Sucesos Argentinos
1852 - 1880
Provincia de Santa Fe
- Sanción de la Constitución
- Batalla de Pavón
Antecedentes históricos
El constitucionalismo surgió a partir del siglo XVII, alcanzando en el siglo XVIII su máximo esplendor. Se trata de una ideología que considera necesaria la existencia de una Ley Suprema o Constitución, que establezca cuales son los poderes del estado y delimite sus funciones, reconociendo a su vez, los derechos de los ciudadanos, en cuyo conjunto, reside la soberanía.
El desarrollo de estas ideas liberales surgidas de los filósofos iluministas, como el inglés John Locke y los franceses, Rousseau o Montesquieu, determinaron la promulgación de la constitución de los Estados Unidos de América, sancionada en 1787 y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, durante la Revolución Francesa de 1789.
Como resultado de la colonización española, las Indias fueron incorporadas a la Corona de Castilla y, por expresa disposición real, ellas no podían ser enajenadas y gozaban de una autonomía que implicaba su sola dependencia del rey.
El gobierno de las Indias le correspondió, durante este período, tanto a organismos pertenecientes a la metrópoli (Rey, Consejo de Indias, Casa de Contratación), como a los creados especialmente para los nuevos territorios conquistados (Adelantado, Virrey, Gobernador, Corregidor, Alcaldes mayores, Cabildo, Jueces reales, Consulados y Audiencia).
El territorio de la Cuenca del Plata, que comprendía, parcial o totalmente, lo que hoy son las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, Chaco, Formosa, Misiones y las actuales repúblicas de Paraguay y Uruguay, tuvo durante los siglos XVI y XVII, un papel secundario en el proceso colonizador. Recién en el siglo XVIII, comienza la prosperidad económica de la zona, impulsada por la demanda creciente de su producción pecuaria y la llegada de importantes cargamentos de mercaderías. Este comercio de importación superaba la demanda interna por lo que reexportaba hacia Chile y Perú.
El Río de la Plata, al compás de su importancia económica, incrementó el valor estratégico de las colonias que comienzan a ser mejor gobernadas y defendidas con mayor dedicación. Así, en miras a su defensa se creó en 1776, el Virreinato del Río de la Plata. En 1803, por la Real Ordenanza de Intendentes, el territorio del Virreinato fue dividido en 8 intendencias, de las cuales sólo tres conformarían posteriormente el actual nacional: Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán y Buenos Aires.
A lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII, diversas causas contribuyeron a formar un clima propicio para dar lugar a una crisis general que, comenzando por los antiguos reinos peninsulares, actuó decisivamente sobre la suerte de las Indias. Durante este período, llamado comúnmente hispánico, el organigrama del poder era rudimentario y sin una distinción nítida de competencias. Tanto en España como en América, los órganos de poder desempeñaban funciones ejecutivas, legislativas y jurisdiccionales, de manera entremezclada.
En mayo de 1810, debido a la comprometida situación en la que se veía envuelta España ante el éxito de la última invasión francesa, lo cual desencadenó la disolución de la Junta Central y la constitución de un Consejo de Regencia.
Buenos Aires se vio conmovida y obligada frente a tales hechos a convocar a Cabildo Abierto, para que se expresase la voluntad de pueblo y se acordasen las medidas oportunas en miras a la solución de dos cuestiones: por un lado, la caducidad del gobierno legítimo y la reversión de los derechos de soberanía al pueblo; y, como consecuencia inmediata, la instalación de un nuevo gobierno.
Nuestra evolución constitucional fue muy precaria en los primeros años siguientes a 1810. Se va tejiendo y destejiendo algunas veces y la complicada trama de una verdadera multitud de decretos reglamentos estatutos, proyectos constitucionales, constituciones que confluyen en la Constitución de 1853.
En la Convención Constituyente reunida en Santa Fe en 1853, 3 de los constituyentes eran sacerdotes: el fraile José Manuel Pérez de la Orden de los Predicadores de Santo Domingo, quien representaba a la provincia de Tucumán y que era un sacerdote de reconocida actuación política anterior; considerando que era un hombre que tenía actuación pública desde 1810.
El Padre Pedro Zenteno (o Centeno), que vino por su provincia, Catamarca, en la cual había ejercido varias funciones políticas; y el Padre Juan Lavaise, santiagueño, que trajo la representación de su provincia. Tras la sanción de la Constitución se incorporó como diputado el presbítero Juan José Alvarez en reemplazo de Zenteno y finalmente se designó por Catamarca al sacerdote J. Figueroa, quien no llegó a hacerse cargo.
Desde 1810 el clero rioplatense y americano había dado notables figuras a la causa de la independencia.
Cuando se realizó en Santa Fe la Convención Constituyente de 1853 la pequeña ciudad que abarcaba unas pocas manzanas, conservaba todas sus caraterísticas coloniales y carecía de hoteles o fondas para brindar alojamiento a los Convencionales. Por esa razón se dispuso que se ubicaran en los conventos de franciscanos y dominicos, en algunos cuartos del antiguo colegio de la Compañía cuyo edificio se encontraba administrado por el Cabildo y finalmente en unos pocos cuartos de alquiler.
