aires, bajo Rosas y después de él, nunca ha mirado la deuda inglesa, como obligación de honor, sino como resorte político para suscitar desavenencias entre Inglaterra y Francia. Rosas sacó mucho provecho de eso, en las cuestiones pasadas. Al favor de esas desavenencias, retuvo su poder y sus monopolios. Pero los copistas de Rosas, ¿qué podrán sacar hoy día de las indisposiciones entre la Inglaterra y la Francia? El reconocimiento de la independencia de Buenos Aires como nación independiente. Muy capaces serían ello de solicitar esa ignominia, antes que obedecer al gobierno de la Nación. Pero, ni conseguirán ganancia alguna con eso los tenedores ingleses de la deuda de Buenos Aires; ni la Confederación se dejaría arrebatar jamás una provincia que le cuesta tan cara”. (carta Alberdi a Urquiza, cuando Bs.As. estaba separada de los 13 ranchos). Domingo Faustino Sarmiento: “No se tiene aún noticia de ciudadano alguno que no fuese a votar (Plebiscito del 26, 27 y 28 de marzo de 1835 en Buenos Aires por el cual la ciudadanía se pronunció en concederle la Suma del Poder Público a Roas) Debo decirlo en obsequio de la verdad histórica, nunca hubo un gobierno más popular y deseado ni más sostenido por la opinión…que el de Don Juan Manuel de Rosas” .(Domingo F. Sarmiento.“Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga“. Santiago de Chile, 1845). “Necesito y espero que su bondad me procure una colección de tratados argentinos, hechos en tiempo de Rosas, en que estén los tratados federales que los unitarios han suprimido después, con aquella habilidad con que sabemos rehacer la historia.” (Sarmiento a Avellaneda, 16-12-1865.) “Remito a su excelencia un ejemplar del Facundo que he escrito con el objeto de preparar la revolución y preparar los espíritus. Obra improvisada, llena por necesidades de inexactitudes, a designio a veces, no tiene otra importancia que la de ser uno de los tantos medios tocados para ayudar a destruir un gobierno absurdo y preparar el camino de otro nuevo.” (Sarmiento a José María Paz, 22-12-1845.) “Jovencito, no tome como oro de buena ley todo lo que he escrito contra Rosas”. (de Sarmiento a Ramos Mexía) Florencio Varela: “Se paseaba triunfante por las calles de Buenos Aires, hacía gala de su popularidad, recibía a todo el mundo, era un eco de alegría y de aplausos el que se alzaba por donde él pasaba; su casa era el pueblo, el pueblo lo amaba”. Florencio Varela. (Extraído de la obra de Manuel Gálvez, “La vida de Rosas”. Editorial Tor. Emilio Ravigniani: “Rosas… llegó un momento en que dominó por completo el escenario del país y su acción trascendió los límites de Argentina… Rosas tuvo amigos entre gente importante y entre los humildes. Mas su prestigio como hombre lo afirmó en estos últimos; entre los importantes se incubaron sus enemigos… A los personajes federales del interior, los envolvió en una trama amistosa tan fuerte y sutil que sin su conocimiento haría inexplicable la acción política desplegada. Con Estanislao López y Juan Facundo Quiroga estructuró la confederación a partir de 1831 sobre la base de un íntimo entendimiento. En la correspondencia sostenida con uno y otro y los respectivos actos de conducta aparenta dos ecuaciones personales diferentes fruto de una conciencia política proto-informe. Es un Príncipe Criollo”. Emilio Ravignani. Jurisconsulto, historiador y Profesor universitario. Uno de los creadores de la Nueva Escuela Histórica. Diputado de la Unión Cívica Radical desde 1936 por tres períodos. Testimonio extraído del libro de Fermín Chávez “La Vuelta de Don Juan Manuel”. Edit. Theoría. Bs. As. 1991. Ernesto Sábato: “En muchas oportunidades como en una carta a Clarín en 1996, afirmé que es una triste muestra de inmadurez política y espiritual, el exilio póstumo de Juan Manuel de Rosas. Un hombre que luchó por la soberanía nacional contra potentes enemigos de afuera así como contra los argentinos que desde adentro los apoyaban… en esta ciudad de Buenos Aires hay calles que celebran la memoria de el tabaco o exigido salivaderas en los lugares públicos; pero no hay una sola calle y mucho menos una avenida para hombres como Rosas y Quiroga”. Expresiones vertidas por Ernesto Sábato. Físico- matemático, novelista y ensayista. Escritor premiado nacional e internacionalmente. Leopoldo Lugones: “Batiéndose – ambidiestro formidable – con un