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Resto de Europa - Geografía Humana

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Los Germanos

Posiblemente el término agrupaba a una serie de tribus semi célticas que estaban asentadas en la orilla izquierda del Rin, los germani cisrhenani. Hay que anotar que los germanos nunca se denominaron a sí mismos con un nombre genérico, en momentos posteriores (aporx. en el siglo VIII), los germanos continentales se dieron el nombre poco significativo de Deutche, traducido de forma literal como “la gente del pueblo”, usada, posiblemente para diferenciar los elementos germanos y romanos que formaban el Imperio Carolíngio Aunque los romanos chocaron de forma violenta con el mundo germano, éstos fueron conocidos ya en la Antigüedad Clásica, hay referencias de ellos en la obra de Piteas de Marsella, siglo IV a.C.
Las migraciones de bastarnos y esquiros hacia el Mar Negro se produjeron entorno al siglo III A.c., los cimbrios y teutones se desplazaron hacia Noriga, Galia, Italia y España hacia el 113-101 A.c. Aunque hasta las campañas de Cesar y Augusto no existió una visión de conjunto.
Después de unos cien años de escaramuzas, y guerras mas serias, los romanos se atrevieron a intentar una sistematización de estos pueblos. Escribieron sobre ellos Estrabón, 18 A.c., Plinio el Viejo, posiblemente antes del 79 D.c., Tácito en su obra Germania, en el 98 D.c. y Ptolomeo en el 150 de nuestra era.
Los pueblos bárbaros fueron importantes por la relevancia que tuvieron en la destrucción del imperio romano dándole pasos a nuevas culturas, que trajeron consigo guerras por territorios para su bienestar migrando hacia roma (imperio).
Durante la decadencia del imperio romano los pueblos bárbaros se aproximaron hacia sus fronteras con gran presión para poder entrar. Si bien los guerreros romanos contuvieron todos los intentos realizados los bárbaros lograron penetrar en ella, hasta que finalmente, lo lograron con ayuda de otros pueblos

Las zonas geográficas donde se desarrollan los asentamientos de estos pueblos germanos son las siguientes:

  • Los suevos y parte de los vándalos se establecen en la provincia romana de Galaecia.
  • El grupo más numeroso de los vándalos se instaló no obstante en la provincia Bética.
  • Los alanos se dispersaron por las provincias Lusitana y Cartaginesa. Fueron prácticamente absorbidos por los vándalos y se diluyeron entre la población hispano romana.
  • Entre los distintos pueblos germanos permanecen los enfrentamientos así como las luchas con el imperio romano, lo que acrecentó la inestabilidad.

Características de los germanos

  • Fueron los principales protagonistas de las invasiones.
  • Eran campesinos dedicados a la agricultura y ganadería.
  • Apreciaban el honor y el valor.
  • Su actividad preferida era la guerra.
  • La base de la sociedad era la familia, en la que el padre concentraba la autoridad.
  • Usaban la hueste, que era un grupo de jóvenes guerreros que por medio de un contrato se ponían de lado de un noble, quien les daba armamento y gratificaciones, a cambio de la obediencia y ayuda por parte de los soldados.

Anglos

Pueblo germánico establecido desde muy antiguo en Alemania septentrional, concretamente en la zona comprendida entre el Elba y Jutlandia. En los s. V y VI, aprovechando que Britania (v.) había sido abandonada por las legiones romanas, emigraron en masa a aquella isla unidos a sajones y jutos, con quienes formaban una federación. Los invasores tuvieron que vencer una encarnizada resistencia de los primitivos habitantes, pero no es posible dar exactos pormenores de la invasión porque los recuerdos escritos que se han conservado de ellas son muy oscuros o están llenos de leyendas, cómo la del famoso rey Arturo, al parecer un jefe bretón.
La sociedad estaba constituida por las familias de los hombres libres, llamados ceorlas; el cabeza de familia o Mundobora tenía un poder absoluto sobre familiares, criados y huéspedes; el matrimonio consistía en la compra de la mujer. Estas familias vivían en pueblos formados por cabañas y se alimentaban de los productos de las tierras; a la muerte del poseedor, las tierras pasaban a sus herederos según el orden de sucesión establecido por el derecho popular o Folcriht. Los a. tenían esclavos, como los habían tenido en Germania antes de invadir la isla. Estos esclavos eran bretones y otros germanos que habían sido hechos prisioneros y vendidos después.
La existencia de esclavos bretones en la parte oriental del país no está exactamente comprobada, mientras que su número aumenta a medida que se avanza hacia el oeste. Esta circunstancia se ha empleado para medir el grado de exterminio cometido con los indígenas. Por lo demás, todos eran considerados como cosas y no como personas. A medida que algunos reyes fueron haciéndose poderosos, el papel de la Asamblea (Witenagemot) que en un principio, entre otras, tenía la función de elegir y deponer al rey, fue perdiendo todo su poder efectivo. Se concedió a la Iglesia y a los laicos la propiedad absoluta de las tierras, lo que en el futuro constituyó la base de la sociedad feudal.

Sajones

Originarios de Alemania Septentrional, entre el río Elba y la Península de Jutlandia, se afincaron en lo que hoy es el sureste de Inglaterra, conjuntamente con los jutos, que procedían de los que hoy conocemos como Dinamarca, y los sajones, originarios de Alemania. El territorio pertenecía al Imperio Romano Occidental.
Estos pueblos bárbaros habían querido penetrar en la Britania romana, desde mucho tiempo atrás, incursionando en sus costas orientales, pero eran detenidos en su avance por la flota romana, aunque en algunos casos, habían colaborado con los romanos, para repeler a los pictos.
La palabra ‘Sajón’ deriva de Seax, que es una especie de espada. Las tribus germánicas tomaban sus nombres de las armas que utilizaban. La mayoría de los sajones permaneció, sin embargo, en el continente, donde formaron una nación pagana en el siglo VIII. Tres estados de Alemania Federal de hoy en día deben su nombre a los sajones: Sajonia, Sajonia-Anhalt y Baja-Sajonia. Siglo VI siglo X siglo X Conformaron 4 Los duques de Sajonia reinaron sobre Alemania sobre la isla hasta la invasión Normanda Al sur de la isla una dinastía sajona se impuso.
En el siglo VIII, el rey franco Pipino el Breve atacó a los sajones que permanecían en Germania. Su hijo Carlomagno logró someterles tras una serie de feroces guerras que duraron desde el 772 hasta el 804 y les obligó a convertirse al cristianismo.
A lo largo del siglo IX, se creó un gran ducado sajón bajo soberanía franca y sus gobernantes fundaron una dinastía de reyes germanos en el siglo X. Este viejo ducado de Sajonia fue disuelto hacia fines del siglo XII y el nombre de Sajonia pasó posteriormente a denominar una región distinta por completo.

Los íberos

Hacia el siglo VI a. C., los griegos llamaron Iberia, a las regiones remotas, situadas tanto en Oriente como en Occidente, donde su imaginación les brindaba la posibilidad de que fueran tierras plagadas de riquezas. La parte occidental dejó de ser un misterio, cuando alcanzaron la exploración de dicha zona, que estaba bajo el dominio de los Tartessos.
Los fenicios llamaron Spal a la Península, y los romanos la denominaron Hispania. Iberia era la zona de Hispania, habitada por los Íberos, que según Polibio comprendía la zona bañada por el mar Mediterráneo hasta las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar).
La cultura ibérica fue producto de la fusión de los pueblos autóctonos con los fenicios, griegos y cartagineses.
En el siglo XIX, surgió la tesis de que los íberos tenían un origen africano, y que sus creaciones y expresiones artísticas respondían a simples copias de culturas más evolucionadas como la de los griegos. Además distinguieron a los íberos de los celtas, que tienen el mismo origen étnico y que juntos constituyeron el grupo de celtíberos que habitaban Numancia, lugar que ya no existe, cercano a la ciudad de Soria. Actualmente se han desechado esas afirmaciones.
Construyeron ciudades amuralladas, piezas escultóricas en piedra y desarrollaron un sistema de escritura, aún no descifrado, constituido por 28 caracteres alfabéticos y silábicos.
Utilizaron el caballo, cuya propiedad era una característica de las clases poderosas.
Los dioses íberos son fundamentalmente femeninos, rindiéndoseles culto primero en forma personal en las tumbas monumentales y luego en forma colectiva en los santuarios, ubicados fuera de los poblados, reconociéndose como lugares destinados a ello, la Alta Andalucía en Sierra Morena y lugares cercanos a la costa, en Murcia y Alicante.
Su lengua provino probablemente del sur de Francia (Aquitania) difundiéndose de norte a sur, facilitada por el desarrollo del comercio. La Península era sumamente rica en plata, oro, cobre y plomo, lo que estimuló el desarrollo económico y el intercambio, usando la moneda como medio de pago.
El arte tomó como modelo al guerrero, ya sea a pie o a caballo y a las mujeres representadas con lujosos atavíos.
Los exvotos son ofrendas que se colocaban en los templos, dedicados a la divinidad, a la que homenajeaban con figuras de bronce, barro o cerámica según la condición social del oferente, donde se representaban a sí mismos o a animales.
La historia de los íberos comenzó cuando los griegos desplazaron a los tartessos, en el siglo VI a. C. En el siglo IV a. C. se desarrolló el período conocido como ibérico pleno donde toda la grandeza de esta cultura llega a su punto máximo con obras escultóricas majestuosas descubiertas en el siglo XIX: “La gran dama oferente del Cerro de los Santos, “Las Esfinges de Agost” y “La Dama de Elche”.
Durante los siglos III y II a. C., Roma comenzó su proceso de expansión, y en el siglo I a. C., se apoderó de Hispania, que pasó a formar parte, como provincia, del Imperio Romano.
No es una sola etnia, sino muchas diferentes configuradas además por un substrato anterior distinto en función de si han tenido un mayor contacto con griegos, fenicios o centroeuropeos. No es un substrato homogéneo. A pesar de su heterogeneidad hay una serie de rasgos comunes. Normalmente, lo que ha quedado es el término Iberia para toda la Península. Podemos hablar de dos ámbitos. Si hablamos de los íberos en sentido estricto nos referimos a la zona del Levante peninsular. Si hablamos en general el ámbito es mucho más amplio. Va desde el sur de Francia por toda la costa, la Alta de Andalucía y gran parte de la Baja Andalucía.
Uno de los rasgos más comunes es la lengua ibérica y la escritura. Se tenía la idea de la configuración de los pueblos ibéricos por los textos literarios históricos. Estrabón menciona no sólo el elemento étnico sino que menciona incluso su capital. La información de Estrabón se ha cotejado con los datos aportados por las monedas ibéricas.
La protohistoria es el estadio en el que un pueblo no tiene historiografía propia pero está documentado por historiografía ajena. En el caso de España por las fuentes primero fenicias y después griegas. El mapa de la protohistoria de España es similar al de la Italia o la Galia protohistóricas: una sociedad agrupada en torno a unidades tribales que habitaban espacios geográficos concretos con economías basadas en la agricultura, la ganadería y el comercio tanto entre las distintas tribus como con los mercaderes extranjeros.
España es una unidad geográfica. La Península Ibérica fue vista por fenicios, griegos y romanos como una unidad, y los habitantes de la España protohistórica, llamada por los griegos y púnicos Iberia y por los romanos Hispania, si bien no tenían conciencia de una unidad política más allá de la meramente geográfica, sí se sentían parte integrante de un destino común, exactamente igual que les ocurría a los galos, exactamente igual que les ocurrió a los griegos. Sentimiento que no tuvieron los italianos hasta que ya era demasiado tarde y la loba romana les había engullido. Es por esa razón que ningún pueblo galo, hispano o griego tuvo jamás el dominio absoluto sobre el conjunto del territorio “nacional”, algo que no ocurrió en Italia.
Pero los habitantes de la España protohistórica estaban muy lejos de ese sentimiento. En el año 1.100 aC una expedición fenicia fundó la ciudad de Gádir, la Gades romana, nuestra Cádiz, que por ello es la ciudad habitada actualmente más antigua de toda Europa. La fecha de la fundación está documentada por varias fuentes fiables fenicias, griegas y romanas que, año arriba, año abajo coinciden (ojalá tuviéramos la misma seguridad siempre). Gádir fue fundada en una isla de un kilómetro y medio de longitud de fácil defensa y con pozos de agua potable y tierra cultivable, como una colonia fenicia cercana al reino de Tartessos. Este reino de Tartessos aún está enterrado y necesitaría de otro Schliemann para ser devuelto a la luz, ha dejado muchos rastros de su arte, su comercio… La legendaria Tarsis, buscada con más corazón que cabeza por románticos arqueólogos, sólo espera el golpe afortunado de la piqueta que la desentierre de una vez, y ése es el reto de los arqueólogos