Amadeo Grass, pintor francés, se instaló con su familia en Santa Fe para decorar el salón principal del Cabildo y los despachos de los convencionales del ’53, por expreso encargo del Gobierno Nacional; unos meses antes que éste comenzara a sesionar.
El Cristo ante el que los Constituyentes de 1853 sancionaron la Constitución Nacional, se halla actualmente en el Convento de San Francisco. Esa es la imagen que preside aún todos los Viernes Santos la procesión de la pasión y muerte de Nuestro Señor.
El edificio más caracterizado y recordado en la tradición santafesina era el que alojó a José Banjamín Gorostiaga, ubicado en la esquina suroeste de las calles 3 de Febrero y San Gerónimo, frente a la Casa de Gobierno; allí funcionaba la confitería de Hermenegildo Zuviría, apodado Merengo, en cuya planta alta estaba el cuarto de alquiler. Este Merengo dejó para los santafesinos los característicos alfajores que nos representan. Dicho edificio se mantuvo hasta principios de los ’60 siendo, lamentablemente, demolido.
La ciudad de Santa Fe, al momento de llegar los Constituyentes de 1853 estaba habitada por una sociedad de costumbres sencillas y pueblerinas y que en ella se inauguró en esos días la primera institución de carácter social que tuvimos y una de las pioneras del país: el Club del Orden.
En él se organizaban las tertulias, bailes y juegos que permitieron confraternizar a los constituyentes con los santafesinos y santafesinas, naciendo de esos encuentros noviazgos y hasta posteriores casamientos. Aquellos fueron nombrados socios honorarios del club y en sus salones se realizaron anualmente los festejos correspondientes a la recordación del 25 de Mayo.
La Constitución Nacional es nuestra Ley máxima. Fue sancionada el 1º de Mayo de 1853 por el Congreso General Constituyente reunido en Santa Fe, conformado por los representantes de todas las provincias, con excepción de Buenos Aires.
Finalizaba un período en el cual, desde el Congreso de Tucumán de 1816, nuestro país luchó por conseguir su Constitución. Buenos Aires estaba separada del resto del país, cuyo Presidente era Justo José de Urquiza.
La Constitución proclamó la forma de gobierno representativa, republicana y federal; dividió el gobierno en tres poderes ejecutivo, legislativo, y judicial, y garantizó los derechos y deberes de todos los habitantes de la República Argentina. Fue reformada en varias oportunidades, la última vez en el año 1994.
“El 17 de septiembre de 1861 tuvo lugar la batalla de Pavón entre las fuerzas porteñas, comandadas por el general Bartolomé Mitre, y las tropas de la Confederación Argentina, al mando del general Justo José de Urquiza. En un combate dudoso, Urquiza retiró sus tropas, aun teniendo superioridad numérica.
La victoria fue para los porteños, que extenderían su dominio a todo el país. La batalla de Pavón suscito polémicas y especulaciones que aún perduran, pero al margen de las interpretaciones sobre los entretelones de la batalla, lo cierto es que Pavón abrió el camino a la organización nacional y puso fin a la separación entre la Confederación Argentina y la provincia de Buenos Aires, producida en 1852. A continuación, transcribimos un artículo de José María Rosa sobre la batalla, sus interpretaciones y consecuencias. Fuente: Retorno, 5 de noviembre de 1964, por José María Rosa”
El 5 de julio, el Congreso Nacional sancionó una ley, en la que acusaba a Buenos Aires de romper pactos amistosos anteriores en una actitud de sedición y en consecuencia, la asamblea facultaba al Poder Ejecutivo a intervenir en la provincia “a efectos de restablecer el orden legal perturbado”.
Debido a la inminencia de la lucha, Urquiza se dedicó a organizar las tropas entrerrianas y correntinas, mientras Derqui -distanciado con el primero- se dirigía a Córdoba para equipar por su cuenta un ejército en el centro del país. Las fuerzas de Buenos Aires fueron confiadas al general Mitre, quien las concentró en Rojas, próximo a la jurisdicción de Santa Fe. Antes de emprender la nueva guerra fraticida, ambos beligerantes iniciaron negociaciones de paz por intermedio de representantes diplomáticos de Inglaterra, Francia y Perú.
A una de las reuniones, celebrada a bordo de la nave inglesa “Oberón” fondeada en el puerto de Las Piedras -Santa Fe- concurrieron Derqui, Urquiza y Mitre. Las tratativas continuaron aunque no se llegó a ningún acuerdo. El general Urquiza al frente del ejército de la Confederación -unos 17.000 hombres- inició su avance desde el norte, mientras los efectivos de Buenos Aires -22.000 hombres- a las órdenes del general Mitre penetraban en territorio de Santa Fe.
Ambas fuerzas chocaron el 17 de septiembre de 1861 en las proximidades del arroyo Pavón, donde se libró una encarnizada batalla que concluyó con el triunfo del general Mitre, mientras Urquiza sólo pudo salvar contingentes entrerrianos, con los cuales inició la retirada hacia su provincia. El vencedor avanzó hasta Rosario.