brazo contra la traición que ponía en venta la propia tierra…y con el otro contra la invasión que venia a saquear en tierra extraña, echó a la tempestad riendas de hierro que manejó con sus puños de gran jinete de pueblos y de potros. Y por segunda vez se salvó ¡La independencia de América! (Leopoldo Lugones, refiriéndose a Rosas en el artículo “EL SABLE”. Publicado en el periódico “El Tiempo” el 16 de octubre de 1897) Juan Catriel: “Juan Manuel es mi amigo. Nunca me he engañado. Yo y todos mis indios moriremos por él. Si no hubiera sido por Juan Manuel no viviríamos como vivimos en fraternidad con los cristianos y entre ellos. Mientras viva Juan Manuel todos seremos felices y pasaremos una vida tranquila al lado de nuestras esposas e hijos. Todos los que están aquí pueden atestiguar que lo que Juan Manuel nos ha dicho y aconsejado ha salido bien…” Discurso del cacique pampa Catriel en Tapalqué celebrando la llegada de Rosas al poder en su segundo gobierno. Extraído del libro “Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833. Recopilado por Adolfo Garretón. edit. Eudeba. Bs. As. 1975. Nicasio: “Que él había acompañado en cinco campañas a Juan Manuel y que siempre había de morir por él porque Juan Manuel era su hermano y el padre de todos los pobres” Parte del discurso del Cacique Nicasio en Tapalqué celebrando la llegada de Rosas al gobierno por segunda vez. Extraído del libro “Partes detallados de la expedición al desierto de Juan Manuel de Rosas en 1833”. Recopilado por ADOLFO GARRETON. Edit. EUDEBA. Cipriano Catriel: “Nuestro hermano Juan Manuel indio rubio y gigante que vino al desierto pasando a nado el Samborombón y el Salado y que jineteaba y boleaba como los indios y se loncoteaba con los indios y que nos regaló vacas, yeguas, caña y prendas de plata, mientras él fue Cacique General nunca los indios malones invadimos, por la amistad que teníamos por Juan Manuel. Y cuando los cristianos lo echaron y lo desterraron, invadimos todos juntos”. Expresiones del Cacique Catriel, extraídas del libro “Roca y Tejedor” de Julio A. Costa. José Antonio Terry: “Si hemos de reconocer la verdad histórica convengamos que Rosas fue fiel ejecutor de las leyes de emisiones y seriamente económico dentro de las leyes de presupuesto. Durante su larga administración se quemaron fuertes cantidades de papel moneda y se amortizaron muchos millones de fondos públicos en el cumplimiento de las respectivas leyes. Esta conducta impidió la desvalorización del papel moneda colocó a la plaza en condiciones de fáciles reacciones en los momentos en que las vicisitudes de la guerra lo permitían. El comercio y el extranjero tenían confianza en la honradez administrativa del Gobernador”. José Antonio Terry, “Contribución a la Historia Financiera”. En el centenario de mayo de 1910. Artículo en el Diario La Nación y trascripto en su libro “Finanzas” 2da. Edición, Pág. 442. Terry fue Ministro de L. Sáenz Peña, Roca y Quintana. Mitre: “Sino queremos seguir exterminándonos los unos a los otros, sin alcanzar por ese medio bárbaro (guerra civil) la uniformidad que solo puede alcanzarse bajo la presión de un gobierno bárbaro como el de Rosas…” (Mitre a Urquiza luego de Pavón. 2-11-1861 JMR.tVI.p.396) Laurent de l´Ardeche: “Lo que hay de cierto es que el poder de Rosas se apoya efectivamente en el elemento democrático, que Rosas mejora la condición social de las clases inferiores, y que hace marchar a las masas populares hacia la civilización dando al progreso las formas que permiten las necesidades locales. La guerra de los gauchos del Plata contra los unitarios de Montevideo representa en el fondo la lucha del trabajo indígena contra el capital y el monopolio extranjeros y encierra para los federales una doble cuestión: de nacionalidad y de socialismo”. (Palabras de Laurent de l´Ardeche, diputado socialista francés, el 8-01-1850 en le parlamento francés. Publicado en “La Republique” de París el 9-1-1850 y en “La gaceta Mercantil” del 20-4-1850) Palmerston: “Debemos aceptar la paz que quiere Rosas, porque seguir la guerra nos resulta un mal negocio”. (Dicho por Palmerston en el Parlamento Ingles al pedir la aprobación del tratado Southern-Arana) De Angelis: “La rada está llena de buques, los almacenes y tiendas rebosan. La aduana ya no sabe donde poner pipas y fardos, ni le alcanza el tiempo para hacer