Los vascos

Los vascos son tan antiguos como las montañas, reza el dicho. Y su pueblo suele ser muy patriótico, razón por la cual se suelen ver a los vascos por todos lados en la historiografía. Desde primeros colonizadores de América, hasta primeros pobladores de Irlanda por ejemplo. Vasconia es un nombre genérico para designar al territorio donde vivían o viven los vascos. Éstos son conocidos desde tiempos de los griegos y romanos, pero su origen es desconocido: se sabe que no son indoeuropeos. Por tanto, es muy poco probable que procedan del Cáucaso, por donde “pasaron” también los indoeuropeos.
Es difícil de imaginar que realizaran un trayecto semejante al de los indoeuropeos, pero por cuenta propia, sin mezclarse con ellos y sin que queden huellas de un viaje tan largo. Lo más probable es que su origen sea autóctono, es decir, que los vascos sean los “únicos” auténticos “españoles” en estado “puro”.
Para esta última posibilidad, existen indicios mucho más fiables. El territorio poblado por los vascos (para referirse a ellos en las edades Antigua y Media es mejor utilizar el nombre “vascones”) fue de seguro mucho más amplio que el de la actual Comunidad Autónoma Vasca
De los vascones procede el nombre de Gascuña en Francia, y en Hispania, en la Edad Antigua, ocupaban buena parte de la Rioja y Navarra. Incluso en lugares mucho más alejados de la Península Ibérica se encuentran presuntos restos de toponimia vasca. En todo caso, como se ha dicho, lo único que se conoce con certeza es su presencia al llegar griegos y romanos.
Es posible que los rasgos raciales y lingüísticos de los vascones se vieran acentuados por la endogamia y por el aislamiento respecto de los demás pueblos. Pero, al mismo tiempo, este aislamiento existía entre ellos mismos, de modo que no tuvieron, hasta fines del siglo XIX, una identidad política, y menos lingüística, ya que el vascuence estuvo dividido en al menos siete dialectos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, cuando se creó el “euskera batua” (vascuence unificado). Los vascos eran conocidos por su lengua, y esta denominación ha durado hasta hoy: en castellano, se llamaban vascongados, “los que hablan vasco”, palabra que traduce la vasca “euskaldún”, que significa lo mismo en singular.
Vasco es una de la diversas formas de pronunciar la palabra vasca “eusko”, como lo son también: gasco (gascuña), wasco(wasconia) o eskuo (eskualherria, eskuara, en Iparralde). Eusko es el adjetivo vasco euskor que viene del verbo eutsi y siginifica resistir. Asi que eusko-vasco significa resistente. Euskara (ara=lengua) la lengua de los resitentes, euskalherria(herria=pueblo) el pueblo de los resistentes., etc.
Vascongado viene del latín vasconicatum (vasquicizado) ya que los romanos llamaban vascones a los navarros y al resto de vascos vascongados o asimilados a los navarros. El euskera fue para los romanos la lengua de los navarros (lingua navarrorum). Otra explicación podría ser que vasco viniera de Bera-euskones ( los vascos del llano, en contraposicioin a Gara-euskones (gascones) los vascos de la montaña, lo que en latín se llamo el saltus (montaña) y ager (el campo), entonces gascones y vascones serian los navarros de la montaña y los de la Ribera respectivamente).
Pero estas diferencias son de los tiempos de los romanos (200 años A.c.), ya que anteriormente los vascos se extendían por todo el Pirineo y el sistema ibérico, como lo demuestra la toponimia, hasta que fueron arrinconados por lo iberos y los celtas en el extremo occidental del Pirineo, y allí hubieran sido aniquilados si no es por la llegada de los romanos que derrotaron a los enemigos de los vascos y se aliaron con estos en la larga guerra de 200 años contra los cantabros y construyeron como bases del ejercito vasco-romano las ciudades de Pompeius-polis-nova( Pompelona-Pamplona), la antigua Iruña en el camino a Aquitania por Orreaga-Roncesvalles, Kalegorria (Calagurris) en la Ribera y Veleia (la antigua Iruña de Oka) en el valle Zadorra, Ebro medio. Por eso el euskera es la unica lengua que respetaron los romanos, por ser sus aliados y así ha conseguido sobrevivir. El euskera incluye numerosos préstamos del latín y ha copiado las declinaciones y la sintaxis del latín culto, mientras que el latín vulgar, de donde viene el español, las perdió. Excepto en el vocabulario el euskera se parece mas al latín que el español.
El origen de los vascos ha llevado a muchas teorías, desde su llegada al país vasco con el Hombre de Cro-Magnon hasta las hoy en día desechadas, que les suponía descendientes de Tubal o desertores bereberes de las tropas de Aníbal. Algún cada día adquieren más fuerza, como el vascoiberismo o la vasconización tardía. Estas teorías se pueden ver en Historia de los vascos
. La voz “vascones” procede de la voz celtas “barscunes” que en lengua celta significa “los de lo alto” o “los de la cima”. Voz que coincide con el entorno en que vivían los pueblos vascones entonces: las montañas. Los vascones, no guardan relación étnica, lingüística o cultural con los celtas ni con los iberos.
Los vascos no tenían nombre para denominarse a si mismos, lo cual quiere decir que carecían de identidad como tribu o grupo étnico (hasta que Sabino Arana inventó el término euskadi para denominar a la nación vasca que propugnaba), lo que es claro indicio de que su presencia en las montañas navarras fue consecuencia de un hecho sobrevenido y no de su evolución natural como pueblo, tribu o grupo étnico de aquellos solares. – Al parecer el origen de los vascos fueron las tropas de los ejércitos cartagineses de Aníbal que desertaron aprovechando el paso por los Pirineos unos 20.000 hombres una vez cruzado el río Ebro y antes de llegar a los pirineos en el momento en que tuvieron la certeza de que su destino era llegar hasta Roma.
El origen de las tropas de Aníbal eran: iberos, bereberes, libio, fenicios y tingitanos de Mauritania. La lengua vasca y berebere, en particular la hablada en la región de los montes Atlas de la antigua Mauritania y los territorios de la antigua Persia muestra similitudes que pueden quedar explicadas con la anterior teoría. La variedad étnica de los vascos tiene una explicación en base a este argumento: los aproximadamente 20.000 bereberes que huyeron eran hombres y necesitaban mujeres que obtuvieron de los vecinos celtas con unos rasgos raciales distintos a los vascos. – Los actuales bereberes que quedan en las montañas del Atlas presentan una frecuencia de Rh negativo en su sangre del 40%, en España los vascos mantiene hoy un 32 % de Rh negativo.
El vasco es mesocéfalo. En los celtas indoeuropeos los nórdicos son dolicocéfalos y en las áreas más meridionales braquicéfalos. Se sabe que el cruce entre braquicéfalos y dolicocéfalos no dá mesocéfalos, por lo que la procedencia vasca desde el punto de vista antropológico es extraña en la península ibérica y común en el norte de África, donde en los pueblos del cercano oriente (desde Beirut) es común el cráneo mesocefálico, la frente angosta al igual que los márgenes internos de los ojos, e inclinada del tipo armenoide, la cara es ancha y larga, al igual que la nariz. En los vascos el componente genético es fundamentalmente coincidente con el del norteafricano actual.
Los vascos destacan como significativo que palabras que se encuentran en los jeroglíficos de las pirámides de Egipto y en el habla de los tuaregs (bereberes saharianos) puedan escucharse diariamente en el habla de cualquier vascoparlante, como nikk (ninik, yo), akir(aker, macho cabrío), aña (ania, anai, hermano), aste (asto, burro) etc.
La total ausencia de vestigios, huellas o legado de una cultura vasca anterior al S XIII, indica que el vasco no es pueblo autóctono de esos asentamientos y por el contrario, los objetos que se conservan (arcas o kutxa y útiles de pastor), los adornos y figuras revelan su cultura magrebi.
La ignorancia del suceso resulta especialmente sospechosa teniendo en cuenta que es la única explicación de la presencia de los vascones en aquella zona, de los saqueos continuos que a partir de entonces empezaron a sufrir los moradores celtas de aquellos solares hasta bien entrado el SXIV y de la invariable colaboración posterior de los vascones con todas las tropas bereberes que llegaron hasta allí, como las sarracenas de Muza.
El rastro descrito a partir de las crónicas de Tito Livio (XXI 1, 2, 3,4-24), Polibio (III, 33, 34,35) y Estrabón citando las de Ptolomeo, así como las restantes crónicas y restos arqueológicos, hace coincidente la lengua hablada por aquellos hombres que los celtas llamaron vascos y la presencia en Hispania de los bereberes libio fenicios y tingitanos de Mauritania que solían incorporar los ejércitos íberos primero y cartagineses después.
En el caso concreto de los vascones, su instalación en las cumbres navarras, coincide con el itinerario de la marcha de Aníbal contra Roma desde Cartago, de cuyas tropas huyeron al menos 20.000 hombres poco después de pasar el Ebro y antes de cruzar los Pirineos en el año 219 aC, al correrse la voz entre las tropas de que Aníbal los dirigía contra Roma. Fue precisamente allí donde unos 40 años más tarde encontraron los romanos a aquella “tribu de razas varias” diferentes en todo a los pueblos celtas de la zona y a quienes estos llamaron barscunes. Aníbal había partido con 90.000 hombres más la caballería y al cruzar los Alpes quedaban 60.000 y la caballería.
Poco más tarde (finales del Siglo I aC) la crónica romana de Dion Casio describía los cruentos y continuos saqueos sobre tierras cántabras del bandido vasco Corocotta al frente de una numerosa cuadrilla, por cuya captura se llegó a ofrecer una importante recompensa en tiempos del Emperador Augusto. El hecho de que las crónicas situaran las operaciones de saqueo de la banda en tierras cántabras, llevó a los historiadores posteriores a suponer cántabro al personaje, forjándose en torno a él una leyenda. Lo cierto es que Corocotta es nombre vasco procedente de la raiz kur que en lengua líbica (curucuta) denomina a la hiena (txakur, zakur es perro en la actualidad en vasco), tal como se expone en los estudios de Schuchardt y Schulten (Numantia) y Garcia Bellido (La Peninsula Ibérica en los Comienzos de su Historia).
Las primeras menciones históricas de los vascos como navegantes se las debemos a Estrabón, autor griego que realizó una obra geográfica de toda Europa. Recorrió el continente en la época de la pax romana, y fruto de estos viajes fue su Geographiká (Geografía).
En ella leemos que los vascos tenían canoas de cuero. La obra de Estrabón fue escrita en el año 29 antes de Cristo, y obviamente a los vascos no se los llamaba así. Pero es la primera mención.
Pero lejos de estos datos históricos y antropológicos que nos dejó el griego, hacia el año 1130 surge una historia que ubica a los vascos como los primeros pobladores de Irlanda.
Pero lejos de estos datos históricos y antropológicos que nos dejó el griego, hacia el año 1130 surge una historia que ubica a los vascos como los primeros pobladores de Irlanda.
Ningún investigador cree hoy en el supuesto origen misterioso de la lengua y etnia vasca y todas las crónicas de la historia demuestran que aquellos hombres a quienes los celtas pusieron el nombre de vascones ( barscunes ) que en lengua celta significa los de las cumbres o monterizos (de ‘bars’ : arriba y ‘cun’ : cuna, estirpe) y a quienes los romanos describieron como “guerreros salvajes de razas varias” y “de lengua y costumbres diferentes en todo a los pueblos celtas de la zona” (77 a 74 aC), no eran pobladores autóctonos del territorio que hoy se denomina ‘ Pais Vasco ‘, sino que entraron en España con las invasiones púnicas que abandonaron a Aníbal Barca (219 AC) cuando al atravesar los Pirineos conocieron que los llevaban a luchar contra Roma.
Es inexplicable que los nacionalistas vascos, que han dedicado tanto tiempo y esfuerzo a desentrañar su pasado y a reconstruir su historia, no hayan dado ninguna explicación sobre el destino de aquellas tropas que huyeron en desbandada precisamente en el lugar donde años después situaron los romanos a los vascones.
La ignorancia del suceso resulta especialmente sospechosa teniendo en cuenta que es la única explicación de la presencia de los bascones en aquella zona, de los saqueos continuos que a partir de entonces empezaron a sufrir las ciudades celtíberas de aquellos solares, que persistieron hasta bien entrado el SXIV, y de la invariable colaboración posterior de los vascones con todas las tropas bereberes que llegaron hasta allí, como las sarracenas de Muza y Marsile.
El rastro descrito a partir de las crónicas de Tito Livio (Padua, 59 A.C- Roma, 17 DC, XXI 1,2,3,4-24), Polibio ( 203- 120 A.C, III,33,34,35) y Estrabón (Amaseia, 14 – 21 DC ), Ptolomeo (S II DC), de Marco Poncio Catón (S II AC), así como las restantes crónicas y restos arqueológicos, hace coincidente la presencia de aquellos hombres, con la llegada a Hispania de los bereberes libio-fenicios y tingitanos de Mauritania, que entraron con las invasiones púnicas replegándose en las áreas inexpugnables de montaña, de ahí sus denominaciones de barscunes, montañeses o monterizos.
En el caso concreto de los bascones, su instalación en las cumbres navarras y aquitanas, coincide con el itinerario de la marcha de las tropas bereberes de Aníbal, antiguos mercenarios de los faraones de Egipto, en su famosa expedición a la península itálica a través de los Alpes, de las que desertaron al menos 20.000 hombres al cruzar los Pirineos en abril o mayo de 218 A.C, al correrse la voz de que los dirigía contra Roma. Según relata Polibio, autor casi coetáneo: “Asdrúbal toma rumbo hacia los pirineos y hacia los galos que vivían allí” (Polibio X 39, 7 a 9, 40, 1 y 2, Batalla de Baecula -Jaen-).
Fue precisamente allí donde hacia el año 77 A.C. situaron los romanos por primera vez a estos grupos humanos a los que se dio el nombre de vascones por cobijarse en lo alto de las montañas. Asdrubal partió en auxilio de Aníbal el año 208 A.C. probablemente siguiendo la misma ruta. En torno al año 195 aC, el cónsul romano Marco Poncio Catón escribió que el río Ebro tenía su nacimiento en el pais de los cántabros y no hacia mención alguna a la existencia de vascones.
De acuerdo con Polibio y Livio, Aníbal había partido con 90.000 hombres, más 12.000 de caballería, y cuando cruzó los Pirineos solo le acompañaban 40.000. En la avanzada época romana, según el texto de Ptolomeo, los vascones ocupaban por la parte del Ebro aproximadamente las areas de montaña de la actual Navarra hasta la región de Jaca o Iaca, ciudad de los Iacetanos o Jacetanos habitantes de los valles pirenaicos, aunque el último testimonio de los iacetanos en Jaca lo da Estrabón, basado en Timágenes escritor de la época de Augusto, por lo tanto reproduciendo un estado de cosas del tiempo de las guerras cántabras, de cuyas crónicas Estrabón se refiriere a las campañas de Sertorio citando a los iacetanos como pueblo independiente de los vascones, por lo que este cambio sobrevenido entre Estrabon y Ptolomeo parece indicar que fue entonces cuando los vascones invadieron las tierras de los jacetanos del área Aquitana.

El idioma vasco
El vascuence, euskara o dicho en su formas coloquiales: euskera, eskuera o üskera; es hablado en los territorios de Álava/Araba, Baja Navarra/Nafarroa Beherea, Guipúzcoa/Gipuzkoa, Labourd/Lapurdi, Navarra/Nafarroa, Sola/Zuberoa y Vizcaya/Bizkaia. Fuera de las fronteras vascas se habla en pueblos fronterizos de Gascuña con la Baja Navarra y en zonas fronterizas del Béarn (Biarno) con Sola (por ejemplo en el cantón de Olorón, en los pueblos de Eskiula y Jeruntze). En la diáspora vasca, más de cien mil personas conservan el euskara o lo han recuperado gracias a las Euskal Etxea (éuskal écheá) o Casas Vascas extendidas a lo largo de todo el mundo. En total es hablado por más de setecientas mil personas.
El origen de la palabra euskara (pronunciada éuskara) posiblemente proceda del antiguo verbo vasco enautsi que significaba decir y que se conserva en algunas formas de la conjugación vizcaína del actual verbo esan (decir) como por ejemplo dinosta (diñósta; “me lo dice”). El verbo enautsi más el sufijo (k) ara forma de daría lugar a la palabra enauskara (“forma de decir”, “forma de hablar”) que posteriormente, con el paso de los siglos, evolucionaría fonéticamente a la actual forma estándar euskara (enauskara enuskara euskara), y también a las formas coloquiales arriba mencionadas.
El euskara o más propiamente el protoeuska, según la mayoría de los filólogos, formaba parte de un grupo euroasiático antiguo anterior a la difusión de las lenguas indoeuropeas en Europa (milenio III ó V a.C). Asimismo se considera que el asentamiento en tierras pirenaicas del idioma protovasco, fue anterior a la llegada de la lengua íbera a la península ibérica.
Los recientes estudios en arqueogenética nos hablan de una expansión protovasca posterior a la última gran glaciación (hace 20000 años). Según estos estudios, del 16000 A.c. en adelante, el clima comenzó a ser más cálido, lo que propició la expansión de los proto vascos por la despoblada Europa. Una expansión que tuvo su origen en el norte de la península ibérica y sur de Francia, donde se encontraba la civilización prehistórica franco-cantábrica, antecesora de la actual cultura vasca; extendiéndose al norte hasta Rusia y Escandinavia, y al sur, en el norte de África, hasta Túnez.
La investigación de la toponimia prehistórica europea, según el profesor Theo Vennemann (catedrático de Lingüística Teórica y Germanística en la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich), apunta también a una expansión protovasca desde la zona pirenaica; ya que hay nombres de ríos, valles, lagos y montañas cuyas raíces no son de origen indoeuropeo y se asemejan a palabras o raíces vascas. Una expansión que conllevó la extensión del protoeuskara por Europa, dado que los antiguos vascos fueron dando nombre a los accidentes geográficos que iban encontrando a su paso. El sustrato (1) vasco en la toponimia europea, según Theo Vennemann, es abundante.
Sustrato lingüístico: Influencia de la lengua de un territorio sobre otra lengua que se asienta en él.
La palabra vasca ibai (ibáy; “río”) da lugar a la palabra ibar (ibár; “vega”) y estas raíces se encuentra en numerosos ríos europeos. En Serbia y Montenegro nos encontramos con el río Ibar. En Hessen un río Ibra. Más al sur de Alemania dos ríos Ebrach y diversos ríos Eberbäche. Ebesberg al pie de las colinas de los Alpes. O en Austria el río y la ciudad de Ybbs. En Francia nos encontramos con Ivergny, Iverny, Yvré-l’évêque, Ébréon, Évrune, Ebersheim, Yvry-en-montagne y en el País Vasco Ibarra, Ibarrola, Ibarrekolanda, Ibardin, Aranibar… Sin olvidar el río Ebro que procede del prerromano Iber y que dio nombre a todo un pueblo, los íberos, y a la península ibérica.
En vascuence ur significa agua: Urola, Urura (País Vasco); Urofia, Huriel (Francia); Ourte (Bélgica); Urwis (Polonia); Ura (Rusia); Aurach, Auerbach, Urach, Urbach (Alemania); Urula (Noruega).
Tomando como raíz la palabra vasca haran arán; “valle” Theo Venneman encuentra también abundantes topónimos en Europa, Arundel (Inglaterra), Arendal en Noruega y Suecia. En Alemania Arnach, Arnsberg, Arnstern, Aresburg y Ahrensburg. También Ohrenbach que antiguamente se llamaba Aranbach, además del alto del peñón del negro Palatino, antiguamente llamado Marnstein (o en el Arnstein). Sin olvidar el Valle de Arán en la provincia de Lleida.
La raíz vasca Iz- (significa agua en vasco) estaría en la base de unos 200 ríos europeos entre Noruega, Italia y Rusia.
Joseba Andoni Lakarra lingüista e investigador del protoeuskara reprocha a Venneman que utilice raíces vascas en una forma que no pudieron tener en tiempos pasados, al no atenerse a la fonética vasca antigua en una gran cantidad de detalles. Advierte Lakarra igualmente que el euskara es hoy una lengua aglutinante, pero que hay motivos para pensar que no lo fue en tiempos pasados. Venneman utiliza en sus comparaciones el artículo -a que no existía en el protoeuskara, dado que la utilización del artículo (procede del demostrativo vasco har) se cree que se introdujo en la gramática vasca en la Edad Media, por influencia de las lenguas romances. Si bien las coincidencias en la toponimia no sean tantas como las que indica Vennemann, es indudable que la expansión protovasca que se ve avalada por los estudios genéticos, conllevara la expansión del protoeuskara por Europa, una expansión que se percibe también, como posteriormente comprobaremos, en el estudio de lenguas muy conservadoras a lo largo de toda Europa y del sustrato vasco que en ellas se percibe.
El euskara guarda palabras culturales extendidas por todo el Mediterráneo por los difusores del neolítico agrícola (milenio V A.c.) y luego por las primeras civilizaciones de los metales (milenio III A.c.).
Los indoeuropeos (de los que descienden los actuales latinos, germanos, eslavos, celtas, griegos…) llegaron a Europa occidental en el 2500 A.c. (Según la “explicación bélica” de su expansión) o en el 4500 A.c. (según la “explicación agrícola”). El asentamiento generalizado de los indoeuropeos en Europa, dio lugar a que las lenguas y pueblos hermanos al vasco que pudieron existir a lo largo de todo el continente desaparecieran. Quedando el euskara, como único vestigio lingüístico del pasado protovasco de Europa.
Uno de los primeros pueblos indoeuropeos que se extendió en Europa fueron los celtas. Algunos filólogos especialistas en el protocelta (lengua origen de las actuales lenguas celtas que ha sido reconstruida) defienden la teoría del sustrato vasco de esta lengua, dado que encuentran palabras que no tienen origen indoeuropeo y ven en ellas un origen proto-vasco por su cercanía con palabras vascas. Según esta teoría los celtas al asentarse en el centro de Europa y en su camino hacia las islas británicas, tomaron contacto con la población europea occidental de aquella época, que era hablante de lenguas vascas. Siendo el celta, según esta teoría, el pueblo indoeuropeo que más influencia vasca recibiría (sin tener en cuenta, claro está, los pueblos actuales que rodean a los vascos, como castellanos, aragoneses o gascones, que surgieron de la romanización de la población vasca), no sólo en lo que respecta al vocabulario, sino también, por ejemplo, en la adopción del sistema de numeración vigesimal vasco en lugar del sistema decimal propio de los pueblos indoeuropeos.
Sistema de numeración vigesimal vasco: si bien en castellano se cuenta de diez en diez (sistema decimal) como el resto de lenguas indoeuropeas (exceptuando las lenguas celtas). En vasco, por el contrario, se cuenta de veinte en veinte. Veinte se dice hogei (óguey); treinta se dice hogeita hamar (oguéitamár; “20 y 10”); cuarenta, berrogei (berróguey; “dos veces 20”); cincuenta, berrogeita hamar (berroguéitamár; “dos veces 20 y 10”); sesenta, hirurogei (irúroguéy; “tres veces 20”); setenta, hirurogeita hamar (irúrogueitamár; “tres veces 20 y 10”); ochenta se dice laurogei (lauróguey; “cuatro veces 20”); noventa, laurogeita hamar (laurógueitamár, “cuatro veces 20 y 10”); y cien se dice ehun (é-un).
Un sistema vigesimal que sigue vigente en muchas lenguas celtas. Resto de lo que podría ser sustrato vasco, en lo que respecta al sistema de numeración vigesimal, se encuentra también en el danés, en el francés y en un dialecto del bereber, el tachelhit.
En el inglés medieval, todavía, se podían encontrar restos de este sistema vigesimal, debido quizás al sustrato protovasco, al celta, al dialecto normando del francés o también, debido a las invasiones escandinavas (danesas) que trajeron a las islas británicas este sistema. Sobre todo el gaélico irlandés (la lengua celta más conservadora) posee palabras cuya etimología, no se puede explicar a través del resto de las lenguas indoeuropeas. La etimología de estas palabras solamente recibe luz cuando se puede establecer conexión con alguna palabra vasca.

Protocelta
Celta Irlandés
Celta Galés
Euskara
Español
KarriCarracCarregHarriPiedra
 Adarc AdarCuerno
Esok-EoEogIzokinSalmón
 Ainder AndereMujer

Los Visigodos

Los visigodos fueron la rama occidental de los pueblos godos. Después de la caída del Imperio Romano occidental, los visigodos tuvieron un papel importante en Europa durante los 250 años que siguieron. Los godos eran un pueblo de origen germánico, no es seguro, pero parece ser que procedían de Escandinavia y que en el siglo I a. C. se dirigieron hacia las costas polacas, posteriormente se desplazaron hacia el sur y el este y en el siglo II d. C. se establecen en las estepas de la actual Ucrania y en las costas del mar Negro acabando con los restos del reino escita.
Una gran parte de estos godos se quedaron en estas regiones, se les conocería como Ostrogodos (Godos del Este) los restantes se desplazaron hacia las actuales llanuras rumanas y húngaras, éstos últimos serían llamados Visigodos o godos del Oeste. En el año 270 D.c. el emperador romano, Aureliano, se ve obligado a retirarse parcialmente de la Dacia, actual Rumania, su lugar es ocupado por los visigodos, quienes se establecerán como federados del imperio. Esta nueva situación les obligará a prestar apoyo militar a Roma a cambio de tierras, alimentos y dinero.
La economía de los Visigodos y los godos en general estaba basada fundamentalmente en la agricultura y ganadería, estaba poco influenciada por la romana y su desarrollo material y cultural era poco avanzado.
Los Visigodos, al igual que los romanos en esta época, eran cristianos, pero practicaban la herejía del Arrianismo, esta doctrina fue creada por un sacerdote de la ciudad de Alejandría, Arrio, y fue un obispo, Ulfilas, quien se encargaría. En el año 375 D.c. un pueblo terrible y violento, los Hunos, se desplaza desde las estepas asiáticas del sur de Rusia hacia el Oeste presionando y desplazando a su vez a los Ostrogodos, quienes de la misma forma empujarían a los Visigodos contra las fronteras del imperio romano. En el año 376, un grupo muy numeroso de visigodos acaudillados por Fritigernio y Alavivo, intentaron cruzar la frontera del Danubio, su situación era realmente desesperada, el hambre estaba acabando con ellos y el emperador romano Valente les permitió la entrada. Se produjeron entonces una serie interminable de abusos por parte de las autoridades romanas quienes les explotaron miserablemente, la situación explotó cuando fueron asesinados algunos importantes visigodos próximos a Fritigernio y Alavivo.
Los Visigodos comenzaron entonces a asolar la región, la rebelión llego a ser tan grave y preocupante que el mismo emperador romano, Valente, se dirigió personalmente para acabar con ella. El 19 de Agosto de 378 cerca de la ciudad de Adrianápolis tiene lugar una de las batallas mas importantes y decisivas en la historia del mundo, en Adrianapolis 18.000 visigodos se enfrentaron y derrotaron a unos 70.000 romanos, el mismo emperador moriría en la batalla. Posteriormente se dirigieron contra la propia ciudad que no pudieron tomar, se retiraron y con la misma intención marcharon contra Constantinopla, pero sus limitaciones en la guerra de asedio hicieron que fuesen fácilmente rechazados. A partir de entonces se quedarían en los Balcanes dedicándose al saqueo en busca de botín. La derrota en Adrianápolis supuso un duro mazazo para el ejército romano del que ya nunca se recuperaría
La Península Ibérica, al igual que los demás territorios del Imperio Romano, sufrió diversas invasiones de los pueblos del Norte de Europa, siendo conquistada finalmente por los visigodos, quienes crearon un poderoso reino que duraría más de 250 años, hasta el año 711, cuando la invasión musulmana lo hizo desaparecer.
Estos nuevos hispanos eran grande guerreros, pero muy primitivos. Fueron aprendiendo de los hispano romanos y acabaron hablando el latín y practicando el cristianismo, que era la religión de los que vivían en la Península ante de que ellos llegaran.
Hacia el siglo V D.c. (después de Cristo) los visigodos eran ya un pueblo romanizado, que se consideraba a si mismo heredero de la antigua Roma. Toledo fue su capital.
A lo largo de los años debieron guerrear con diferentes enemigos, entre ellos los pastores cántabro-pirenaicos del Norte, los bizantinos, que habían llegado de un lejano imperio, por el Sur, y finalmente los árabes, quienes los invadieron en el año 711.
Los visigodos crearon el primer reino peninsular independiente y unido, desde los Pirineos hasta Gibraltar.
En el reino visigodo una minoría tenía el poder, y basaba su fuerza en el ejército y en los jefes militares. Los reyes eran elegidos, y la elección de cada nuevo rey traía luchas sangrientas entre clanes y familias que se peleaban por el poder.
Desde el siglo VI al IX D.c. la Bética (territorio incluido en la actual Comunidad Autónoma de Andalucía), parte del reino de los visigodos, constituyó una excepción en Europa. A diferencia del resto, que poco a poco se dividió en pequeños territorios en constante guerra y dedicados básicamente a la agricultura, la Bética conservó su cultura urbana y sus conexiones comerciales y culturales en la zona mediterránea.

