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Mujeres Argentinas
1536 - 1851

Argentina - Mujeres Argentinas - 1536 - 1851 - Tucumán

Zona actual Provincia de Tucumán

A Manuela Pedraza, a quien también denominan Manuela Hurtado alias “La Tucumanesa”, se la caracteriza como una mujer valiente y “varonil”, que se destaca el 12 de agosto de 1806, en la Reconquista de Buenos Aires, junto a otras heroínas que pelearon al lado de sus esposos contra los invasores.
Según los datos que se poseen, la tucumana “entró a la plaza con su marido, un cabo de asamblea, mató con sus propias manos al primer inglés que tuvo su alcance y apoderándose de su fusil siguió la lucha entre los tiradores hasta entregar el arma al comandante general”. Por otra parte, se afirma, que luego de dar muerte al “portaguion de dragones ligeros”, fue herida y volvió ufana a las filas patriotas con una insignia o estandarte, “sin cuidarse de su sangre”.
En ambos relatos existe un elemento común, la muerte de un inglés que habría sido el que mató a su esposo, pero la diferencia estriba, en que el primero manifiesta la entrega de un fusil y el segundo de un estandarte o trofeo de guerra al comandante Santiago de Liniers.
Al parecer, la heroica acción tuvo una gran resonancia que despertó el espíritu de retribución, que no se redujo solamente a Liniers sino que se hizo extensivo al propio Carlos IV. Evidentemente, el Cabildo de Buenos Aires gratifica en primer término a la heroína con 50 pesos y sueldo de soldado.
Poco después, Liniers solicita un premio mayor para Manuela Pedraza, y el monarca le concede el grado de subteniente de infantería con uso de uniforme y goce de sueldo, que en 1813 seguía disfrutando. El poeta Pantaleón Rivarola al cantar a la Reconquista de Buenos Aires le dedicó estas estrofas: “A estos héroes generosos / Una amazona se agrega / que oculta en varonil traje / triunfa de la gente inglesa: / Manuela tiene por nombre, / Por Patria Tucumanesa”.
Se conoce que la heroína continuó viviendo en la ciudad de Buenos Aires, pero las circunstancias económicas no le fueron favorables, ya que se le habría iniciado un juicio de desalojo por la pieza que arrendaba. En la ciudad que la vio nacer, una calle y una escuela adoptaron su nombre, para inmortalizar en el recuerdo esta figura que surge con la patria misma. Si se sabe que era nacida en Tucumán (Argentina). Tampoco el día que nació o el día en que falleció en cambio se conoce que su vida termina trastornada y en la miseria. Fue una de las heroínas argentinas, luchadora y batalladora en contra de la Invasiones Inglesas los días 10, 11 y 12 de agosto de 1806. Peleó junto a su marido hasta llegar el último día en la encarnizada batalla de la plaza mayor dónde las fuerzas de Santiago de Liniers rodeaban La Fortaleza (Hoy Casa Rosada sede del Gobierno Argentino).
“Manuela la tucumanesa” como la llamaban se insertó, junto a Batallón de Patricios, en medio del fuego de metralla del bando inglés y con un fusil mató a los enemigos usurpadores del la incipiente Argentina. En la Batalla del 11 de agosto de 1806 hieren y asesinan a su esposo, ella persigue al soldado inglés y lo mata atravesándolo con la bayoneta y matando a otro con la bala del fusil que recogió de su marido muerto en combate. Al término de la lucha, el comandante Liniers la integra al Batallón de Patricios y le da el grado de Alférez y con goce de sueldo.
El parte de Santiago de Liniers que se encuentra en el Museo del Cabildo dice lo siguiente: “No debe omitirse el nombre de la mujer de un cabo de Asamblea, llamada Manuela la Tucumanesa, que combatiendo al lado de su marido con sublime entereza mató un inglés del que me presentó el fusil”. Muy tardiamente, fue reconocida y una calle de la ciudad que ayudó a reconquistar lleva su nombre. En Tucumán mismo no se la recuerda, salvo que su nombre corresponde a una pequeña localidad cercana a Simoca y alguna escuela pública. Fue una heroína de la Primera Invasión Inglesa. Los días 10, 11 y 12 de agosto de 1806 se combatió encarnizadamente en las calles de Buenos Aires para reconquistarla de manos se sus usurpadores ingleses.
Todos participaron en la lucha, las mujeres con el mismo fervor que los hombres. Cuando el combate había llegado a su culminación en la plaza mayor (hoy Plaza de mayo), donde las fuerzas al mando de Liniers trataban de tomar la Fortaleza (hoy Casa Rosada), una mujer del pueblo se destacó entre los soldados, uno de los cuales era su marido, a quien había resuelto acompañar.
La metralla no la acobardó. Por el contrario, se lanzó al lugar de mayor peligro siempre al lado del soldado de patricios, con el que formaba una pareja de leones. El hombre cayó atravesado por una bala. Manuela tomó su fusil y mató al inglés que había disparado sobre él. Pasada la lucha, el general vencedor la recompensó con el grado de alférez y goce de sueldo.
En su parte dirigido a la metrópoli decía: “No debe omitirse el nombre de la mujer de un cabo de Asamblea, llamada Manuela la Tucumanesa (era nacida en Tucumán), que combatiendo al lado de su marido con sublime entereza mató un inglés del que me presentó el fusil”.
Manuela termina trastornada y en la miseria.

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