liquidaciones. Cada buque que llega trae onzas y emigrados. ¿Y en la Asamblea Nacional (de Francia) se discute si debe hacerse una expedición para pacificar el Río de la Plata. Y al que pide 3 mil hombres para sujetar a Rosas y a Oribe, se le aplaude y se le dice trés bien, trés bien.?” “sin agresiones exteriores, quiero decir europeas, el gobierno argentino en la posición que le ha dado la naturaleza es inexpugnable, tiene más de lo que necesita para hacerse respetar” “Rosas no ataca, pero sabe defenderse, y su política se halla encarnada en frases vulgares pero sentenciosas que acostumbra a repetir: Quien me la hace, me la paga. Quien me busca me encuentra. Y al son que me tocan, bailo.” (De Angelis.Dic 1850) JMR t.1.230) Delisle: “…Rosas no tiene absolutamente ningún derecho…,no ha sido elegido ni por el conjunto de las Provincias Unidas del Río de la Plata, ni por Buenos Aires. Ha llegado al poder por la violencia y es mantenido solamente por el terror de sus crímenes… ¿Tenéis los medios?… En el combate de Obligado sus fuerzas fueron avasalladas en un instante…Con 3.000 granaderos franceses arrollaríamos en un instante a esos gauchos cobardes…; algunas lanchas cañoneras y 10 millones de francos bastarán…Pero os pediré que agreguéis 4 ó 5 millones más para terminar de una manera honorable y digna de la grandeza de Francia un asunto conducido hasta ahora de manera tan vergonzosa y deplorable. El Paraguay, el Entre Ríos, el Brasil, solicitan una alianza ofensiva y defensiva que no nos costará nada…Podemos asegurarles un provenir contra las asechanzas de la pretendida Confederación Argentina. En un tiempo que estamos tan pobres de gloria y desde tanto tiempo. ¿el gobierno francés no debe aprovechar la ocasión de adquirir un poco de gloria?” (Diputado Delisle en la Asamblea Nacional de Francia. 30-4-1850) JMR La Caída. T.1-225 Prudencio Arnold: “Ni la ausencia, ni la distancia, ni el largo período de tiempo transcurrido desde su viaje a Europa, han borrado un momento de mi memoria el hombre de mi predilección y mis simpatías y cada vez que se pronuncia el nombre de Rosas mi corazón palpita a impulsos de estos mismos sentimientos.” “Su retrato de bulto es el único que hay en la salita de mi casa, en esta ciudad, frente a las ventanas de la calle.” Prudencio Arnold – Un Soldado Argentino. (Carta a Rosas desde San Nicolás-20-04-1873.) Juan Domingo Perón: “El primero que después de San Martín muere en el exilio por haber defendido dignamente la soberanía popular y la independencia de la Patria. Los que se han dicho sanmartinianos parecen no haber comprendido la lucha contra el colonialismo que realizó Rosas, lo que San Martín vio claro a quince mil kilómetros de distancia. Él le rindió a Rosas, él le rindió a Rosas el mejor homenaje que un soldado puede rendir a otro soldado: su sable libertador…”. Carta de J.D. Perón del 20 de octubre de 1970 al historiador Fermín Chávez publicada por este historiador en su libro “La Vuelta de Don Juan Manuel”. Edit Theoría. Bs. As. 1991. “Mis queridos padres: Francia e Inglaterra siempre conspiraron contra nuestro comercio y nuestro adelanto y sino a los hechos: En 1845 llegó a Buenos la abrumadora intervención Anglofrancesa; se libró el combate de Obligado, que no es un episodio insignificante de la Historia Argentina, sino glorioso porque en él se luchó por la por la eterna argentinización del Río de La Plata por el cual luchaban Francia e Inglaterra por la política brasilera encarnada en el diplomático Vizconde de Abrantes. Rosas con ser tirano, fue el más grande argentino de esos años y el mejor diplomático de su época, ¿no demostró serlo cuando en medio de la guerra recibió a Mr. Hood y haciendo amueblar lujosamente su casa dijo: Ofrézcansela al Mister, seguro de las ventajas que obtendría? Nos demostró ser argentino y tener un carácter de hierro cuando después de haber fracasado diez plenipotenciarios ingleses consiguió más por su ingenio que por la fuerza de la República que en esa época constaba sólo con 800.000 habitantes; todo cuanto quiso y pensó de la Gran Bretaña y Francia; porque fue gobernante experto y él siempre sintió gran odio por Inglaterra porque ésta siempre conspiró contra nuestro Gran Río, ese grato recuerdo tenemos de Rosas que fue el único gobernante desde 1810 hasta 1915 que no cedió ante nadie ni a la Gran Bretaña y