Alarico
Alarico I: Nació en una isla situada en el delta del río Danubio. Durante su juventud, los visigodos emigraron al oeste, huyendo del ataque de los hunos y sirviendo como tropas mercenarias auxiliares del emperador romano Teodosio I el Grande; las primeras noticias que se tienen de Alarico le sitúan en el año 394 como jefe de dichas fuerzas. A la muerte de Teodosio (395) los visigodos renunciaron a su lealtad a Roma, y reconocieron a Alarico como rey, el cual pronto dirigió a sus tropas hasta Grecia; saqueó Corinto, Argos y Esparta y dispensó a Atenas sólo a cambio de un importante rescate. Tras ser derrotado por el general romano Flavio Estilicón, Alarico se retiró con su botín y consiguió del nuevo emperador romano de Oriente, Arcadio, una comisión como prefecto de la provincia romana de Iliria. En el 402,
Alarico invadió la península Itálica, pero fue nuevamente rechazado por Estilicón. Más adelante, el emperador romano de Occidente, Flavio Honorio, que estaba preparando una guerra contra el Imperio romano de Oriente, convenció a Alarico para que uniera sus fuerzas a las suyas.
Cuando Arcadio murió en el 408, Roma abandonó su plan de atacar a Oriente, por lo cual Alarico exigió 1.814 kg de oro como compensación. A petición de Estilicón, el gobierno romano accedió a esta exigencia, pero poco después, Flavio Honorio ordenó la ejecución de Estilicón y canceló el acuerdo. Alarico invadió Italia, sitió Roma y exigió un gran rescate. En el año 410, sus tropas tomaron y saquearon la capital del Imperio romano de Occidente. Una gran tormenta obligó a Alarico a abandonar su siguiente campaña, la invasión de Sicilia y el norte de África. Murió poco después y le sucedió su hermano, Ataúlfo.

Rodrigo
Roderic, Roderico, o don Rodrigo, fue el último rey visigodo de Hispania antes de su conquista por los musulmanes. Reinó del 710 al 711, y murió en la batalla de Guadalete, con la que los musulmanes comenzaron la conquista de la península Ibérica, poniendo fin al reino visigodo.
El inicio de la conquista musulmana de la península Ibérica tiene su origen en la Batalla de Guadalete que enfrentó a las tropas del rey visigodo Rodrigo con las tropas de Táriq ibn Ziyad, formadas por musulmanes bereberes procedentes del norte de África. La contienda según se deduce de las crónicas tuvo lugar en el río Wadi Lakka (Guadalete) el día 19 de julio del año 711.
Antes de ser nombrado rey ejerció de duque de la Bética. Fue elegido monarca por la mayor parte de la aristocracia visigoda, pero contó con la oposición de los partidarios de los hijos de Witiza, el anterior rey, quienes apoyaban para la sucesión al hijo de éste, Agila. Esta división agudizó la crisis de la monarquía visogoda y facilitó la presencia islámica, pues fueron los partidarios de Witiza quienes al parecer pactaron la entrada de los musulmanes en tierras visigodas, llamándolos en su ayuda, y facilitada por la entrega a los árabes de la ciudad de Ceuta, de la que era gobernador el conde visigodo Don Julián, partidario de los hijos de Witiza.

Los Suevos

Los suevos eran un pueblo indoeuropeo, de la familia germánica. El origen geográfico de los suevos no está demasiado claro. Parece que estaban asentados en la costa del Báltico cuando la migración de godos y otros pueblos los empujó al Sur, estableciéndose a finales del siglo I d.C. en elalto Danubio. Allí son citados por primera vez por los historiadores romanos como uno de los pueblos germánicos contra los que luchó Marco Aurelio.
Los suevos no eran un pueblo seminómada, como los godos, sino que eran agricultores y, cuando entran en la historia romana, estaban completamente sedentarizados. Sin embargo, la irrupción de los hunos a finales del siglo IV los empujó hacia el curso alto del Rhin, donde, coaligados con alanos y vándalos, intentarán varias veces el cruce del río. Fueron rechazados por las tropas de frontera y por los francos al servicio del Imperio, hasta la Nochevieja de 406 en que lograrán el cruce sobre el curso del río congelado.
En el año 409 invaden la Península Ibérica los suevos, vándalos y alanos; llegan al Noroeste y se instalan aquí los primeros, los cuales dominarían todo el territorio hasta el año 585, en cuya fecha se sometieron al dominio de los visigodos, dirigidos por el rey Leovixildo. A lo largo de todo este periodo la Gallaecia romana va a constituir un reino que tendrá que pasar por eras de esplendor de retraimiento y oscuridad, de las que pocos restos llegaron hasta nosotros.
Al contrario de las etapas anteriores de la historia gallega, el estudio del periodo suevo en Galicia, se tiene que basar fundamentalmente en las fuentes literarias, ya que aquellas otras, como las de carácter arqueológico, fallan en gran medida al no conocerse hoy testimonios suficientes de este periodo.
Dejando a un lado autores de poca importancia, serán Hidacio y Orosio, junto con Juán de Biclara y San Isidoro, las fuentes principales. De ellos, los dos primeros son los más significativos, por el hecho de ser casi contemporáneos de toda esta etapa y por su lugar de nacimiento, ya que los dos fueron nativos de la Gallaecia; por eso tuvieron posibilidades de presenciar acontecimientos o de recoger informaciones que se pueden considerar de primera mano. A pesar de ser casi contemporáneos las historias que escriben son diametralmente opuestas, pues Hidacio representa un enamorado de los tiempos pasados, de los romanos, y adopta una postura abiertamente pesimista ante los tiempos actuales. Osorio, por su lado, representa a un escritor nuevo, con una gran confianza en el futuro.
La obra de Idacio (Cronicón) comprende, en la parte que nos interesa, desde la entrada de los suevos en la Península, en el año 40, hasta el 468, en el que debió morir.
Viene a ser el relato más extenso del periodo suevo en Galicia. A través de su exposición, se traslucen sus simpatías y antipatías por los acontecimientos y por los personajes. Es un ferviente admirador de la obra de Roma y del cristianismo; combate los movimientos religiosos de la época, como el priscilianismo y el arrianismo, y adopta una postura considerada como pesimista de cara al futuro. Quizás la explicación esté en el hecho de que cuando Hidacio nace , la romanización parecía triunfar, y cuando el comienza a participar en la vida pública el panorama cambió totalmente, como señaló, no hace mucho, Ferreira de Almeida.
En cuanto a Orosio, como testigo presencial del periodo, relata en su obra Historiarum adversum paganos libri septem, unos acontecimientos vividos por él en algunos periodos anteriores al año 414. Es un personaje más bien optimista de cara al futuro, representa en esto, la antítesis de Hidacio.
Finalmente San Isidoro, Juán de Biclara y San Gregorio de Tours, son otras de las fuentes literarias que proporcionan datos sobre los suevos en España, aún que de mucha menor importancia.
La Ocupación y el asentamiento en el noroeste
Después del paso del Rin, en el año 406, los Suevos, junto con los vándalos y alanos, atraviesan las Galias y llegan a la Península alrededor del año 409, siendo dirigidos los primeros por Hermerico. Durante algún tiempo recorren la Península sin establecerse permanentemente, hasta que en el año 411 dejan su vida nómada y por un reparto de tierras pasan a asentarse en el Noroeste y en otras áreas de la Península, dejando libre la vieja provincia de Tarraconense. A esta situación se llegó por un pacto entres estos pueblos ” Bárbaros ” y los romanos bajo Flavio Constancio, representante de Honorio, como señaló C. Torres, basándose en Osorio.
Indudablemente este acuerdo no tuvo la categoría de los grandes ” Tratados ” entre los romanos y algún pueblo bárbaro, como los visigodos, por ejemplo. Se supone que sólo se refería al permiso de ocupar unas tierras, pero sin una vinculación estrecha con la población existente que en el caso que nos ocupa, era la galaico-romana y que sería la que seguiría viviendo en los centros más importantes, como las ciudades y los principales castos.
Los Suevos se instalarían en el campo y por razones étnicas como quieren algunos, o de tipo religioso y social, como piensan otros; siempre hubo una cierta hostilidad entre los recién llegados y los que ya vivían en el Noroeste. La zona de ocupación debió ser la Galicia actual, junto con las tierras situadas entre le Duero y el Miño, es decir, en el Norte de Portugal, que en conjunto cogían los conventos lucense y bracarense. Pero al este, el territorio se ocupó por los vándalos asdingos. En un principio la población sueva no se debió dispersar mucho, ya que su número no era muy grande (treinta y cinco mil, según Reinhart) y siempre estarían mejor agrupados para los casos de peligro.
Conforme se avanza en el tiempo, los suevos se van organizando mejor y comienzan a hacer correrías por las tierras gallegas, atacando ciudades y luchando contra otros pueblos ( vándalos, por ejemplo ) y practicando una política expansionista, como veremos más adelante. Con el tiempo se integran en la comunidad galaico-romana.
Los suevos convivieron con la población autóctona, sin que conozcamos bien el grado de compenetración al que llegaron. Hay pocas noticias, salvo las de carácter militar de luchas contra la población y contra tropas imperiales en sus afanes expansionistas, que les llevaron a dominar una buena parte del territorio peninsular y que duraron tanto desde los primeros reyes conocidos, de Hermerico a Remismundo, como, tras un paréntesis de casi cien años, de Cariarico a Audeca.
Las fuentes de la época, en especial Hidacio, cuyo relato se extiende hasta el 468, hablan de las frecuentes incursiones y devastaciones contra diversos pueblos de la Gallaecia y la Lusitania, y contra familias nobles y pueblos enteros. Por contra, sus relaciones con los visigodos de Tolosa parecieron estrecharse al convertirse los suevos al arrianismo. De todas formas, esta minoría étnica sí debió llegar a una mayor integración y convivencia con la población autóctona en la segunda mitad del siglo VI, cuando se convirtieron al catolicismo. De hecho, la actividad pastoral de Martín de Braga era propiciada por la monarquía sueva.
Igualmente, de las fuentes y de los datos biográficos del propio Martín y sus contactos con algunos personajes como Venancio Fortunato, podemos deducir las relaciones que mantendrían con la Gallia merovingia, a través de la vía marítima del Cantábrico; contacto y vía que posibilitaría, por otra parte, la llegada de una comunidad bretona a tierras galaicas, como lo documenta la constatación de una ecclesia Britonensis, a partir de la fundación de un monasterio. El obispo de dicha diócesis acudió al Concilio de Braga del año 572.

Reyes Suevos

  • 1. Hermerico (h. 406-441)
  • 2. Rekhila (438-441 Asociado) (441-448)
  • 3. Rekhiario (448-456)
  • 4. Maldras (456-460 Convento Bracarense)
  • 5. Frumario (460-464 Convento Bracarense)
  • 6. Agiulfo (456-457 Convento Lucense)
  • 7. Framtan (457 Convento Lucense)
  • 8. Remismundo (457-464 Convento Lucense y 464-después de 469, en todo el reino)
  • 9. Cronología desconocida (469-h. 550)
  • 10. Kharriarico (550?-559)
  • 11. Teodomiro (559-570)
  • 12. Miro (570-583) 12. Eborico (583-584)
  • 13. Audeca (584-585)
  • 14. Malarico (Pretendiente al trono en 585)

Los Alanos

Ya eran temidos por los romanos y por los partos. Estos últimos, habían construido un imperio en lo que actualmente es Irán, en los primeros años de la era cristiana, y ambos imperios (parto y romano) eran atacados por estos guerreros alanos, que descargaban su furia, y su ímpetu belicoso, contra sus vecinos.
Amiano Marcelino, un historiador romano del siglo IV, describió a los alanos como altos, rubios y rudos.
Los Alanos llegaron a Hispania en el año 409, junto a los demás pueblos germánicos, los Suevos y los Vándalos (Asdingos y Silingos). Tras dos años de pillaje y saqueo, todos ellos llegaron a un acuerdo con Roma, por el que se les permitía el asentamiento en esta región. Para ello se sortearon las distintas provincias, tocándoles a los Alanos la Lusitania y la parte occidental de la cartaginense. Por el pacto realizado entre romanos y visigodos fueron prácticamente exterminados. Los supervivientes huyeron a Galicia, donde se unieron a los Vándalos Asdingos.
Los avaros de Escita, pues, no eran extraños al imperio, sino parte de los pueblos conquistados y esclavizados por el poder hegemónico romano. Pues bien, a la caída del imperio, a la mayor parte de los avaros o alanos, tras su larguísima caminata, no les interesó tanto llegar a España, sino a un rincón muy especial de ella. Así, una vez en la península, la atravesaron íntegra y terminaron refugiándose en el extremo sur, en general, en las proximidades de Gibraltar, el territorio que los romanos denominaron Bética o Baética; y, en particular, en torno a Cádiz.
La historiografía española afirma que, veinte años después del arribo de los avaros o alanos a España, fueron expulsados de ella por los visigodos en el año 429. Vale la pena tratar de entender esa violenta conducta de los visigodos o, si se prefiere, tamaña animosidad. Pero lo veremos algo más adelante. De otro lado, ¿no es digna de sospecha la coincidencia de que los vándalos –que presumimos herederos tanto de los cartagineses, o, si se prefiere, de los fenicio–cartagineses de Cartago; como de los fenicio–cartagineses del sur de España, y los avaros que a su vez presumimos herederos de los fenicio españoles del sur de la península ibérica, llegaran simultáneamente a sus respectivos destinos?.
El Imperio Romano ofreció a los suevos, vándalos y alanos un pacto en 411: si aceptaban la condición de federados a cambio recibirían tierras en Hispania. El trato se cerró. Los suevos se establecieron en la provincia Gallaecia, entre el Miño y el Duero.
Los vándalos asdingos en las tierras situadas entre Lugo y Astorga. Los vándalos silingos en el Occidente de la provincia Bética, entre el Guadiana y el Guadalquivir. Los alanos en las tierras comprendidas entre Ávila, Salamanca, Plasencia y Toledo. Es de destacar que en ningún caso los bárbaros ocuparon o habitaron las ciudades romanas de estas comarcas.

Los Francos

Los Francos fueron una rama del pueblo germánico de los Salios, instalados en Bélgica y el norte de Francia (la Toxandría), al menos desde el siglo III.
Entre todos, conformaban dos grupos bien diferenciados, sobre todo por la ubicación geográfica en la que se encontraban.

Así tenemos los siguientes francos:

Los francos salios: Noroeste de Alemania y los Países Bajos y habrían habitado allí en el entorno al III d.C.
Los francos ripuarios: que habrían habitado en el curso medio del río Rin, de donde proviene su nombre. Claro que esto a los inicios pues en el entorno del siglo IX ya conformaban prácticamente un pueblo único.

En el caso de los francos, sucede en el entorno del año 355 cuando se apropian de las vías fluviales del Rin. Allí, el emperador romano Juliano decide pacificar el asunto y les entrega el territorio de la Gallia Bélgica. De este modo fueron una especie de “aliados” de Roma, e incluso defendieron sus límites en varias ocasiones.
Pero el Imperio Romano es sabido que poseía una serie de conflictos internos y esto obviamente se trasladó a los francos que siempre tomaban partido por un bando u otro, como también dependía del emperador de turno de este pueblo, que muchos apoyaban o no al imperio.
Pero si en el año 420 aprovecharon los conflictos ya graves del imperio, para ir conquistando tierras paulatinamente, dominando la Galia Romana casi en su totalidad, sobre todo las ubicadas al norte del río Loira, llegando a expulsar a los visigodos en el 507 que allí habitaban en la batalla de Vouillé.
En este año el rey era Clodoveo I, el gran emperador franco que tenía como objetivo principal expandirse casi por completo. Pero si tiene una característica este rey es que se convirtió al catolicismo, lo que hizo que todo el pueblo adquiriera esa religión y a su vez, el acercamiento con el Papa.
En este momento, los francos ya estaban muy unidos con los merovingios pero de todos modos lograron una gran hegemonía en casi todo Occidente. Un dominio que finalizaría en el entorno del año 639 cuando una serie de sucesiones de monarcas menores de edad, llevaron a que los austrasios comenzaran a predominar, formando en el futuro una nueva dinastía, la carolingia.

Legado de los Francos

Uno de los más importantes legados es el idioma francés. Procede de la langue d’oil, dialecto románico de la Isla de Francia que se extendió al resto de la nación con la invasión de los francos, eliminando el idioma galo. Otro de los legados es que se convirtieron al catolicismo cuando su rey Clodoveo lo hizo, lo que también conllevó un acercamiento al Papa, que hizo que dicha religión se extendiera.
Una de las fuentes de las que la Europa en formación obtiene su inspiración artística la constituyen los nuevos elementos decorativos de los pueblos bárbaros, entre los que se contaban los francos. Para el conocimiento de sus gustos artísticos originales la fuente más fecunda e interesante son los utensilios, joyas y armas que se ponían junto a los muertos, así como otras piezas de uso ordinario decoradas con diversos motivos ornamentales.
En todo momento, alcanzó un gran desarrollo la ornamentación en objetos de metal, especialmente en broches, hebillas, fibulas, en los que son repujados numerosos asuntos zoomórficos, con predominio de los leones, águilas y también representaciones de animales monstruosos. Otras interesantes manifestaciones de los pueblos bárbaros son las labores de pedrería policromada así como los trabajos que los orfebres practicaban para decorar las empuñaduras de las espadas, vainas o incluso las bridas de los caballos.

Antepasados de los Francos: Los primeros régulos franco-salios, hasta el siglo V, están envueltos en la leyenda.

    • I. Marcomir de Toxandría (51° abuelo de Cándido Madaleno Gasteasoro) nació hacia el año 220. Murió hacia el 281. Tuvo por hijo a
    • II. Gonobaud I de Toxandría (50° abuelo) nació hacia el año 245. Murió hacia el 289. Tuvo por hijo a ragaise de toxandría
    • III. Ragaise de toxandría (49° abuelo) nació hacia el año 270 y murió en el 307. Tuvo por hijos a Malarico I de Toxandría (c.295, que sigue) y a una hija (c.300, que casó con Guindomar de Alemania y fueron padres de Chlodomer de Alemania, antepasado de los de Wesser.
    • IV. Malarico I de Toxandría (48° abuelo) nació hacia el año 295. Murió el 360. Tuvo por hijos a Mellobaude de Toxandría (320, padre de Richimir de Toxandría y abuelo de Theodemir y de Hildegunda: y a Priarios de Toxandría.
    • V. Priarios de Toxandría (47° abuelo) nació el año 324 y murió el 396. Tuvo por hijo a
    • VI. Sunno de los Francos (46° abuelo) nació en la actual Bélgica, hacia el año de 358. Murió en 401. Casó con Merowna de Turingia (hija de Merwig I de Turingia). Tuvieron por hijo a
    • VII. Meroveo I de los Francos (45° abuelo) nació hacia el año de 390. Murió el 445. Caso con Hatilde (hija de Asturius). Tuvieron por hijos a Meroveo II (411, que sigue) y a Ragnachilda (420, que caso con Eurico I de los Visigodos, tuvieron por hijos a Alarico II y a Evochilde de los Visigodos: VIII. Meroveo II de los Francos (44° abuelo) nació el año 411. Murió el 457. Casó con Clodesvinta de los Francos). Tuvieron por hijo a
    • IX. Childerico I de los Francos (43° abuelo) nació hacia el año 436. Murió el 12-I-431/432. Casó con Basine de Colonia Tuvieron por hijo a
    • X. Clodoveo I, rey de los Francos (42° abuelo) nació hacia el año de 466. Murió el 27-XI-511. En primeras nupcias casó con Amalaberga de los Hérulos Tuvieron por hijo a Thierry de Reims, rey de Reims Thierry de Reims fue 6° abuelo de Carlos Martel; por esta linea los Carolingios entroncan con En segundas nupcias, Clodoveo casó con Santa Clotilde de los Burgundios, hacia el año 493 (era hija de Chilperico II de los Burgundios y Agripina ó Caretena: Tuvieron por hijo a Clotario.
    • XI. Clotario I “el Viejo” de Soissons (41° abuelo) nació hacia el año de 497. Murió el 14-XII-561. Hacia el año de 519 caso con Inegunda de Turingia. Tuvieron por hijo a Cariberto I de París (520-567), que casó con Ingoberge y tuvo por hija a Bertha de París, que fue la mujer de Etelberto de Kent. En segundas nupcias Clotario casó con Arnegunda de Turingia (hermana de Inegunda), el año 536, y tuvieron por hijo a Chilperico I, rey de Neustria.
    • XII. Chilperico I de Neustria (40° abuelo) nació el 536. Murió en septiembre de 584. Casó con Fredegunda de Cambrai en 568 y tuvieron por hijo a
    • XIII. Clotario II de Neustria (39° abuelo) nació hacia el año 584. Murió en octubre de 629. Casó con Bertruda de Borgoña (hija de Ricomer de Borgoña y Gertrudis de Hamage), y tuvieron dos hijos: Dagoberto I de Neustria (c.606, que sigue) y Cariberto II de Neustra (c.608, que casó con Gisela de Gascuña y fueron padres de Boggis, duque de Gascuña).
    • XIV. Dagoberto I de Neustria (38° abuelo) nació hacia el año 606. Murió el 18-I-638/639. Casó con Ragnetruda y de ella tuvo por hijos a Sigeberto III de Austrasia (631, que sigue) y a una hija que casó con Teodardo de Oeren (y fueron padres de Irmina de Oeren). En segundas nupcias casó con Nantildede Bobigny, y tuvieron por hijo a Clodoveo II de Neustria (que casó con Santa Batilde y tuvieron por hijo a Thierry III de Neustria.
    • XV. Sigeberto III de Neustria (37° abuelo) nació hacia el año de 631. Murió en 656.
    • XVI. Berswinde de Austrasia (36ª abuela) nació hacia el año de 653, en Metz, capital de Austrasia. Caso con el duque Aldarico de Alsacia, y tuvieron por hijo a Adalberto, duque de Alsacia.

Clodoveo, rey de los francos

Clodoveo era hijo de Childerico, rey de los francos y sucedió a su padre en el 481, cuando tenía aproximadamente 26 años de edad. Los francos ya estaban establecidos en la orilla izquierda y constituyeron un reino fuerte porque Clodoveo había logrado unir a todas las tribus de los francos (salios y ripuarios entre otros).
En el 486, venció en Soissons al general Siagrio y su territorio lo incorporó al reino franco, que lo amplió desde el Rin hasta el Loira. Igualmente, se puso en contacto con el reino burgundios, que estaba situado en la zona oriental de la actual Galia, y que ya en esta época estaban cercanos al catolicismo. Este contacto con los burgundios va a tener dos consecuencias importantes:
En primer lugar, hay que mencionar la conversión al catolicismo de los francos, encabezada por su rey, Clodoveo, el cual estuvo influenciado por su esposa Clotilde, de origen Borgoño. Este paso de Clodoveo va a ser trascendental para la historia franca.
En segundo lugar, Clodoveo va a realizar, juntamente con los burgundios, una acción política expansiva. Esta expansión la va a llevar a cabo mediante una táctica de tenaza para derrotar y conquistar el territorio visigodo del reino de Toulousse.
Clodoveo, en el 496, se convirtió al catolicismo lo que le dio el apoyo de las diferentes instituciones católicas de la Galia, principalmente de sus dirigentes y obispos, siendo los mas significativos, Sidonio Apolinar y el arzobispo de Arles, San Cesáreo de Arles. Estos obispo visigodos llevaban a mal todo el proyecto político tanto de Eurico, como de Alarico II (reyes visigodos), por lo que mantuvieron contactos políticos con Clodoveo y los burgundios, invitándoles a bajar a ocupar el territorio de los visigodos. El apoyo del clero galorromano le permitió ocupar fácilmente las tierras ocupadas entre el Sena y el Loira.
En el año 502, Clodoveo se posesionó de la Aquitania Prima y en el 507 se enfrentó a los visigodos en la batalla de Voille, cerca de Poitiers, en la que Clodoveo venció y murió Alarico II, rey de los visigodos, por lo que dejo campo libre para que las tropas francas por el norte, y las burgundas por el este, ocuparan todo el reino visigodo de Toulousse. Solamente por el apoyo de Teodorico el grande a sus parientes y nieto, pudo mantenerse la Narvonense y la zona de la Septimania como territorio visigodo.
Una vez conquistado el reino de Toulousse, Clodoveo volvió a Tournai, y en el 508, fue designado cónsul y los bizantinos legalizaron las conquistas de los francos. Aquí se daba comienzo a una nueva dinastía católica: dinastía merovingia, denominada así en razón de un antecesor de Clodoveo, llamado Meroveo.
Los burgundios, aliados de los francos, se posesionaron del territorio oriental de la Galia, principalmente en la Provenza, en la ciudad de Arles. Clodoveo puso su capital en Paris, y desde ese mismo momento Paris va a ser capital de la dinastía merovingia, carolingia y dinastías francesas posteriores.
En sucesivas campañas Clodoveo consiguió reinar en un extensísimo territorio que iba desde los Pirineos hasta el Rin, logró unificar todas las tribus francas, expulsó a los visigodos de tierras galas, y a partir del 511 fundó la Iglesia Católica de las Galias. Había logrado, por lo tanto, el sentimiento y la unificación de los francos salios, ripuarios y demás tribus restantes que estaban asentados entre el Mossa y el Rin. Tenía también el apoyo del emperador bizantino que lo hizo delegado en Occidente.
Clodoveo antes de morir en Paris en el 511 dividió su reino entre sus cuatro hijos, debido al reparto patrimonial propio de la costumbre jurídica de los francos.

La herencia de Clodoveo

A su muerte, Clodoveo dominaba los siguientes territorios: el sur del Loira conquistado a los visigodos; entre el Loira y el Rin, zona de la expansión franca después de la ruptura de Limes; el oeste de los francos y el este de los ostrogodos, la Provenza y la Borgoña. Dominaba prácticamente lo que formaría parte de la Francia actual.
Como ya he mencionado anteriormente, tras la muerte de Clodoveo, el reino franco fue dividido entre sus cuatro hijos siguiendo la costumbre jurídica del pueblo. Childeberto I obtuvo Neustria y fijó su capital en Paris; Clodomiro rigió la zona del Loira medio, con capital en Orleáns; a Clotario I correspondieron las tierras del Escalda y del Mosa y fijó su capital en Soissons; y Teuderico gobernó Austrasia, desde Reims.
Los cuatro hijos guerrearon entre si, se disputaron los territorios y malgastaron la herencia de su padre, sin poder conservar la unidad que Clodoveo había dado a los francos.
Se suscitaron distintas guerras entre si y finalmente, todos los territorios de Clodoveo quedaron bajo un único mando, el de Clotario I, el cual tenía su capital fijada en Paris. Clotario I reina tras todos los abatares sufridos entre hermanos entre el 559 y el 561, y tiene además en su haber, el haber sido el hijo superviviente de Clodoveo, marcando el prototipo de rey merovingio.
El trabajo de unificación de Clotario valió de poco ya que a su muerte en el 561, dividió el territorio, una vez más, entre sus hijos. En esta ocasión, los territorios divididos van a tener nombres definitivos en la historia europea: Neustria, Austrasia y Borgoña.
Neustria abarca los territorios del reino franco antiguo con capital en Soissons. Ocupa todas las tierras del norte de la Galia y la zona sur conquistado a los visigodos. Es la zona más romanizada de todas, la que está al este.
Austrasia es el antiguo reino de Reims. Son las tierras más orientales del reino, la zona más germánica.
Borgoña es también la actual Borgoña. Es el territorio de los burgundios que habían acompañado a Clodoveo en la victoria contra los visigodos y que posteriormente fueron destruidos por tres de los hijos de Clodoveo.
Estos tres reinos surgidos en el 561, tienen una agitadísima historia de enfrentamientos porque había una gran mezcla de razas. Existía la etnia romana o provenzal en el antiguo reino de los visigodos; había también, lógicamente, una etnia franca al norte de Paris y actual Bélgica; y finalmente, existía también la etnia germana.
Esta mezcla de razas propicia también el que haya una gran mezcla de instituciones. Había un conjunto de instituciones que provenían del ámbito germánico, como es el concepto del caudillo y del rey. Aunque hay que decir también que la inmensa mayoría de las instituciones son de ámbito romano: económicas, cobro de impuestos, concepto de aduanas interiores, realidad de la propiedad territorial, adopción de la lengua latina, derecho romano, unidad legislativa (la ley tiene que pervivir sobre el uso y la costumbre), pervivencia de las ciudades romana, administración local con los cargos curiales, etc. Esta mezcla explosiva de instituciones mixtas dio dos fenómenos:

  • Aparecen con cierta personalidad unidades territoriales autónomas, condados o ducados. Van a aparecer unas tierras que son del acompañante o comités (comdes) del caudillo. Estos acompañantes va a hacerse con unas tierras en el que gobernarán. A esas tierras en las que van a ostentar el poder se les llamará condados o ducados. Esto es lo que da lugar a la organización señorial posterior
  • Administración eclesiástica de origen protofeudal. Aparece una vinculación entre los distintos cargos eclesiásticos que ya no es Únicamente el nombramiento por parte del arzobispo, sino que dependen de forma feudal. Esto es, los monasterios dependerán de otros monasterios madre, al igual que el clero secular.

La nueva unificación franca: los mayordomos de palacio

Los estados de Austrasia, Neustria y Borgoña entraron en un proceso de degradación de manera que los reinos cayeron en manos de cada uno de los mayordomos de palacio. Estos mayordomos van a llevar a cabo una política de unificación, creando primero el reino, y posteriormente el Imperio Carolingio.
Esta política de unificación la había comenzado el mayordomo de palacio de Austrasia, y luego la continuó su hijo y sucesor Carlos Martel, que venció a los árabes y que también era mayordomo de palacio de Austrasia. Carlos Martel, en un proceso de expansión había ido sujetando a su rey a sajones, bávaros y alamanes, por el norte; al igual que a los aquitanos por el sur. Como gran vencedor de las tropas cristianas, Carlos Martel fue considerado salvador de Europa cuando venció a las tropas de Abderraman en Poitiers en el 732, logrando expulsar a los árabes al sur de los Pirineos.
Igualmente, viene Pipino el Breve, hijo de Carlos Martel, que era mayordomo de palacio de Austrasia y de los territorios que su padre había conseguido, a pesar de que la situación de los tres reinos era caótica. En el 742, Pipino III envió legados al Papa de Roma, Zacarías, para consultarle si debía ser rey aquel que tenía el poder efectivo, o tenía que seguir siendo únicamente mayordomo. El papa Zacarías, que estaba amenazado por los Lombardos, y necesitaba el apoyo de los francos, contestó que aquel que tenía el poder de hecho tenía que ser rey de derecho, dando así su aprobación al folpe de estado en el que Pipino III expulsó a Childerico III, instaurándose así una nueva dinastía: la carolingia.
Pipino III convocó la Dieta (asamblea de los nobles de su reino) en el 751 y se hizo coronar rey siendo hungido con el óleo sagrado enviado por el papa San Bonifacio, obispo de Mainz. Por lo tanto, Childerico III fue decalvado y encerrado en un monasterio hasta el fin de sus días.
A partir de este momento Pipino III, el Breve irá anexionando los territorios de Neustria y Borgoña, volviendo así a unificar los territorios que Clodoveo unificó dos siglos atrás. Bibliografía
RIU, MANUEL. Lecciones de Historia Medieval. Teide. Barcelona. 1975.