Francia juntas y como les contestó no admitía nada hasta que saludasen al pabellón argentino con 21 cañonazos porque lo había ofendido; al día siguiente, sin que nadie le requiriera a la Gran Bretaña, entraba a los Pozos la corbeta de Harpy y, enarbolando el pabellón argentino al tope de proa, hizo el saludo de 21 cañonazos. Rosas ante todo fue patriota.” (El teniente Perón escribía desde el Arsenal Esteban de Luca, lugar de su destino desde 1917. Original en Archivo de la Familia Perón). Urquiza: “Buenos Sentimientos le guardan los mismos que contribuyeron a su caída, no olvidan la consideración que se debe al que ha hecho tan gran figura en el país y a los servicios muy altos que le debe y que soy el primero en reconocer, servicios cuya gloria nadie puede arrebatarle”. Justo José De Urquiza. Carta a Rosas del 24 de agosto de 1858. Extraída del libro de Mario César Gras “Rosas y Urquiza. Sus relaciones después de Caseros “. Edic. Del Autor. Bs. As. 1948. “Toda mi vida me atormentará constantemente el recuerdo del inaudito crimen que cometí al cooperar, en el modo en que lo hice, a la caída del General Rosas. Temo siempre ser medido con la misma vara y muerto con el mismo cuchillo, por los mismos que por mis esfuerzos y gravísimos errores, he colocado en el poder.” (Fragmento de carta de Urquiza a un tucumano de 18 años después de caseros, de fecha 3 de marzo de 1870 y publicada a fs, 326. tomo3 de la Historia de los Gob. De las Provincias Argentinas de A. Zinny, ed. 192º – cita de Raúl Rivanera Carlés, Rosas Pág. 13) Mitre: “Sino queremos seguir exterminándonos los unos a los otros, sin alcanzar por ese medio bárbaro (guerra civil) la uniformidad que solo puede alcanzarse bajo la presión de un gobierno bárbaro como el de Rosas….” (Mitre a Urquiza luego de Pavón. 2-11-1861 JMR.tVI.p.396) H.S.Ferns. (Investigador canadiense, residente en Gran Bretaña desde 1949. Decano y docente de la la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Birmingham) “Bajo la dictadura de Rosas se produjo cierto movimiento de progreso sobre el cual las generaciones posteriores pudieron construir. En la extensa provincia de Buenos Aires se mantuvo la paz durante un largo período de tiempo. La frontera se desplazó hacia el sur y hacia el este, se eliminaron las perturbaciones sociales se conservó la independencia nacional. Había seguridad de la propiedad para todos aquellos que obedecieran a las autoridades públicas. Se respetaron cuidadosamente los derechos de los extranjeros conseguidos por tratados. El desarrollo comercial de la cría del ganado ovino agregó variedad y fuerza a a economía. Fue posible la acumulación de riquezas en manos privadas, tanto nacionales como extranjeras” (H.S.Ferns. Escritor canadiense radicado en Inglaterra. Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX.p.221) “El régimen del general Rosas no se presentó de pronto al mundo para que se lo admirara o se lo vilipendiara, según el gusto o los intereses, ni asumió repentinamente un carácter definitivo, que lo distinguiera de sus predecesores y de sus sucesores. Surgió lentamente y su carácter se fue formando en gran medida respondiendo a las circunstancias y por designio del personaje que le dio nombre. Como fue durante muchos años la figura central de una controversia política, hasta el punto que terminó por convertirse casi en una figura simbólica. Rosas parecía asumir un carácter moral único. Para el estudioso de las actividades ordinarias de su gobierno, realizadas mes a mes y año a año, su política no presenta contraste de blanco o negro. Cuando dijimos que el general Rosas defendió con ahínco la independencia de la República Argentina, resistiendo a la intervención extranjera y la independencia de la provincia de Buenos Aires dentro de la Confederación de provincias argentinas, dijimos todo lo que puede decirse sobre sus principios. Todo lo demás era cuestión de oportunidad y acomodación de desarrollo y de presiones ejercidas primero y en un punto y luego en otro. Esto acaso explique los repetidos fracasos de sus enemigos, ya que ellos siempre tendieron a juzgarlo por sus declaraciones mas extremas y sus peores actos, lo cual les impidió apreciar sus condiciones para las negociaciones sagaces y solapadas.” (Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX.p.222) “La única Ocasión en que el Gobierno británico fue más allá de las palabras en su trato con al Argentina, esto es durante la turbulenta época del general Rosas, quedó derrotado y admitió con toda franqueza que había sido derrotado.” (H.S.Ferns.Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX.p.486) Parish: “He tenido la satisfacción de ver muchas cosas de él. Su poder en el país es tan extraordinario como su modestia y moderación” (informa Parish a Londres) Los miembros del Gabinete de Rosas “son todos hombres honestos y de buena disposición” Henry Southern: “No es sensato juzgar con ligereza los motivos de un hombre que ha descubierto la manera de gobernar a uno de los pueblos más turbulentos e inquietos del mundo y que lo a hecho con tal éxito que, aunque existan muchos motivos de queja y no poco descontento, cualquier hombre del país consideraría la muerte o aun la caída del general Rosas con la calamidad mas negra. Tal vez sería ciertamente la señal de desorden y de luchas intestinas que reducirían el país a la miseria”(Informe de Henry Southern a Palmerston). Los hechos le darían la razón a Southern, a tal punto que al poco tiempo de la caída re Rosas, el propio Urquiza recocería que:“Hay un solo hombre para gobernar la Nación Argentina, y es Don Juan Manuel de Rosas.Yo estoy preparado para rogarle que vuelva aquí” (Urquiza al representante ingles Gore, al partir para reunirse para el encuentro se San Nicolás. Mayo de 1852. J.M.Rosa. Tomo VI. P.34 H.S.Ferns Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX. p.297) John Murray Forbes (cónsul de EEUU en Bs.As.): “…en comunicaciones anteriores he tratado de hacer un esbozo de este hombre extraordinario…en términos generales es una persona de educación limitada pero se parece a esos extranjeros (farmers) que abundan en nuestro país y son considerados la mejor garantía de nuestra libertad…es sumamente suave de maneras y tiene algo de las reflexiones y reservas de nuestros jefes indios…no hace ostentación de saber pero toda su conversación trasluce un excelente juicio y conocimiento de los asuntos del país y el más cordial y sincero patriotismo…mucho se espera de sus condiciones personales…me declaró que la primera preocupación de su gobierno sería estrechar aún más las relaciones de amistad con el presidente y la nación norteameriana” (comunicación de J.M.Forbes a su gobierno con motivo de la asunción de Rosas al poder) Herrera a Lamas (Exiliados unitarios en Montevideo, con referencia a la misión Hood) “Hood, que fue en el Alecto, aún no ha sido recibido, y es opinión general que no lo será mientras el Gobernador de Buenos Aires no obtenga la satisfacción completa que solicita de Inglaterra. Crea usted que cuando lo veo proceder de este modo, me reconcilio algún tanto con él, porque al menos nos venga de las humillaciones, de las injusticias y de las maldades de esos orgullosos poderes, que son tan cobardemente guapos con los débiles” “Todos los chilenos nos avergonzamos que haya en Chile dos periódicos que defienden la legalidad de la traición a su país, y usted sabe quienes son sus redactores”.(General Pinto, ex presidente de Chile, le escribe al ministro plenipotenciario argentino) “Triunfe la Confederación Argentina o acabe con honor, Rosas, a pesar del epíteto de déspota con que lo difaman, será reputado en la posteridad como el único jefe americano del sur que ha resistido intrépido las violentas agresiones de las dos naciones más poderosas del Viejo Mundo”, decía “O Brado de Amazonas”; De Río de Janeiro, el 13 de diciembre de 1845. “O Sentinella da Monarchia”, del mismo origen, del día 17, se expresaba así: “Sean cuales fueran las faltas de este hombre extraordinario, nadie ve en él sino al ilustre defensor de la causa americana, el grande hombre de América, sea que triunfe o que sucumba”. “Artigas, López, Güemes, Quiroga, Rosas, Peñalosa, como jefes, como cabezas y autoridades, son obra del pueblo, su personificación más espontánea y genuina. Sin más título que ese, sin finanzas, sin recursos, ellos han arrastrado o guiado al pueblo con más poder que los gobiernos. Aparecen con la revolución: son sus primeros soldados” (Alberdi, Juan Bautista. Los Caudillos. Colección Grandes Escritores Argentinos, 3; W. Jackson, Inc. Buenos Aires) (AGM-PLA.p.165) “No teniendo militares en regla, se daban jefes nuevos, sacados de su seno. Como todos los jefes populares, eran simples paisanos las maás veces. Ni ellos ni sus soldados, improvisados como ellos, conocían ni podían practicar la disciplina. Al contrario, triunfar de la disciplina, que era el fuerte del enemigo, por la guerra a discreción y sin regla, debía ser el fuerte de los caudillos de la independencia. De ahí la guerra de recursos, la montonera y sus jefes, los caudillos: elementos de la guerra del pueblo: guerra de democracia, de libertad, de independencia”. (Alberdi, Juan Bautista. Grandes y pequeños hombres del Plata. Edit. Garnier Hnos. Bibl. de Grandes Autores Americanos, París).