Carlomagno, su biografía

El reino de los francos fue el más estable y duradero de los fundados por los pueblos germánicos en Europa.
A partir del siglo VIII, una nueva dinastía de reyes, descendientes de la familia de los Heristal, le dio su mayor esplendor, y extendió su poder a todos los países de Occidente, en la misma época en que los árabes consolidaban su dominio en la península ibérica. Carlos Martel que, como vimos, detuvo a los árabes en su avance sobre Europa en la memorable batalla de Poitiers (732), tuvo dos hijos: Carlomán, que profesó como monje, y Pipino, apodado el Breve por su baja estatura, que depuso a Childerico III y se apoderó del trono en el año 751 y reinó hasta el 768, inaugurando la dinastía de los carolingios.
A su muerte, sus dos hijos, Carlomán y Carlos, fueron elegidos reyes de los francos, pero, como era de prever, no lograron coordinar sus acciones y se enfrentaron entre sí.
La solución de esta difícil situación se vió facilitada por el fallecimiento de Carlomán en el año 771, con lo que quedó Carlos en posesión total de los dominios de su familia, pues los hijos de Carlomán lo eligieron como jefe.
Cuando el padre de Carlo Magno, Pipino el Breve, murió en el 768, sus reinos fueron divididos entre sus dos hijos Carlos y Carlomán. Ambos reyes, Carlomagno y Carlomán, fueron proclamados por la asamblea general de los francos con la condición de repartirse equitativamente el reino, de la misma manera que Pipino y su hermano Carlomán lo habían hecho. Carlo Magno luchó con diversos pueblos obteniendo la victoria y estableciendo su dominio en la mayor parte de Europa central y occidental. La influencia de Carlomagno fue decisiva durante la edad media. En el 770, Carlomagno busca una alian Carlos tenía que defender sus propias fronteras contra los paganos y también proteger Roma contra los lombardos.
Al norte de Austrasia queda Frisia, la cual parece haber sido de alguna manera equívoca una dependencia, y al Este de Frisia, del banco izquierdo del Ems (sobre la frontera de la actual Renania del Norte-Westfalia), por el valle del Weser y Aller, y todavía más al Este, hacia el banco izquierdo del Elba, se extendía por el país de los sajones, quienes no reconocían obediencia alguna a los reyes francos.
En 772, los sajones eran una horda de paganos salvajes que no daban a los misioneros cristianos ninguna esperanza salvo el martirio; estaban en un mismo territorio, pero, normalmente, no tenían ningún tipo de organización política común, y siempre realizaban devastadoras incursiones en tierras de los francos. Parece que su idioma era muy parecido al hablado por los Egberto y Etelredo de Bretaña, pero el trabajo de su primo cristiano, San Bonifacio, no había influenciado en ellos todavía; le rendían culto a los dioses del Walhalla, se unían en sacrificio solemne -a veces humano- a Irminsul (Igdrasail), el árbol sagrado que estaba en Eresburg, y todavía mataban a los misioneros cristianos cuando sus parientes de Bretaña realizaban sínodos de la Iglesia y construían catedrales.
Carlos no podía aguantar sus devastadores hábitos ni su intolerancia pagana; además, era imposible hacer las paces de manera permanente con ellos, mientras vivieran según la antigua costumbre teutónica de tener sus pueblos independientes. Hizo su primera expedición a este país en julio de 772, tomó Eresburg por asalto, y quemó a Irminsul. Fue en enero de este mismo año que el Papa Esteban III murió, y Adriano I, un antagonista de Desiderio, fue elegido.
El nuevo Papa fue casi de inmediato atacado por el rey de los lombardos, que se apoderó de tres pequeñas ciudades del Patrimonio de San Pedro, amenazó Ravena, y empezó a organizar un complot en la Curia. Pablo Afiarta, el chambelán pontificio, fue descubierto actuando como agente secreto de los lombardos, por lo que fue capturado y ajusticiado. El ejército lombardo marchó contra Roma, pero se acobardó ante las armas espirituales de la Iglesia. Mientras tanto, Adriano había enviado un legado a la Galia pidiendo la ayuda del Patricio.
Así, mientras Carlos descansaba en Thionville, luego de su campaña contra los sajones, se le recordó el duro y urgente trabajo que le esperaba al sur de los Alpes. La embajada de Desiderio llegó poco después que la de Adriano. Carlos no tenía ninguna duda en que la justicia estaba de parte de Adriano; además, puede que haya visto aquí su oportunidad para hacer algunas reparaciones por su repudio a la princesa lombarda. Por ello, antes de tomar armas por la Santa Sede, envió comisionados a Italia para que examinen el caso. Cuando Desiderio declaró que la toma de las ciudades pontificias era sólo como un pago legal de una hipoteca, Carlos, rápidamente, se ofreció a reembolsarlo con el pago de dinero. Pero Desiderio se negó a aceptar el dinero, y cuando los comisionados de Carlos informaron en favor de Adriano, el único camino que quedaba era la guerra.
Mucho más importantes para la posteridad fueron los eventos subsiguientes, los cuales llevaron a su fin la larga lucha con los sajones. Durante la cruzada española, Witikind regresó de su destierro, trayendo con él aliados dinamarqueses, y estaba saqueando Hesse; el valle de Rin desde Deutz a Andenach era una presa fácil para los sajones “adoradores del diablo”; los misioneros cristianos se dispersaron y escondieron. Carlos reunió sus fuerzas en Düren, en junio de 779, y atacó el campamento atrincherado de Witikind en Bocholt, luego de esta campaña, parece que ya consideró Sajonia un país casi totalmente dominado.
De todos modos, los “Sajones Capitularios” (véase CAPITULARIOS) de 781, obligaron a todos los sajones a que se bauticen (y esto bajo pena de muerte) y también a pagar diezmos, tal como los francos lo hacían para apoyar a la Iglesia; además, confiscó gran cantidad de propiedades para beneficio de las misiones. Esto le dio a Witikind una última oportunidad para restaurar la independencia nacional y el paganismo; su gente, exasperada contra los francos y su Dios, ávidamente tomaron las armas. En Suntal, en el Weser, con Carlos ausente, derrotaron un ejército franco, matando a dos legados reales y cinco condes. Pero Witikind cometió el error de aliarse con un grupo que no era teutón, que vivía más allá del Saale; la rivalidad de estos dos pueblos debilitaron rápidamente sus fuerzas, y las huestes sajonas se fueron disolviendo.
Acerca de lo que se conoce como la “Matanza de Verden” (783) es necesario aclarar que, los 4,500 sajones que murieron no eran prisioneros de guerra; legalmente, eran los cabecillas de un grupo en rebelión, seleccionados como tales de varios grupos rebeldes. Witikind logró escapar más allá del Elba. No fue hasta después de la derrota sufrida por los sajones en Detmold, y de Osnabrück, en la “Colina de la Matanza”, que Witikind reconoció al Dios de Carlos como más fuerte que Odín. En el año 785 Witikind recibió el bautismo en Attigny, y Carlos fue su padrino.
Al comenzar el siglo IX el poder de Carlomagno había llegado a su apogeo. El desastre de Roncesvalles, única página desgraciada de esta gloriosa historia, no había sido vengado; pero en cambio por la parte del Mediterráneo, Barcelona y Tortosa estaban en sus manos, y con las tierras adquiridas por este lado a los sarracenos formaba la Marca hispánica. Todos los pueblos de raza germánica le obedecieron, exceptuando los sajones y los normandos de Jutlandia.
Todos los enemigos temibles al alcance de su mano habían sido destruidos o reducidos a la impotencia. El Imperio germánico comprendía todo el Occidente de la parte continental de Europa, desde el Océano hasta el Elba, la Bohemia, los Cárpatos y el Theiss, y desde el Mar del Norte hasta los Pirineos, Córcega y el Golfo de Nápoles. Era, pues, uno de los cuatro grandes Imperios en que entonces se dividía el mundo: el de Carlomagno, el de Bagdad, el de Oriente y el de Córdoba, todos igualmente poderosos y todos igualmente efímeros. Dueño de todos los países que habían formado el Imperio de Occidente menos la Bretaña con las regiones de allende el Rhin que nunca le habían pertenecido, Carlomagno aspiró a poseer el título de emperador, rodeado entonces de tan grandes prestigios.
La importancia que el acto de su coronación, verificada en Roma el día de Navidad de 800, revistió, está perfectamente expresada en el entusiasmo y la admiración con que todos los viejos cronistas dan cuenta de ella. “El día de Navidad, dice el ya citado Eginhardo, cuando el rey, que había asistido a la misa, se levantaba de hacer oración ante el altar del apóstol San Pedro, el Papa le puso una corona en la cabeza, y todo el pueblo romano exclamó: Vida y victoria a Carlos Augusto, coronado por Dios, grande y pacífico emperador de los romanos”.
Con este acto el papado, a la par que sacudía la tutela de Constantinopla, atribuíase sobre el emperador una autoridad hasta allí desconocida. En nombre de Dios le coronaba; ¿no podría arrancarle aquella misma corona también en nombre de Dios? Por otra parte, aquel nombre de Carlos Augusto con que los romanos habían aclamado al vencedor de los sajones era todo un símbolo. Karl, el nombre germano, representaba la barbarie imperante, el feudalismo, el guerrero con su framea; Augusto, el nombre romano, recordaba el Imperio con todos sus vicios y grandezas, con su decrepitud, pero con una organización social completa.
Carlos Augusto era el símbolo de la fusión de ambas cosas. No puede negarse que la coronación ante el altar de San Pedro fue cosa convenida entre el rey y el Papa. Sin embargo, Carlos se hizo el sorprendido. Su recompensa era grande, pero merecida. El rey de los francos había librado a Roma de sus enemigos los lombardos, de los paganos avaros, de los árabes musulmanes y de los sajones idólatras.
En el plano cultural, Carlomagno impulsó la recuperación del espíritu romano perdido en los siglos anteriores, mediante lo que se ha llamado “renacimiento carolingio”: emprendió la construcción de grandes conjuntos monásticos y catedralicios que le servirían de base para la cristianización de los distintos pueblos sometidos, organizó territorialmente la administración religiosa y creó importantes scriptoria como difusores de esa revolución cultural.
Una de sus primeras medidas para todo ello fue la creación de una escritura común y homogénea en todo el Imperio, la minúscula carolina. Para conseguir todo esto, se rodeó de una serie de eruditos como Alcuino de York o Eguinardo.
Al morir el gran emperador en el año 814 en su capital, Aquisgrán (Aix-la-Chapelle), le sucedió su hijo Ludovico Pío, príncipe bueno, pero excesivamente débil: con él comenzaron todas las calamidades. La extrema condescendencia del nuevo emperador le llevó a dividir en vida el Imperio entre sus hijos. Pero los príncipes desconformes, destronaron a su padre, desataron la guerra civil y el más espantoso desorden.
Para colmo, aprovechando la discordia reinante, los condes, marqueses y demás señores, comenzaron a discutir sus derechos con los monarcas, a negarles la sumisión y atribuirse mayores poderes hasta hacerse prácticamente independientes. Así dio comienzo la nueva característica de la Europa posterior a Carlomagno: señores todopoderosos, y reyes absolutamente débiles.
Entre tanto,, y tras la muerte de Ludovico Pío, sus hijos se pusieron finalmente de acuerdo y en el año 843 firmaron un importantísimo pacto: el Tratado de Verdún.
Con este memorable acuerdo, el Imperio Carolingio quedó definitivamente dividido: Carlos, llamado “el Calvo”, se reservó Francia; Luis, la Germania, y Lotario, Italia y la corona Imperial, además de un corredor de tierras entre sus dos hermanos.
De esta manera, se liquidaba el Imperio que Carlomagno con tanto esfuerzo había formado, pero nacían dos nuevos Estados Francia y A Alemania que con pocas variantes conservarían sus límites hasta nuestros días.
El final carolingio: Con el Tratado de Verdún comenzó, aunque con poca suerte, la historia de Francia y de Alemania: en ambos, se sucedieron en el trono varios reyes totalmente incapaces.

Burgundios

Los burgundios eran germanos orientales y, según Plinio, provendrían de la actual Pomerania, si bien, se ha señalado que es probable que sean originarios de la montañosa Bornholm danesa, dado que burgundio podría significar “habitante de la montaña”. Sus contacto con Roma se inician una vez se asientan en el valle superior del Main, penetrando en el Imperio en el año 406. A diferencia de alanos, suevos y vándalos, los burgundios prefieren instalarse de manera pacífica en el Imperio, llegando a concluir Honorio – según otros autores, el usurpador Jovino en 413.
Los reyes burgundios eran famosos por el tesoro que poseían y que la leyenda ha convertido en el oro de los Nibelungos. En la Canción los soberanos burgundios se denominan Gunther, Gernot y Giselher; residen en Worms y tienen por hermana a Kriemhild, que se casa con Siegfried. Cuando éste muere, se casa con Etzel (Atila) y atrae a sus hermanos a Etzelburg, para vengarse del asesinato de su marido, y todos son eliminados.

La ciudad de Worms
Worms, pertenece al estado alemán de Renania-Palatinado. La ciudad, situada a orillas del Rin, en la región vitivinícola del Rheinhessen, cuenta hoy con unos 80.000 habitantes y es la heredera de una historia singular.
Este lugar estuvo ocupado por la tribu germánica de los Vangiones, hasta que fueron expulsados por los romanos que lo bautizaron como Borbetomagus, y construyeron una fortaleza hacia el 14 a.C. En el 412 la ciudad, llamada Augusta Vangiorum, fue transferida a los Burgundios, otra tribu germánica, quienes la convirtieron en la capital de su reino.
Los Burgundios, Los burgundios se dirigieron hacia el sudeste para fundar un reino que, según una tradición tardía, tenía su centro en Worms, hasta entonces ciudad de poca importancia. El año 436, Worms fue ocupada por el último representante efectivo de la autoridad imperial en la Galia, Aecio. Siete años más tarde, a éste le pareció oportuno permitir el asentamiento de lo que quedaba de las huestes burgundias alrededor de la orilla occidental del lago Lemán.
Inesperadamente, este asentamiento se convertiría en el núcleo de un segundo reino burgundio que se extendía hacia el oeste y el sur y que, andando el tiempo, daría nombre a la región de Borgoña, con límites más amplios de los actuales originarios de Escandinavia, entraron en el Imperio alrededor del año 200 instalándose en Pomerania (Polonia) y Alemania, hasta que se asentaron en esta zona a orillas del Rin, entre Francos y Alamanes, como pueblo Federado (fœderati) de los romanos. No obstante parece que mantuvieron una relación tormentosa con sus anfitriones, ya que irrumpieron en las regiones fronterizas y extendieron su influencia cuanto les fue posible, arrebatando incluso Mogunticum (Maguncia) al Imperio.
Este estado de cosas, fue el que propició que el general y Magister Militum romano, Aecio, enviara contra ellos a mercenarios Hunos de Atila que terminaron invadiendo el Reino Burgundio del Rin. Su Rey Gundicar murió en una de estas batallas en el año 436, y su capital y su reino desaparecieron.
Las leyendas heroicas que cuentan la defensa de los Burgundios frente a los Hunos, fueron recopiladas en el siglo XIII para formar el “Cantar de los Nibelungos”, la mayor narración épica en lengua alemana.
Los burgundios se dirigieron hacia el sudeste para fundar un reino que, según una tradición tardía, tenía su centro en Worms, hasta entonces ciudad de poca importancia. El año 436, Worms fue ocupada por el último representante efectivo de la autoridad imperial en la Galia, Aecio. Siete años más tarde, a éste le pareció oportuno permitir el asentamiento de lo que quedaba de las huestes burgundias alrededor de la orilla occidental del lago Lemán.
Inesperadamente, este asentamiento se convertiría en el núcleo de un segundo reino burgundio que se extendía hacia el oeste y el sur y que, andando el tiempo, daría nombre a la región de Borgoña, con límites más amplios de los actuales.

Ostrogodos

Significa “Godos de Oriente”. Los Godos, pueblo germánico procedente de Escandinavia en el siglo I, constituirán en el siglo III un gran estado en la Europa Oriental, entre los ríos Don y Danubio. La llegada de los Hunos (375), venidos de Asia Central dividiría a los godos definitivamente en dos grupos: Ostrogodos (Godos do Oriente) entre el Don y el Dniéper, y Visigodos (Godos de Occidente) entre los ríos Dniéper y Danubio. Con Alarico I (370-410), los Visigodos pasarán a Italia e, después con Ataúlfo, para Hispania (411).
El romanizado nuevo rey de los ostrogodos, Teodorico, hijo de Valamer, que había vivido en Constantinopla como rehén, mantuvo el característico dualismo germano-romano, manteniendo leyes e instituciones tradicionales romanas en manos de romanos, e incluso rodeándose de colaboradores italo-romanos como Boecio o Casiodoro.
La pervivencia más definida de las instituciones romanas y una mayor convergencia de los intereses de germanos e italo-romanos, contribuirían a consolidar el reino ostrogodo de Italia: Si a Justiniano no le había resultado demasiado costoso aniquilar a los vándalos del Norte de África y el antagonismo entre visigodos y provinciales del sur de Hispania, facilitaba el control de Bizancio sobre la costa meridional de la Península Ibérica, la dureza de las Guerras Góticas (535 – 552) demuestra que el reino ostrogodo poseía unas bases más firmes, pues incluso los itálicos recelaban del dominio bizantino – no podemos ignorar, no obstante, que en plena lucha con los ostrogodos, el persa Cosroes I rompía en 540 la paz firmada poco antes con Justianiano, invadiendo Siria, lo que, sin duda, contribuyó decisivamente a alargar la guerra en Italia, al verse obligados los bizantinos a sustraer tropas de Europa.
Hasta el siglo III, constituían un solo pueblo, que se supone, por razones geográficas, se dividió en esa fecha, en dos: los visigodos, al oeste, entre los ríos Dniéper y el Tisza, y los ostrogodos, que se ubicaron entre el río Don y el Dniéper, al este.
Éstos fueron dominados por los hunos, desde el año 375, peleando a partir de entonces, en los ejércitos hunos, contra romanos y visigodos. Lograron independizarse, al morir el jefe huno, Atila, cuando vencieron a los hijos de éste, rebelándose contra su dominación, en el año 454, en la batalla de Nedao, que tuvo lugar en Panonia (oeste de la actual Hungría) liderados por Teodomiro, y ayudados por los gépidos, otro pueblo germano dominado por los hunos. A partir de esa fecha, se ubicaron en Panonia, y se constituyeron en un pueblo federado de los romanos, con la misión de defender la frontera danubiana, de la invasión de otros pueblos bárbaros. Mantuvieron con los romanos relaciones a veces cordiales, y otras hostiles.
El rey de los ostrogodos, a partir del año 474, Teodorico (454-526), se educó en Constantinopla, y llegó a ocupar el cargo de Cónsul romano. En el año 488 por encargo del emperador Zenón, consiguió el gobierno de Italia, al expulsar de allí a Odoacro, de la tribu de los hérulos, que se había apoderado de ese territorio romano. Lo venció en el año 493, y los romanos cumplieron lo prometido. Para esa época los ostrogodos se fusionaron con los visigodos, unión que terminó en el año 526, con la muerte de Teodorico.
Éste había impulsado una unión entre los distintos pueblos germánicos, que consolidó a través de matrimonios. Teodorico reactivo la economía y el comercio. Respetó a sus súbditos, bajo el imperio de la ley, caracterizándose por su carácter noble y leal. Construyó un palacio en Rávena, su capital, y mandó a construir su futura tumba, o mausoleo, en mármol, en las afueras de Rávena. Impuso como colección de leyes destinadas a regir tanto para súbditos romanos como germanos, el Edicto de Teodorico, excepción al sistema de la personalidad de las leyes (que cada uno se rigiera por las propias de su pueblo) que establecieron otros pueblos bárbaros.

Lombardos

Los lombardos (en latín langobardi, de donde procede el nombre alternativo de longobardos) fueron un pueblo germánico originario del Norte de Europa a que se asentó en el valle del Danubio y desde allí invadieron la Italia bizantina en 568 bajo el liderazgo de Alboino. Establecieron un Reino de Italia que duró hasta el año 774, cuando fue conquistada por los francos.
Los Lombardos o longobardos aparecen por primera vez como una pequeña y feroz tribu germánica situada a la orilla oeste del Bajo Elba, durante sus andanzas en Panonia, transformaron su dialecto, también adoptaron el arrianismos, aunque esto fue algo que poco cambio sus maneras salvajes, pero si seria de gran influencia en su subsiguiente historia. También desarrollaron una monarquía, por esta época ya ha habían formado una casta guerrera, con tropas de aldiones o siervos, como los sajones, para cultivar las tierras.
Atraídos por el clima suave y por la fertilidad del suelo italiano, los Lombardos invadieron la península en el año 568,al mando de Alboino cruzaron los Alpes por el norte (Alpi Giulie),se apoderaron de la región después llamada Lombardia, facilitados también por la escasa resistencia encontrada. Algunos historiadores opinan que los Longobardos fueron, en su origen, un pueblo escandinavo. De todas manera se establecieron en Europa central (Panonia) en el curso del tercer siglo, y su presencia en el mundo Romano fue observada en Austria desde mucho antes (año 489). Algunas excavaciones arqueológicas aportaron valiosos datos sobre su vida primitiva
Alboíno, rey a la sazón del los lombardos, logró aglutinar en torno a sí a diversos grupos de mercenarios que habían sido enviados a combatir a los ostrogodos, tomando ciudades del norte de Italia Pavía se convertirá, a partir de 572, en capital del reino -. Sin embargo, los lombardos y sus aliados bárbaros no lograron articular ninguna entidad étnica ni política, por lo cual, a la muerte del líder carismático, en este caso Alboíno, la confederación se deshizo en treinta y cinco bandas que, lideradas por un dux o duque, constituirán otras tantas entidades territoriales conocidas como ducados lombardos.

Los Hunos

Tras un lento pero inexorable avance desde que partieron de las lejanas tierras del Asia Central, los hunos, llegaron por fin a la frontera de Europa (por aquel entonces) el río Don (llamado Tanais por griegos y romanos). En su camino fueron empujando a uno y otro lado a las diferentes tribus que no aceptaban probablemente someterse, una de estas, la de los alanos (1), termino por dispersarse marchando una gran parte de ellos al otro lado del Tanais, deteniendo su migración en el momento en que, seguramente, se toparon en su camino con los todopoderosos godos, encerrándose así involuntariamente entre estos y los hunos.

Resto de Europa - Geografía Humana

Parece ser que, en principio, no podían (o tenían) intención los hunos de cruzar el caudaloso río que les separaba de la desconocida Europa. Según la historia transmitida se debió a la casualidad el hecho de que unos cazadores hunos encontrasen un vado por el que poder atravesar a pie la laguna, posiblemente cerca de la desembocadura del Don, en algún área pantanosa. Lo cierto es que es el momento en que los hunos pusieron pie al otro lado del Tanais, una ola de destrucción se cuenta que barrió todo el espacio comprendido entre el río y el territorio de los alanos. Estos resistieron fieramente, a decir de los clásicos, e hizo falta a los invasores llevar tres duras guerras adelante hasta poder acabar sometiendo, por agotamiento, a esta indómita nación.
Domeñados los alanos, y sumados ahora a los hunos, quedaban frente a los poderosos ostrogodos. Por aquellos días era el anciano Hermanerico el rey de esta nación. Bajo su gobierno el poder de los godos se había extendido tanto que abarcaba una amplia extensión de territorio entre el Mar Báltico y el Mar Negro, manteniendo sometidas a su poder un gran número de tribus eslavas y germanas.
Según cuenta Amiano, era tal el terror que precedía al avance de las hordas de los hunos que prefirió suicidarse antes de afrontar lo que el destino le deparaba, bien es cierto que es sabido que el rey era ya anciano y, además, adolecía de una grave dolencia a causa de una herida de guerra. El cansancio sin duda ya había hecho presa en él y no estaba precisamente como para dirigir una guerra a muerte con tan fieros enemigos. Todo parece indicar (Jordanes) que tras estos primeros impases, con fieros combates contra los ejércitos alanos y, posteriormente, hunos, los ostrogodos optaron por ceder parte de su soberanía y quedaron ligados a los hunos por algún tipo de vasallaje.
Gran parte de los pueblos sobre los que otrohora se enseñoreaban ganaron así su libertad. Los hunos son un pueblo de pastores nómadas que invadieron la Europa del SE hacia el 370 y crearon un enorme imperio en los ochenta años siguientes. (Los heftalitas que invadieron Irán e India en los siglos V y VI y los hiung-nu que acosaron anteriormente China son a veces identificados como hunos, lo que no es del todo seguro). Quizá sean el pueblo llamado en chino xun (los griegos los llamaron jounoi), quizá parte de los hiung-nu mencionados por las fuentes chinas, de familia turca y escritura rúnica. Cruzaron el Volga después del 350, cayeron sobre los alanos (entre el Volga y el Don), ostrogodos (entre el Don y el Dniéster) y visigodos (Dacia) y forzaron el limes romano del Danubio.
Amiano Marcelino (fl. 395) los describe como pastores sin casas ni reyes, dirigidos por jefes de grupo (primates), aparentemente sin un caudillo general aún en el s. IV. Excelentes jinetes arqueros, veloces y decididos, de táctica impredecible, extendieron el miedo por el Imperio. Pactaron con Roma en contra de los germanos de Europa Central y, hacia el 432, tenían un caudillo principal, Rua o Rugila, a cuya muerte (434) le sucedieron sus sobrinos Bleda y Atila (Átila), corregnantes que pactaron con el Imperio de Oriente en Margus (hoy Pozarevac) la duplicación de los subsidios pagados a Rugila.
Átila, flagellum Dei, rey de los hunos (434-453) es el Etzel de la leyenda de los Nibelungos y el Atli de las sagas islandesas. Dominadores de un extenso territorio, desde el Báltico a los Alpes hasta cerca del Caspio, habían de recibir de Constantinopla 700 libras de oro anuales (un 300 k). No se sabe nada concreto sobre Atila entre 435 y 439 ni tampoco que el Imperio le pagase lo prometido. En 441, cuando las tropas romanas estaban actuando en el limes tanto oriental como occidental, atacó fuertemente el Danubio oriental, tomando y saqueando muchas ciudades, incluida Singidunum (Belgrado).
Constantinopla logró una tregua para el 442 y trajo tropas del Oeste; pero en 443 Atila volvió a atacar: tomó ciudades en el río y se dirigió al interior hacia Naiso (Nis) y Sérdica (Sofía), que fueron destruidas. Camino de Constantinopla, tomó Filipópolis, derrotó a los romanos en todas las batallas y cercó la capital imperial, que no podía tomar con sus arqueros. Puso rumbo a Galípolis, donde estaban refugiadas las últimas tropas imperiales, y las deshizo. Impuso una paz que incluía el pago de los atrasos y su mora (6.000 libras de oro, unos 1.800 k) y la triplicación del tributo anual (2.100 libras por año, unos 650 k). Hacia 445 mató a su hermano mayor, Bleda, y se convirtió en autócrata. Atacó de nuevo en 447, más al E (Escitia y Mesia) que la vez anterior y derrotó a los romanos en el río Uto (Vid), pero con un alto costo en hombres. Devastó los Balcanes y Grecia hasta las Termópilas y en los años siguientes se mantuvo una especie de hostilidad latente entre Atila y Teodosio II, como narra Prisco de Panio (fragmentos de su Historia), que lo visitó en Valaquia, junto a los embajadores romanos del 449. Se concluyó una paz más onerosa para el Imperio que la del 443: el Imperio había de evacuar una ancha franja suddanubiana y grandes tributos cuya cuantía no precisan las fuentes.
Atila entró en la Galia en 451, aparentemente contra los visigodos del reino de Tolosa, que no mantenían contenciosos con Valentiniano III ni con Aecio, con quien Atila estaba en buenas relaciones. Se sabe que, en 450, Honoria, hermana del emperador, le envió su anillo y la petición de que la librase de un matrimonio al que se la obligaba.
Atila reclamó a Honoria como esposa y pidió la Galia como dote. Aecio y Teodorico I pactaron una actuación conjunta. Atila intentó ocupar Aurelianum (Orleans), pero los romano-godos se lo impidieron en el último momento. La batalla se dio en campo abierto, en los Campos Cataláunicos (o, en otras fuentes, Mauriacos), de situación desconocida. Teodorico murió, pero Atila, vencido por primera y única vez, hubo de retirarse.
En 452 Atila pasó a Italia y saqueó Aquilea, Padua, Verona, Brescia, Bérgamo y Milán, sin que Aecio pudiera detenerlo. La hambruna y la peste los sacaron de Italia. El nuevo emperador de Oriente, Marciano, interrumpió el pago de subsidios pactado por Teodosio II y Atila iba a atacarle cuando murió en el viaje, durante el sueño. Quemado en una fastuosa pira con su tesoro personal, quienes dispusieron el funeral fueron muertos para que nadie pudiera localizar la tumba. Le sucedieron sus hijos que, reñidos entre sí, perdieron casi inmediatamente el poder huno.
Prisco, que conoció a Atila en 448-449, lo describe como bajo, robusto, de gran cabeza, ojos hundidos, nariz chata, barba rala y de costumbres austeras. Irritable e irascible, era un tenaz negociador y no tan inmisericorde como se dice. Los hunos poseían oro abundante, por los pillajes, los subsidios romanos y la venta de prisioneros, y el poder económico alteró su naturaleza política. La monarquía se hizo hereditaria y el rey tuvo carácter autocrático: sus delegados personales se ocupaban del gobierno y las exacciones en especie y moneda sobre los territorios y pueblos sujetos a los hunos. No hubo estructuras complejas y, a la muerte de Atila, las revueltas internas facilitaron la derrota huna (455) frente a una coalición de gépidos, ostrogodos, hérulos y otros pueblos en Panonia (río Nedao, sin identificar) que terminó con los hunos como potencia.

En los últimos tiempos del Imperio Romano, cuando una sociedad otrora virtuosa y luz del mundo estaba cayéndose a pedazos víctima de sus propios vicios y errores de los cada vez más incapaces emperadores que la gobernaban, emergió desde las estepas del noreste de Europa la más terrible amenaza para el cristianismo: Atila el huno, un rey que a diferencia de sus antecesores tenía esa clase de ambición desmedida que caracteriza a los gobernantes que han dejado una estela imborrable de crueldad y ferocidad guerrera en el corto tiempo que prácticamente tuvieron el poder del mundo en sus manos.
En aquellos tiempos el imperio romano se hallaba dividido (para una mejor administración) en occidente y oriente, el rey huno no quiso continuar cobrándole tributo a los romanos de oriente e inició una campaña destinada a apoderarse de todo el imperio, gracias al empuje de los 60.000 jinetes hunos (su mejor tropa) que lo seguía más una multitud de mercenarios asiáticos de diferentes procedencias, comenzó a conquistar ciudades sin oposición seria de ningún gobernante, es más muchos de ellos comenzaron a rendirse sin luchar y los pocos que se resistían eran masacrados cruelmente por la jauría de guerreros que comandaba.
La capital del imperio de Oriente en aquel tiempo era la ciudad fortificada de Constantinopla, con muros dobles que hacían casi imposible tomarla, sin embargo Atila al llegar a las puertas de la ciudad comenzó a ejercer un bloqueo de suministros que no le funcionó porque los afligidos ciudadanos tenían salida por mar donde recibían alimentos y hombres armados. Los hunos deberían intentar entonces un asedio por mar, por donde definitivamente no tenían ventaja alguna; visto esto la impaciencia de Atila pronto jugó a favor de Constantinopla y abandonó el asedio movido por extrañas noticias que acababan de llegarle desde occidente: la princesa Honoria (seguramente una loca a causa de los continuos matrimonios entre parientes) le había pedido se case con ella y por consiguiente herede todo el imperio romano de occidente, al reclamarlo inmediatamente por medios diplomáticos recibió una lógica negativa y entonces se inició la gran campaña destinada a tomarla por la fuerza.
Según cronistas de la época se dice que mas de 300.000 soldados componían aquel gigantesco ejército, la mayoría de los cuales eran pobres gentes de los pueblos conquistados obligadas a luchar del lado del huno so pena de morir de la más horrible forma.
El plan de Atila consistía en partir desde Panionia (actual Austria) y entrar al imperio por la Galia (actual Francia), aquella masa de soldados sedienta de sangre y oro arrolló cualquier atisbo de resistencia sobre todo del reino de Borgoña donde muchos guerreros rindieron valientemente la vida en batallas desiguales que han quedado registradas en la famosa Canción de los Nibelungos, a la que tantos compositores clásicos le han hecho arreglos musicales. Dentro de los reinos que se rindieron sin luchar se cuentan los Ostrogodos que ofrecieron casi la totalidad de sus ejércitos para ayudar a Atila a barrer del mapa cualquier cimiento de cultura cristiana, para ese entonces las fuerzas del huno ascendían casi a 600.000 hombres cifra impresionante por número, pero como dijo el gran Julio César “prefiero tener 10.000 hombres bien entrenados a 100.000 que no diferencian entre amigos y enemigos”, premisa que se haría muy importante más adelante. Atila embriagado por sus éxitos lanzó un ataque mal organizado sobre París de donde fue heroicamente rechazado, la eterna impaciencia e impulsividad del huno lo convenció de abandonar este objetivo y lanzarse hacia el sur.
Entonces es cuando sucede un gran punto de inflexión, los romanos habían realizado para estas épocas una gran leva (reclutamiento) para formar un ejército capaz de defender Italia y por otra parte los godos que ocupaban Hispania (actual España) estaban muy preocupados por la seria posibilidad de ser conquistados (y arrasados) por los hunos; ambas situaciones fueron unidas por el gran general romano Flavio Aecio, que observando las serias posibilidades de que el cristianismo sea completamente conquistado ideó el siguiente plan: la horda huna debía ser detenida antes de ingresar a Italia o Hispania, y el ejército encargado de realizar esta proeza sería una combinación visigoda-romana que libraría una sola batalla decisiva en un punto estratégicamente escogido.
Para poner en marcha este plan se dirigió personalmente a visitar al rey visigodo Teodorico, con el cual no se encontraban en muy cordiales relaciones los romanos, sin embargo el temor a Atila hizo que se aceptará rápidamente el plan y comenzaron los visigodos una gran leva general donde casi todo hombre sano formó un ejército de 250.000 reclutas. Además posteriormente el rey de los alános otra tribu temerosa de los hunos se comprometió a pelear por el lado cristiano, esta inclusión de última hora casi hace salirse a los visigodos de la alianza ya que los alános tenían fama de mercenarios de dudoso honor.
Finalmente primó la cordura y se conformó un ejército conjunto de 400.000 hombres dispuestos a luchar hasta la muerte por evitar que Atila pasará hacia el sur, al rey huno estas noticias le parecieron una señal divina de que llegaba su gran momento y de inmediato partió a enfrentárseles. El astuto Flavio Aecio había ordenado quemar cuanta fresa silvestre pudieran coger los hunos en su camino y además envenenar cada pozo existente en la zona, todo lo anterior hizo que la inmensa masa de confederados hunos llegarán algo faltos de suministros a la batalla (mucho de ellos sin comer en días) que tuvo lugar en Chalons (actual Francia) en una gran extensión de terreno verde conocida como los campos cataláunicos, en aquel campo existía un riachuelo que estaba justo en medio de ambos ejércitos y que pronto cambiaría a color rojo con la sangre de los muchos soldados caídos en batalla.

Momentos previos a la batalla.

Los hunos tenían mucha confianza en las predicciones de sus chamanes previas al combate, entonces Atila y su círculo inmediato de generales se reunieron en una tienda para escuchar esotéricos comentarios del futuro, luego de lanzar huesos de oveja y leer las formas que representan al caer, se predijo que ese día que Atila tendría la única derrota que contaría sus carrera, pero que en el bando contrario sería muerto su principal líder.
Luego de discutir brevemente con su general más cercano Orestes, decidió entablar combate sin importar las consecuencias. Que se hubiera dicho si el orgulloso huno hubiera dado media vuelta con ¡600.000! hombres para salvarse del destino que impasible le esperaba, bueno eso para un hombre como Atila definitivamente no estaba permitido. El rey huno entonces dirigiéndose principalmente a sus guerreros hunos les arengó asegurándoles que aquel soldado que mostrara temor en batalla sería brutalmente castigado y su cuerpo sería devuelto en partes a su familia, esta amenaza fue aclamada por la multitud de 600.000 guerreros que ardían en deseos de combate.
Por el lado romano habían acaloradas discusiones entre visigodos y romanos por la muy probable traición que podrían afrontar por parte de los alános, entonces se optó por una solución salomónica quedarían los alános en el medio de las formaciones romanas y visigodas para asegurarse que cualquier intento de traición no cuente con ventaja estratégica alguna.
Luego de zanjada esa discusión Flavio Aecio se dirigió hacia las otrora gloriosas legiones pero que hoy darían la última gran batalla que el mundo pudo presenciar, así les hablo: “Legionarios, ustedes son la última esperanza para un imperio que ha iluminado al mundo por más de 500 años, no dejéis que la barbarie llegue a conquistar nuestra sagrada ciudad, yo les prometo que moriré en este campo antes de verme derrotado, ¡Luchad por la grandiosa Roma de la que sois los últimos soldados valientes!!!. Por otro lado Teodorico alentaba a las tropas pidiéndoles que hagan el último esfuerzo por salvar sus tierras y familias de la devastación.

La Batalla de los Campos Cataláunicos.
La batalla.

Las fuerza visigodas-romanas tenían una leve ventaja estratégica lograda por Aecio, habían logrado el control de las zonas altas y podían de ese modo minimizar el impacto de una carga de 100.000 jinetes hunos, además el terreno había sido preparado lo suficiente para evitar que los caballos maniobraran con facilidad. Por supuesto Atila comenzó la carga con 50.000 infantes de los pueblos conquistados que tenían por único objetivo ablandar las posiciones para una carga mayor de caballería. Las fuerzas se habían ordenado de la siguiente manera: a la izquierda los visigodos al mando de Teodorico compuesto casi íntegramente por infantería, en el centro el ejército aláno compuesto en su gran mayoría por arqueros a pie, y en el lado derecho las legiones al mando de Aecio y un regimiento de caballería al mando del heroico Valorus.
La carga fue dirigida hacia los romanos que aguantaron firmes en sus posiciones, Aecio mando a reforzar las líneas preocupado por la próxima carga que sería mucho peor. Con lo que quedaba de la primera carga que volvían más el grueso de la caballería ostrogoda Atila ordenó cargar al centro y al flanco izquierdo de los visigodos, como era la mayoría infantes pensó muy fácil atravesar sus líneas con 30.000 jinetes, así mismo colocó a los hunos en posición para una carga frontal contra los romanos.
Se pusieron entonces en movimiento 300.000 hombres para un carga total sobre la altura, al empezar el ataque la mayoría de los jinetes se vio obligada a desmontar debido a que mucho caballos se quebraron las piernas por la infinidad de trampas en el terreno, al ver eso Atila dudó un momento pero finalmente decidió lanzar a toda su caballería desmontada, esto es un error táctico porque es obvio que por lo menos un 50% de sus jinetes no eran hábiles peleando contra infantería especializada.
La carga de los ostrogodos y aliados sobre los visigodos y alános fue terrible, el rey Teodorico peleaba en primera línea contra las incesante oleadas de soldados, entonces su gran heroísmo le costo caro una misteriosa flecha le atravesó por la espalda (raro porque estaba peleando de frente) y lo mató casi el instante, que la flecha haya sido disparada por sus propios soldados da para muchas especulaciones. En ese momento la defensa había sido virtualmente desecha pero su hijo Thoresmund recogió el cadáver de su padre y dirigiéndose a toda la reserva que aun no había entrado en acción fue coronado rey sucesor apuradamente y dirigió el mismo una carga general con todo lo que tenía.
Por el lado de los romanos Aecio intercambiaba aciertos y errores principalmente por su ignorancia de la situación que acaecía con respecto a sus aliados, no existe pruebas concretas pero muchos aseguraron que Aecio y Thoresmund tenían preparado aquel ardid que acabaría con un nuevo rey coronado en plena batalla. Atila por otra parte creyéndose ganador mando una carga de ayuda lanzada con las reservas que aún conservaba, al ver Aecio venir aquella masa auxiliar creyó perdida la batalla y ordenó una carga de caballería al mando de Valorus, y el mismo tomó a toda la reserva y la dirigió al combate.
El combate entonces tuvo esa pequeña variable que puede cambiar el curso de la historia: lo alános se habían crecido en la refriega y habían ganado una altura desde la que disparaban una lluvia de flechas sobre los hunos que trataban de subir a la colina esto hizo que las fuerza romanas y visigodas tomarán más fuerza y masacraran a los que quedaron en medio.
Atila al presenciar esto supo que la suerte estaba echada y ordenó una retirada general, un tanto sorprendidas las tropas visigodas-romanas iniciaron una desordenada persecución que se encargó personalmente Aecio de controlar. ¿Las razones? según muchos cronistas el general romano no quiso que a los Visigodos se les inflara el orgullo militar y decidieran tras esta batalla invadir Roma, entonces le “perdonó” la vida a Atila decisión de la que más tarde debió arrepentirse mucho (cuando al cabo de un año Atila invadió Italia).
Por el lado de los hunos Atila había tomado la decisión de suicidarse en vez de correr el riesgo de ser capturado y además había dispuesto una gigantesca pira para que su cuerpo sea quemado y sus enemigos no hagan escarnio de él. Al final esta situación no llegó a darse porque nadie lo persiguió y el huno pudo perfectamente volver a sus dominios dejando tras sí pérdidas humanas de 120.000 muertos aproximadamente.

Consecuencias.

En la batalla de los campos cataláunicos se calcula murieron 200.000, en su gran mayoría estos fueron godos de ambas clases ya que la mayoría de los hunos integrantes del ejército de Atila sobrevivieron porque disponían de sus rápidos caballos para escapar libres de riesgo. La situación del imperio por tanto no mejoró ya que al cabo de un año volvió Atila esta vez a conquistar directamente Italia con 100.000 jinetes, pero por esas extrañas ocurrencias su encuentro con el papa lo convenció de no atacar directamente Roma y dio media vuelta hacia sus tierras donde al mes murió envenenado por su joven esposa en medio de la celebración de una de sus tantas bodas acabando para siempre con la amenaza huna.
Lamentablemente Aecio no tuvo premio alguno por conseguir esa brillante victoria y luego de la muerte de Atila fue apuñalado en una reunión por el propio emperador (se creía que pretendía el trono) con lo cual se cerró para siempre la gran estela de los generales romanos, si es que cabe mencionarlo los amigos de Aecio encabezados por Valorus vengaron su muerte en un desfile apuñalando al emperador en frente de toda la ciudad, no pudiendo sin embargo frenar la ya por entonces acelerada caída del imperio romano.

Magiares

Tras muchos siglos de migración, el pueblo magiar llegó de las estepas de Europa Oriental a su patria definitiva: la Cuenca de los Cárpatos, el lugar que antaño había constituído el imperio ávaroLos magiares son un grupo étnico de Europa del Este, correspondiente a los actuales pobladores de Hungría. Conocidos también como magyares. Los actuales magiares provienen de tribus separadas de los grupos fino-ugrios asentados hasta el siglo V en las estepas que se extienden entre los ríos Volga y Kama, que se desplazaron hacia los territorios al norte del Cáucaso y de Crimea.
Las primeras tribus magiares eran tribus nómadas de grandes guerreros que llegaron a la hondonada de los Cárpatos en el año 896 y se asentaron en los alrededores del río Tisza. Según la leyenda los trajo Arpad, fundador de la dinastía de la cual saldrían los primeros reyes húngaros.
En el año 901 se asientan alrededor del lago Balatón. En el año 902 y 906 se sabe que las tropas de la Gran Moravia derrotan a los magiares.
A partir de esta época empiezan las incursiones de los magiares a las ciudades de Europa occidental. Los magiares dominaban la lucha desde el caballo gracias a las monturas con arneses. En Europa los caballos se usaban como medio de transporte pero no sabían luchar montados en ellos.
Los magiares atacaban en distintas olas, disparando rápidamente desde sus caballos para retirarse rápidamente. Inmediatamente después llegaba otro grupo que hacía lo mismo. Continuaban de esta manera hasta vencer la resistencia de las ciudades. A veces fingían huídas desesperadas para provocar ser perseguidos y luego atacar ellos por sorpresa.
Después de tomar las ciudades, las saqueaban y se llevaban prisioneros. Durante 50 años tuvieron mucho éxito y fueron el terror de Europa occidental. Ocuparon parte de lo que ahora es Austria y atacaron ciudades en el territorio de la actual Alemania, Francia, Italia,Suiza, República Checa y hasta la misma España.
Las crónicas de la época los describen como sangrientos (es cierto que los vencidos no suelen describir con mucha simpatía a los vencedores).
Los magiares fueron derrotados en la batalla de Lechfeld (junto al río Lech en Baviera) en el 955 por ejércitos bávaros y checos al mando del rey Oto I. Esto supuso el fin de la época de incursiones y el principio de los asentamientos en las planicies de Panonia en la actual Hungría.
El pueblo Magyar (Húngaros) no es de origen Europeo occidental lo que queda evidenciado en su fonética y en su alimentación, que son muy similares en los mismos aspectos, a lo Turco. Por otra parte, tiene ascendencia Huno, Avara y tal vez Escita, ya que la zona donde viven, fue conquistada, una y otra vez, por esos pueblos nómades.
Por esas tierras pasaron los Hunos en su intento por conquistar Roma misma, deteniéndose en las orillas del Danubio. Era generalizado en Europa el terror a los Arqueros Magyares con su formidable Arco Compuesto. Hay importantes artesanos que han hecho perdurar el Arco Magyar hasta nuestros días. Incluso, uno de ellos, ha reinventado la Arquería Montada en su tierra natal, difundiéndola a todas partes del mundo y posicionándola como un apasionante deporte.