(AGM-PLA.p.173) “El General Rosas ocupa un vasto espacio, en el gran teatro de los negocios humanos. Su política y sus hechos, se han grabado hondamente en la atención del mundo. Sus bravos compatriotas, en la hora más infausta que registran las páginas de la historia de su país, fijaron en él la vista que los auxiliase, y lo aclamaron para que los aconsejase y dirigiese”. “Con recursos de saber y patriotismo a la altura de las circunstancias, se puso a su frente. Con su genio y su energía estableció el orden, en medio del caos, y la seguridad y sosiego, en medio de la confusión y la anarquía. Sus esfuerzos para establecer y sostener el gran sistema Federal, identificaron su nombre para siempre con esa importante medida, formando uno de los más firmes cimientos sobre los que reposará en los tiempos venideros. Con entereza más que romana, ha sostenido y defendido los derechos soberanos de su país, contra la agresión extranjera, hasta que esos derechos fueron honorablemente reconocidos y asegurados. El haber hecho esto con éxito feliz, es gloria bastante para un solo hombre. La historia imparcial no dejará de consignar fielmente los grandes hechos de su vida, tan llena de acontecimientos extraordinarios. La posteridad juzgará de de ellos por sus exitosos resultados, por las imponentes dificultades de los tiempos en que su protagonista se vio colocado; con justicia y veracidad inscribirá su nombre muy alto en a lista de aquellos grandes hombres que han quedado inmortalizados en la ancha e imperecedera página de la historia del mundo”(Williams A. Harris, cónsul estadounidense, al despedirse de su legación anta la Confederación Argentina). Un caso Social política en la vida política de Juan Manuel de Rosas, Camila O’Gorman Protagonista de un famoso drama durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Hija de Adolfo O’Gorman y Périchon de Vandeuil, y su madre fue Juaquina Ximénez y Pinto. Era nieta de Ana Perichon, la célebre “amiga” de Santiago de Liniers, reconquistador de Buenos Aires. Camila nació en Buenos Aires en 1828. Tenía diecinueve años cuando conoció al párroco del Socorro, Uladislao Gutiérrez, llegado de Tucumán. La joven cantaba en las funciones religiosas y trataba al sacerdote en su casa, que él frecuentaba. La afinidad espiritual se transformó en amor y la pareja decidió huir de Buenos Aires, el 11 de diciembre de 1847, en dirección a San Fernando, bajo los nombres de Velentina Desan y Maximo Brandier. Allí embarcaron con la complicidad del patrón del barco y llegaron a Goya, Corrientes, en tanto eran buscados por pedido del padre de Camila. La pareja se instaló en Goya y conquistó la simpatía de la población, que envió sus niños a la escuela que habían establecido. Algunos meses después, un sacerdote, de paso por el pueblo, reconoció a Gutiérrez y lo denunció. Informado Rosas, dispuso que fuesen traídos a Buenos Aires con grillos e incomunicados. Se cree que Camila escribió a Manuelita Rosas, pues existe una carta de la segunda, fechada en Palermo el 9 de agosto, en la que le dice haber intercedido ante su padre y le recomienda fortaleza. Los prisioneros fueron encarcelados en Santos Lugares. Manuelita había comprado muebles para la celda de Camila, pero su intervención ante Rosas no tuvo efecto, pues este ordenó que los reos fuesen fusilados al día siguiente de su llegada. La sentencia se cumplió el 18 de agosto de 1848, ante el horror de la familia de Camila, que no esperaba este desenlace. La condenada recibió el “baitismo por boca”, “por las dudas si había preñez”, según rezan los documentos de la época, y la ejecución revistió perfiles dramáticos por ser la primera vez que una mujer sufría la pena de muerte.
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