Los Normandos o Vikingos

Entre el año 800 y 1050 D.c. el pueblo vikingo irrumpe brusca y violentamente en la escena europea. Eran ya conocidos por su capacidad para construir hermosas naves arqueadas en proa y popa, además de su superioridad táctica indiscutible en el manejo y conocimiento de las artes de navegación. Pero también eran agricultores, artesanos y comerciantes que tuvieron entre los siglos IX al XI su momento de máximo esplendor.
Pueblo escandinavo de raza germánica, llamado también vikingo, que a fines del siglo VIII empezó a asolar las costas europeas. Conocía la escritura, las Runas, y creó una literatura épica, las Sagas.
En su conjunto destacaban tres grupos definidos: noruegos (que se establecieron en las islas Feroe, islas Shetland, islas Orcadas e islas Híbridas, descubrieron Groenlandia y llegaron a América); daneses (que, instalados en Jutlandia, saquearon Inglaterra, Frisia, Amberes, París, Ruán, Sevilla, Galicia, etc.), y suecos o varegos (extendidos por las estepas rusas).
Vikingos: navegantes incansables Los vikingos fueron grandes navegantes que heredaron ese arte tras ser desarrollado a lo largo de generaciones; sus antepasados ya surcaban expertamente las aguas del norte debido a que los numerosos ríos, lagos, islas y fiordos de esas tierras propiciaron el transporte a través del agua mejor que por una tierra atestada de grandes montañas, espesos bosques o pantanos infectos. Leif Eriksson y las Sagas de Vinland
Los diversos pueblos escandinavos iniciaron a finales del siglo VIII una rápida y amplia expansión. Los suecos (o varegos) cruzaron el Báltico hacia Finlandia, el lago Ladoga y Novgorod. Por el río Dnieper atravesaron Rusia hasta el mar Negro alcanzando Constantinopla y Europa Oriental. Los noruegos se dirigieron a las islas del Atlántico Norte (Hébridas, Feroe, Orcadas, Shetland e Irlanda). Después llegaron a Escocia, Islandia y hacia el año 1000, a las costas de Norteamérica, que llamaron Vinland.
Los daneses invadieron Inglaterra y Frisia, surcaron el Elba hasta Hamburgo, el Rin hasta Colonia y el Sena hasta París. Tras asolar las costas de Asturias y Galicia, bajaron a Portugal, remontaron el Guadalquivir hasta Sevilla y llegaron al norte de África e Italia.
La mayor parte de lo que actualmente sabemos sobre la forma de vida de los vikingos se lo debemos a las sagas que escribieron los islandeses durante el siglo XIII, después de que hubiesen sido transmitidas oralmente de generación en generación. Y según nos cuentan La Saga de los Groenlandeses y la Saga de Erik el Rojo, en el año 1000, Leif Eriksson llegó a una tierra desconocida, a la que puso el nombre de Vinland. Aquella Vinland era parte de lo que hoy llamamos América. Las sagas islandesas eran crónicas familiares de los primeros colonos que se establecieron en la isla y sus primeras generaciones.
Cuando la cultura que las creó entró en la decadencia, dejaron de hacerse copias e incluso cayeron en el olvido. Entre ellas estaban la Saga de Groenlandeses y la Saga de Erik el Rojo, donde se relatan los viajes realizados a aquella tierra que llamaron Vinland, y que 500 años más tarde, y más al sur, sería descubierta oficialmente por Cristóbal Colón.
Los vikingos, que significa “hombres del norte”, fueron la última de las tribus bárbaras llamadas germanas por los romanos que aterrorizó Europa. Procedían de Escandinavia y atravesaban velozmente el mar asolando las costas desde sus “drakkars” (llamadas así porque las proas y popas de sus naves estaban adornadas con cabezas de dragón). Empezaron con asaltos y saqueos, retirándose antes de que fuera posible oponerles una resistencia organizada. Pero con el tiempo se volvieron más audaces, llegando a ocupar y a asentarse en gran parte de Europa.
Al ser paganos, no dudaban en asesinar a clérigos y en saquear las propiedades de la Iglesia. La población se sentía atemorizada por su ferocidad y crueldad. Por otra parte, eran diestros artesanos, marineros, exploradores y comerciantes. Venían de una tierra con fiordos de aguas muy profundas, granjas pobres y duras rivalidades de clanes, lo que hoy es llamado Escandinavia. Al comienzo de la Era de los Vikingos, la granja familiar era la unidad económica básica de los noruegos; como eran granjeros y ganaderos, sembraban granos y vegetales en las épocas cortas de cultivo y dependían mucho de su ganado.
Los drakkars vikingos fueron uno de los barcos más veloces, resistentes y más preparados para el Oceáno Atlántico. Desde siempre el hombre ha querido surcar los mares, los cuales, eran la frontera entre lo conocido y lo desconocido. Los vikingos más conocidos fueron los daneses, quienes por cierto, fueron los que originaron las poblaciones del norte de Europa, colonizando con el paso del tiempo éstas tierras. Famosos vikingos fueron: Harald Blatend, Svend Tveskaeg, Harald Blatend, o los reyes daneses: Gurm den Gamle (Gurm el viejo), Erik den Rode (Erick el rojo), Knud den Store (Canuto el Grande), etcLos escandinavos eran considerados durante los siglos VI-XI un pueblo primitivo y guerrero. Las duras circunstancias de la vida, la falta de recursos y la expansión demográfica, hicieron que grupos de hombres abandonaran sus tierras y empezaran a explorara nuevos horizontes hacia el año 856.
Por ello, los primeros vikingos deseosos de conocer rutas, hallaron el norte de Escocia y posteriormente Irlanda en la que si se encontraron con un pueblo mucho más culto, los celtas. Arrasaron con todo y creándose el apodo de piratas o reyes del mar “Vikinger”. A veces eran ladrones, saqueadores, asesinos y otras veces eran comerciantes. Saquearon las tierras del norte, Germania, Rusia, Países del Mar Báltico, Países Bajos, Galia, la Normandía, la Bretaña e incluso el norte de la península de Hispania (desde Galicia hasta Vascongadas, destacando la zona del cantábrico occidental), Italia e incluso se asegura que llegaron hasta Bizancia.
Son conocidas las famosas travesías de los vikingos por el Océano Atlántico y menos famosos eran sus trayectos por el mar Mediterráneo. Durante siglos fueron conocidos como los mejores navegantes y exploradores de la Alta Edad Media. Escrito por: P. Argenter

Los Lusitanos

Se da el nombre de Lusitania al territorio ocupado por los lusitanos, entre los ríos Duero y Tajo, en una zona que comprende la sierra de la Estrella y las estribaciones de la sierra de Gata, en la actual Beira portuguesa, parte de la Extremadura española y algunos enclaves en León. Pero esto no quiere decir que los lusitanos ocuparan exclusivamente estas tierras ni que a todos los territorios por donde se extendieron se les llamara L. Se sabe que los lusitanos, en su lucha contra los romanos, se apoderaron durante algún tiempo de parte de la Bética correspondiente a la actual provincia de Jaén (Tucci o Martos, Baecula o Bailén, etc.) e hicieron correrías por la Meseta central que les proporcionaron algunas conquistas. Antiguo pueblo que habitaba la parte occidental de la península Ibérica, considerado por el geógrafo e historiador griego Estrabón como “la mayor de las tribus ibéricas, con la cual durante muchos años lucharon los romanos”.
La historiografía (que ha acreditado su presencia ya en el siglo VI A.c.) ha mostrado la habilidad para la guerrilla del pueblo lusitano, especialmente cuando, hacia el 147 A.c., estuvo encabezado por Viriato. De origen incierto, algunos investigadores sostienen que descendía de poblaciones meridionales del norte de África y otros del gran conjunto de los pueblos indoeuropeos.
Los lusitanos eran vecinos de los vetones, con los que limitaban por el este, y llegaban hasta el Atlántico, con su núcleo principal hacia la Serra da Estrela. Por el norte, los pueblos galaicos se extendían más allá del Duero, y al sur, probablemente a partir del Guadiana, habitarían ya los túrdulos o turdetanos por el sur de Portugal y Sierra Morena. Por estas zonas la presencia de gentes celtas fue en aumento hasta llegar a representar un elemento étnico específico en algunas zonas, pero sin límites precisos, ya que variarían a lo largo del tiempo.
La zona lusitana ofrece ya notable personalidad cultural desde el Bronce final, con tipos de armas y objetos que evidencian un desarrollo tecnológico propio y un profundo hinterland que corresponde a lo que posteriormente sería el área ocupada por los vetones. A partir del siglo VIII a.C., por los estuarios navegables hasta el Mondego se dejaría sentir el influjo colonial fenicio; pero más fecundo debió de ser el llegado por el sur indirectamente a través de la aculturización tartésica y después turdetana. Las estelas extremeñas, que se extienden por la parte meridional de la Lusitania hasta la Vetonia evidencian desde el Bronce final la actividad de intercambios comerciales y culturales por la vía de la Plata.
Este eje estratégico, que atraviesa de sur a norte la Vetonia, alcanza gran pujanza durante el período orientalizante, llegando a penetrar hasta la Meseta Norte elementos tan significativos como el hierro, objetos de prestigio, fíbulas y telas, justo cuando prácticamente toda Extremadura y el sur de Portugal quedarían englobados en el área cultural tartésica hasta el punto de asimilar incluso su escritura.
Luchas contra los romanos. El enfrentamiento entre lusitanos y romanos, que comienza en el 155 a. C. y termina en 138 a. C., se debe a varias causas. Una de ellas es la invasión por los lusitanos de la Hispania Ulterior ocupada por los romanos. Los habitantes de L. buscaban en el Bajo Guadalquivir mejores tierras que las suyas de la montaña. Otra razón puede hallarse en la expansión romana a través de la misma provincia Ulterior, cuyas fronteras iban ampliando. Paralelamente a estas luchas se desarrollaron las de los celtíberos contra el dominio romano. Se tienen noticias de que con anterioridad al 155 a. C. se habían enfrentado ya lusitanos y romanos. Ello fue consecuencia de la penetración lusitana en la Bética, de la que hay datos acerca del 193 a. C.
En los a. 163-162, los lusitanos al mando de un caudillo llamado Púnico derrotaron a Maulio, pretor de la Ulterior. En el 155 a. C., los lusitanos luchaban aliados a los vetones. En el 154 a. C., vencieron al pretor Calpurnio, lo cual les permitió llegar hasta el Mediterráneo, muriendo Púnico, a consecuencia de una pedrada, durante el asedio de una ciudad romana cuyo nombre se desconoce. Posteriormente, fue jefe de los lusitanos Kaisaros, también llamado Césaro, quien derrotó al pretor Lucio Mummio. El sucesor conocido de Césaro, Cauceno, invadió el Algarbe, habitado por los cuneos o conios, y cuya capital Conistorgis conquistaron. Después llegaron hasta Okile (Arzila) en África, donde fueron rechazados por L. Mummio, según versión de Schulten.
El sustituto de Mummio, en el 152 a. C., Marco Atilio, consiguió algunas victorias sobre los lusitanos y les conquistó la ciudad de Oxthraca. Como contrapartida, los lusitanos vencieron al nuevo pretor de la Ulterior, Servio Sulpicio Galba, en el 151 a. C., no lejos de Carmona, en tierras de la actual provincia de Sevilla. Para acabar con el dominio lusitano, Galba urdió una estratagema. Prometió tierras a sus enemigos, a condición de que entregasen las armas, y con este pretexto encerró en un campo a unos 30.000 hombres, de los que se cree que mató a unos 9.000 y a los demás les vendió como esclavos. Esta traición, que le valió a Galba un proceso en Roma del que salió absuelto, levantó a todo el pueblo lusitano contra los romanos. El nuevo caudillo fue Viriato (v.), cuyas luchas recoge Apiano en su Historia de Roma (s. II).
La aparición de este caudillo al frente de los lusitanos se produjo en un momento crucial para su pueblo, que en el 147 a. C. había sido vencido por el pretor Vetilio en el valle del Betis e intentaba entonces pactar con Roma. Viriato era partidario de continuar la lucha y obtuvo que su pueblo le siguiera. No hubo enfrentamientos a campo abierto, sino una guerra de guerrillas, de desgaste, que resultó un desastre para los romanos.
Los lusitanos, guiados por Viriato, practicaban la táctica del ataque y de la aparente retirada, tras la cual cargaban rápidamente sobre el enemigo. Mediante este sistema, fundamentado en la estrategia del movimiento, vencieron a los romanos en un desfiladero de la serranía de Ronda. Victoriosos nuevamente en el 146 a. C., pasaron a la Meseta septentrional y de aquí se dirigieron otra vez al Sur y conquistaron Segóbriga, ciudad celtíbera que pertenecía a la tribu de los olcades. Luego vencieron a los nuevos gobernadores de la Citerior, Claudio Unimano y C. Nigidio.
Los romanos decidieron entonces nombrar cónsules con mando por dos años. El primero enviado a la Península fue Quinto Fabio Máximo Emiliano, que venció a los lusitanos. Pero tras el mandato de este cónsul, los lusitanos resultaron vencedores (142 a. C.). El nuevo cónsul Quinto Fabio Máximo Serviliano tuvo que retroceder hasta Tucci y desistió de la persecución de los lusitanos, que se habían retirado a su país. Derrotado otra vez Serviliano, los romanos pactaron respetando el statu quo ante, reconocieron a Viriato como rey de su pueblo y le concedieron el título de amicus populi romani. Pero la paz romana fue violada por el cónsul Quinto Servilio Cepión, hermano y sucesor del anterior (139 a. C.). Viriato fue perseguido hasta la L. por Cepión, a quien ayudó el gobernador de la Citerior, Popilio Lenas.
Era el final de la lucha, pues los lusitanos ansiaban la paz. En estas circunstancias, se produjo el asesinato de Viriato, mientras dormía, por unos enviados de Cepión para entablar negociaciones. Otro caudillo, Táutalos, intentó continuar la resistencia, pero tuvo que rendirse. Así terminó prácticamente la oposición lusitana, pero a cambio de tierras que cultivar, que era lo que desde un principio pretendían los más desheredados. En tiempos de Sertorio (v.), los lusitanos se adhirieron a éste y combatieron a Metelo (80-78).

Dioses Lusitanos
El panteón clásico lusitano fue posiblemente descripto por los griegos en el siglo I. Está compuesto por varias deidades mayores y menores, prevaleciendo la idea de espíritus guardianes de la naturaleza encarnados en piedras, árboles, etc.
Algunas deidades:
Endovellico: tal vez el dios más difundido por el territorio, protector de la tierra y de todo lo que en ella crece. El nombre es de origen celta y significa algo así como: “dios muy bondadoso”.
Trebaruna: es una divinidad originariamente doméstica, es la diosa protectora de los hogares. En la etapa de resistencia a las invasiones romanas fue evolucionando hasta tomar un carácter guerrero. Algunas constancias romanas parecerían señalar que los guerreros lusitanos la invocaban antes de atacar. Hay quienes especulan respecto a cierta relación entre el papel “defensivo” en relación al hogar y al enemigo en el campo de batalla.
Atégina: Diosa de la fertilidad que los romanos la identificaron con Proserpina y también le rindieron culto. Se la invocaba tanto como para provocar desgracias en los enemigos como para rogar por la salud de los enfermos.
Runocessius: Se le atribuye un carácter misterioso. Deriva de la raíz celta “run”, y se lo representa armado de dardos, por lo que se lo supone que fue un dios guerrero.

Los Eslavos

Se puede considerar a los eslavos como el pueblo más continental de todos los grandes pueblos de la Europa antigua, el único que no ha tenido acceso al mar curiosamente, ya que en sus cerca de dos milenios y medio de expansión y de conquistas, los eslavos de Rusia, solamente después de siglos de esfuerzos, han podido hacerse paso al Mar Báltico y al Mar Negro.
La patria primitiva debió extenderse por el curso superior y medio del Vístula, hasta alcanzar el curso superior y medio del Dnieper, al sur de Pripet alcanzando más tardíamente el curso superior del Don. Sabemos que al sur de una frontera que aproximadamente rebasaría en cierta distancia Lemberg en la región de Kiev y de Kharkov, la futura Ucrania estaba poblada durante la época neolítica por una población de raza y cultura mediterránea, lo sabemos por numerosos descubrimientos antropológicos y arqueológicos que han permitido conocer estas poblaciones.
Al noreste de Kiev y de Esmolensco daría comienzo una región muy boscosa habitada por tribus ugro-finesas las cuales llevaban una vida básicamente nómada. Estas poblaciones serían conquistadas por los eslavos y sobre sus tierras se levantaría la ciudad de Moscú. La toponimia del norte de Rusia es todavía hoy predominantemente pre-indoeuropea, así como la de casi toda la Rusia oriental. Hacia el sur, al este del Don, y sobre todo a partir del Dniper, se extendía una región más húmeda, habitada por tribus nómadas o semi-nómadas, primeramente de raza mediterránea o irania y más tarde por tribus uralo-altaicas. Aquellas que hablaban diferentes lenguas de tipo aglutinante más o menos emparentadas.
Hacia el oeste y el noroeste, los eslavos estarían separados por los pueblos bálticos y también por tribus de origen germánico.
Todavía a comienzos de nuestra era, los eslavos no habrían sobrepasado el Vístula medio ni el norte de los Cárpatos y no ocuparían (incluyendo las dos terceras partes de Polonia) más que una pequeña parte de la Rusia actual, esto es, menos de medio millón de kilómetros cuadrados. Más de las tres cuartas partes de la zona habitable de Rusia eran entonces todavía de poblaciones seminómadas.
Una gran parte al norte de los bosques del este se encontraban entonces habitados por tribus nómadas. Lapones y otros, cazadores de renos. Fineses y más raramente nórdicos ocupaban el sur de los territorios que todavía no habían sido conquistados por los eslavos, confinados entonces en la actual Polonia, el noroeste de Ucrania, en la Volinia y en la Rusia Blanca. La mayoría de la Rusia de hoy en día estaba entonces habitada por tribus ugro-finesas de un nivel de civilización muy bajo.
Este, relativamente exiguo hábitat de poblamiento de los pueblos eslavos, todavía a comienzos de la era cristiana, se explica, en parte, por causas naturales. El norte de Alemania así como gran parte de Rusia no fueron realmente habitables hasta épocas más tardías. Los glaciares y las tundras cubrían buena parte de Polonia, Rusia hasta Kiev hasta unirse hacia el este a los glaciares de los Urales.
Mucho tiempo más tarde, después de la retirada de los glaciares, los bosques que habían sido remplazados por la tundra resultaban todavía poco hospitalarios. Los eslavos dejaron a tribus de otras razas, más rudas y miserables instalarse en aquellas zonas
Una primera fuente de información necesaria para el conocimiento del origen racial de los eslavos nos lo proporciona las descripciones que hacen de ellos los autores antiguos y estas deberían ser suficientes para establecer el tipo físico de los eslavos. Herodoto habló de los Budini como tipos grandes, claros y de ojos azules, pueblo que como hemos visto habitaba en un lugar a unos cientos de kilómetros al norte del Mar Negro, sin duda una región situada al oeste de Kiev.
Procopio, en su De Bello Gotico, III; los describe como hombres grandes de talla, de complexión fuerte y con los cabellos rubio-rojizos. Teofilacto y todos los otros escritores bizantinos más tardíos que han hecho alusión al tipo físico de los eslavos los han descrito también de manera concordante como hombres de gran talla y complexión clara. También los escritores árabes de la Alta Edad Media, hablan de ellos como hombres altos y rubios.
En el siglo pasado se podía decir que si bien los polacos y los rusos eran a menudo rubios, lo eran, en general de talla media o pequeña aunque hoy en día y debido a factores nutricionales la talla media de polacos y rusos ha aumentado en gran medida acercándose a los valores de las poblaciones de los países nórdicos aunque bien es cierto que los valores de índice cefálico y facial son distintos. También es cierto que los habitantes actuales de la antigua Yugoslavia si bien son de alta estatura, como lo eran en el siglo pasado, son en general morenos y podríamos decir que más altos cuando más morenos son, indicando una tipología racial de tipo dinárico.
Pero, además de todas las descripciones concordantes acerca del aspecto físico externo de los eslavos hechas en diferentes épocas por los escritores de diferentes orígenes, tenemos el testimonio todavía más preciso que nos dan los esqueletos y restos antropológicos de los antiguos eslavos, cuyo examen nos provee de la prueba más concluyente del carácter nórdico de estos pueblos.
El origen de la formación de la nacionalidad rusa se remonta al siglo I ac, cuando tribus eslavas se establecen en las tierras del Volga y Dniepr, mezclándose con la población autóctona fino-ugora. Simultáneamente otra ola de colonización ocupó la peninsula Balcánica y Dunay. Asi se forman durante los S.VII–IX las diferencias entre los eslavos orientales (rusos), eslavos occidentales y eslavos meridionales. Durante los siglos IX–XI se forma el territorio del estado Ruso antiguo, que ocupa el espacio desde el Visla hasta el Cáucaso, desde el río Dunay hasta el golfo Finlandés y el lago Ládoga. La evolución de la lengua y cultura rusa llevaron a su separación, dando lugar a la nacionalidad ucraniana y bielorusa. La nacionalidad rusa se siguió formando en las provincias de Novgorod, Suzdal, Pskov, Smolensk, Vladimir y otros sitios nor-orientales.
En los siglos XIV–XV durante la lucha contra los tártaro-mongoles el centro político y económico fue la provincia de Vladimir–Suzdal. Alrededor de estas tierras se formó el estado Ruso con centro en Moscú. Mientras que los antiguos eslavos probablemente presentaban una considerable homogeneidad racial y cultural, los pueblos eslavos modernos se mantienen unidos sobre todo por su afinidad lingüística y por el hecho de poseer raíces comunes. Los innumerables contactos con pueblos muy diversos, ha influido enormemente en el desarrollo social y cultural de los eslavos.
En el transcurso de los siglos IX y X, misioneros griegos iniciaron a los eslavos en el cristianismo. Sin embargo, su evolución religiosa se vio afectada por el cisma de 1054 entre la Iglesia de Oriente y la de Occidente. Los eslavos fueron pronto el centro del enconado enfrentamiento entre la Iglesia católica de Roma y la ortodoxa oriental. El catolicismo y la cultura occidental triunfaron entre los polacos, eslovacos y checos; sin embargo, más adelante estos últimos se vieron seriamente afectados por la Reforma, y por esta razón, son actualmente el único pueblo eslavo con una gran minoría protestante.
En los Balcanes, los eslovenos y los croatas también se mantuvieron fieles al catolicismo romano y entraron a formar parte del entorno de la civilización centroeuropea. Los serbios, macedonios, búlgaros y la mayoría de los eslavos orientales (bielorrusos, rusos, ucranianos) se afiliaron a la Iglesia ortodoxa, y adoptaron muchos aspectos de la cultura bizantina, incluida una adaptación del alfabeto griego, que constituye lo que se conoce como alfabeto cirílico.
Durante el siglo XIV, los turcos otomanos conquistaron la mayoría del sureste europeo; algunas partes de lo que hoy son Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Croacia, la antigua República Yugoslava de Macedonia, Serbia y Montenegro y Eslovenia estuvieron bajo dominio otomano hasta 1912. Los siglos de dominación turca tuvieron efectos profundos sobre los eslavos balcánicos, muchos de los cuales tuvieron que convertirse al islam. Actualmente, la mayoría de los musulmanes eslavos se hallan en Bosnia y en el sur de Bulgaria.
Aunque los eslavos crearon una serie de reinos medievales entre los siglos IX y XI, gran parte de su historia posterior ha estado marcada por la subyugación a estados extranjeros. Las naciones eslavas actuales son, mayoritariamente, consecuencia de la disolución de los imperios Austro-Húngaro y otomano después de la I Guerra Mundial. A excepción de los checos, los eslavos continuaron siendo pueblos eminentemente agrícolas hasta mediados del siglo XX. Después de la II Guerra Mundial, la mayoría de las naciones eslavas cayeron bajo la esfera de influencia soviética, y sus gobiernos marxistas pusieron en marcha ambiciosos programas de industrialización y urbanización.
A finales de la década 1980 y principios de 1990, con la desaparición de la Unión Soviética, las diferentes naciones del este de Europa comenzaron a establecer gobiernos democráticos independientes. En algunas áreas, sobre todo en la antigua Yugoslavia, esta transición ha generado conflictos entre los eslavos de diferentes grupos nacionales y religiosos.
Resulta bastante obvio que para conocer los orígenes de los pueblos de la Europa del Este haya que hablar de los eslavos y en este sentido seguidamente daremos unas ideas generales de quienes fueron, estos pueblos y a que tipología racial pertenecieron.
Los pueblos eslavos fueron conocidos de manera tardía. Estaba separados de los griegos y de los romanos por los pueblos germánicos, los tracios y por otros pueblos de origen mediterráneo e iranio de las riveras septentrionales del Mar Negro, las primeras referencias que tenemos de un pueblo eslavo, podrían remontarse a las de Herodoto, cuando habla de los Budini, a los que describe como un pueblo de alta estatura, de ojos azules y cabello rubio-rojizo, los cuales habitaban una zona a unos veinte días de marcha al norte del Mar Negro.

Los Hunos

Tras un lento pero inexorable avance desde que partieron de las lejanas tierras del Asia Central, los hunos, llegaron por fin a la frontera de Europa (por aquel entonces) el río Don (llamado Tanais por griegos y romanos). En su camino fueron empujando a uno y otro lado a las diferentes tribus que no aceptaban probablemente someterse, una de estas, la de los alanos (1), termino por dispersarse marchando una gran parte de ellos al otro lado del Tanais, deteniendo su migración en el momento en que, seguramente, se toparon en su camino con los todopoderosos godos, encerrándose así involuntariamente entre estos y los hunos.

Resto de Europa - Geografía Humana

Parece ser que, en principio, no podían (o tenían) intención los hunos de cruzar el caudaloso río que les separaba de la desconocida Europa. Según la historia transmitida se debió a la casualidad el hecho de que unos cazadores hunos encontrasen un vado por el que poder atravesar a pie la laguna, posiblemente cerca de la desembocadura del Don, en algún área pantanosa. Lo cierto es que es el momento en que los hunos pusieron pie al otro lado del Tanais, una ola de destrucción se cuenta que barrió todo el espacio comprendido entre el río y el territorio de los alanos. Estos resistieron fieramente, a decir de los clásicos, e hizo falta a los invasores llevar tres duras guerras adelante hasta poder acabar sometiendo, por agotamiento, a esta indómita nación.
Domeñados los alanos, y sumados ahora a los hunos, quedaban frente a los poderosos ostrogodos. Por aquellos días era el anciano Hermanerico el rey de esta nación. Bajo su gobierno el poder de los godos se había extendido tanto que abarcaba una amplia extensión de territorio entre el Mar Báltico y el Mar Negro, manteniendo sometidas a su poder un gran número de tribus eslavas y germanas.
Según cuenta Amiano, era tal el terror que precedía al avance de las hordas de los hunos que prefirió suicidarse antes de afrontar lo que el destino le deparaba, bien es cierto que es sabido que el rey era ya anciano y, además, adolecía de una grave dolencia a causa de una herida de guerra. El cansancio sin duda ya había hecho presa en él y no estaba precisamente como para dirigir una guerra a muerte con tan fieros enemigos. Todo parece indicar (Jordanes) que tras estos primeros impases, con fieros combates contra los ejércitos alanos y, posteriormente, hunos, los ostrogodos optaron por ceder parte de su soberanía y quedaron ligados a los hunos por algún tipo de vasallaje.
Gran parte de los pueblos sobre los que otrohora se enseñoreaban ganaron así su libertad. Los hunos son un pueblo de pastores nómadas que invadieron la Europa del SE hacia el 370 y crearon un enorme imperio en los ochenta años siguientes. (Los heftalitas que invadieron Irán e India en los siglos V y VI y los hiung-nu que acosaron anteriormente China son a veces identificados como hunos, lo que no es del todo seguro). Quizá sean el pueblo llamado en chino xun (los griegos los llamaron jounoi), quizá parte de los hiung-nu mencionados por las fuentes chinas, de familia turca y escritura rúnica. Cruzaron el Volga después del 350, cayeron sobre los alanos (entre el Volga y el Don), ostrogodos (entre el Don y el Dniéster) y visigodos (Dacia) y forzaron el limes romano del Danubio.
Amiano Marcelino (fl. 395) los describe como pastores sin casas ni reyes, dirigidos por jefes de grupo (primates), aparentemente sin un caudillo general aún en el s. IV. Excelentes jinetes arqueros, veloces y decididos, de táctica impredecible, extendieron el miedo por el Imperio. Pactaron con Roma en contra de los germanos de Europa Central y, hacia el 432, tenían un caudillo principal, Rua o Rugila, a cuya muerte (434) le sucedieron sus sobrinos Bleda y Atila (Átila), corregnantes que pactaron con el Imperio de Oriente en Margus (hoy Pozarevac) la duplicación de los subsidios pagados a Rugila.
Átila, flagellum Dei, rey de los hunos (434-453) es el Etzel de la leyenda de los Nibelungos y el Atli de las sagas islandesas. Dominadores de un extenso territorio, desde el Báltico a los Alpes hasta cerca del Caspio, habían de recibir de Constantinopla 700 libras de oro anuales (un 300 k). No se sabe nada concreto sobre Atila entre 435 y 439 ni tampoco que el Imperio le pagase lo prometido. En 441, cuando las tropas romanas estaban actuando en el limes tanto oriental como occidental, atacó fuertemente el Danubio oriental, tomando y saqueando muchas ciudades, incluida Singidunum (Belgrado).
Constantinopla logró una tregua para el 442 y trajo tropas del Oeste; pero en 443 Atila volvió a atacar: tomó ciudades en el río y se dirigió al interior hacia Naiso (Nis) y Sérdica (Sofía), que fueron destruidas. Camino de Constantinopla, tomó Filipópolis, derrotó a los romanos en todas las batallas y cercó la capital imperial, que no podía tomar con sus arqueros. Puso rumbo a Galípolis, donde estaban refugiadas las últimas tropas imperiales, y las deshizo. Impuso una paz que incluía el pago de los atrasos y su mora (6.000 libras de oro, unos 1.800 k) y la triplicación del tributo anual (2.100 libras por año, unos 650 k). Hacia 445 mató a su hermano mayor, Bleda, y se convirtió en autócrata. Atacó de nuevo en 447, más al E (Escitia y Mesia) que la vez anterior y derrotó a los romanos en el río Uto (Vid), pero con un alto costo en hombres. Devastó los Balcanes y Grecia hasta las Termópilas y en los años siguientes se mantuvo una especie de hostilidad latente entre Atila y Teodosio II, como narra Prisco de Panio (fragmentos de su Historia), que lo visitó en Valaquia, junto a los embajadores romanos del 449. Se concluyó una paz más onerosa para el Imperio que la del 443: el Imperio había de evacuar una ancha franja suddanubiana y grandes tributos cuya cuantía no precisan las fuentes.
Atila entró en la Galia en 451, aparentemente contra los visigodos del reino de Tolosa, que no mantenían contenciosos con Valentiniano III ni con Aecio, con quien Atila estaba en buenas relaciones. Se sabe que, en 450, Honoria, hermana del emperador, le envió su anillo y la petición de que la librase de un matrimonio al que se la obligaba.
Atila reclamó a Honoria como esposa y pidió la Galia como dote. Aecio y Teodorico I pactaron una actuación conjunta. Atila intentó ocupar Aurelianum (Orleans), pero los romano-godos se lo impidieron en el último momento. La batalla se dio en campo abierto, en los Campos Cataláunicos (o, en otras fuentes, Mauriacos), de situación desconocida. Teodorico murió, pero Atila, vencido por primera y única vez, hubo de retirarse.
En 452 Atila pasó a Italia y saqueó Aquilea, Padua, Verona, Brescia, Bérgamo y Milán, sin que Aecio pudiera detenerlo. La hambruna y la peste los sacaron de Italia. El nuevo emperador de Oriente, Marciano, interrumpió el pago de subsidios pactado por Teodosio II y Atila iba a atacarle cuando murió en el viaje, durante el sueño. Quemado en una fastuosa pira con su tesoro personal, quienes dispusieron el funeral fueron muertos para que nadie pudiera localizar la tumba. Le sucedieron sus hijos que, reñidos entre sí, perdieron casi inmediatamente el poder huno.
Prisco, que conoció a Atila en 448-449, lo describe como bajo, robusto, de gran cabeza, ojos hundidos, nariz chata, barba rala y de costumbres austeras. Irritable e irascible, era un tenaz negociador y no tan inmisericorde como se dice. Los hunos poseían oro abundante, por los pillajes, los subsidios romanos y la venta de prisioneros, y el poder económico alteró su naturaleza política. La monarquía se hizo hereditaria y el rey tuvo carácter autocrático: sus delegados personales se ocupaban del gobierno y las exacciones en especie y moneda sobre los territorios y pueblos sujetos a los hunos. No hubo estructuras complejas y, a la muerte de Atila, las revueltas internas facilitaron la derrota huna (455) frente a una coalición de gépidos, ostrogodos, hérulos y otros pueblos en Panonia (río Nedao, sin identificar) que terminó con los hunos como potencia.

En los últimos tiempos del Imperio Romano, cuando una sociedad otrora virtuosa y luz del mundo estaba cayéndose a pedazos víctima de sus propios vicios y errores de los cada vez más incapaces emperadores que la gobernaban, emergió desde las estepas del noreste de Europa la más terrible amenaza para el cristianismo: Atila el huno, un rey que a diferencia de sus antecesores tenía esa clase de ambición desmedida que caracteriza a los gobernantes que han dejado una estela imborrable de crueldad y ferocidad guerrera en el corto tiempo que prácticamente tuvieron el poder del mundo en sus manos.
En aquellos tiempos el imperio romano se hallaba dividido (para una mejor administración) en occidente y oriente, el rey huno no quiso continuar cobrándole tributo a los romanos de oriente e inició una campaña destinada a apoderarse de todo el imperio, gracias al empuje de los 60.000 jinetes hunos (su mejor tropa) que lo seguía más una multitud de mercenarios asiáticos de diferentes procedencias, comenzó a conquistar ciudades sin oposición seria de ningún gobernante, es más muchos de ellos comenzaron a rendirse sin luchar y los pocos que se resistían eran masacrados cruelmente por la jauría de guerreros que comandaba.
La capital del imperio de Oriente en aquel tiempo era la ciudad fortificada de Constantinopla, con muros dobles que hacían casi imposible tomarla, sin embargo Atila al llegar a las puertas de la ciudad comenzó a ejercer un bloqueo de suministros que no le funcionó porque los afligidos ciudadanos tenían salida por mar donde recibían alimentos y hombres armados. Los hunos deberían intentar entonces un asedio por mar, por donde definitivamente no tenían ventaja alguna; visto esto la impaciencia de Atila pronto jugó a favor de Constantinopla y abandonó el asedio movido por extrañas noticias que acababan de llegarle desde occidente: la princesa Honoria (seguramente una loca a causa de los continuos matrimonios entre parientes) le había pedido se case con ella y por consiguiente herede todo el imperio romano de occidente, al reclamarlo inmediatamente por medios diplomáticos recibió una lógica negativa y entonces se inició la gran campaña destinada a tomarla por la fuerza.
Según cronistas de la época se dice que mas de 300.000 soldados componían aquel gigantesco ejército, la mayoría de los cuales eran pobres gentes de los pueblos conquistados obligadas a luchar del lado del huno so pena de morir de la más horrible forma.
El plan de Atila consistía en partir desde Panionia (actual Austria) y entrar al imperio por la Galia (actual Francia), aquella masa de soldados sedienta de sangre y oro arrolló cualquier atisbo de resistencia sobre todo del reino de Borgoña donde muchos guerreros rindieron valientemente la vida en batallas desiguales que han quedado registradas en la famosa Canción de los Nibelungos, a la que tantos compositores clásicos le han hecho arreglos musicales. Dentro de los reinos que se rindieron sin luchar se cuentan los Ostrogodos que ofrecieron casi la totalidad de sus ejércitos para ayudar a Atila a barrer del mapa cualquier cimiento de cultura cristiana, para ese entonces las fuerzas del huno ascendían casi a 600.000 hombres cifra impresionante por número, pero como dijo el gran Julio César “prefiero tener 10.000 hombres bien entrenados a 100.000 que no diferencian entre amigos y enemigos”, premisa que se haría muy importante más adelante. Atila embriagado por sus éxitos lanzó un ataque mal organizado sobre París de donde fue heroicamente rechazado, la eterna impaciencia e impulsividad del huno lo convenció de abandonar este objetivo y lanzarse hacia el sur.
Entonces es cuando sucede un gran punto de inflexión, los romanos habían realizado para estas épocas una gran leva (reclutamiento) para formar un ejército capaz de defender Italia y por otra parte los godos que ocupaban Hispania (actual España) estaban muy preocupados por la seria posibilidad de ser conquistados (y arrasados) por los hunos; ambas situaciones fueron unidas por el gran general romano Flavio Aecio, que observando las serias posibilidades de que el cristianismo sea completamente conquistado ideó el siguiente plan: la horda huna debía ser detenida antes de ingresar a Italia o Hispania, y el ejército encargado de realizar esta proeza sería una combinación visigoda-romana que libraría una sola batalla decisiva en un punto estratégicamente escogido.
Para poner en marcha este plan se dirigió personalmente a visitar al rey visigodo Teodorico, con el cual no se encontraban en muy cordiales relaciones los romanos, sin embargo el temor a Atila hizo que se aceptará rápidamente el plan y comenzaron los visigodos una gran leva general donde casi todo hombre sano formó un ejército de 250.000 reclutas. Además posteriormente el rey de los alános otra tribu temerosa de los hunos se comprometió a pelear por el lado cristiano, esta inclusión de última hora casi hace salirse a los visigodos de la alianza ya que los alános tenían fama de mercenarios de dudoso honor.
Finalmente primó la cordura y se conformó un ejército conjunto de 400.000 hombres dispuestos a luchar hasta la muerte por evitar que Atila pasará hacia el sur, al rey huno estas noticias le parecieron una señal divina de que llegaba su gran momento y de inmediato partió a enfrentárseles. El astuto Flavio Aecio había ordenado quemar cuanta fresa silvestre pudieran coger los hunos en su camino y además envenenar cada pozo existente en la zona, todo lo anterior hizo que la inmensa masa de confederados hunos llegarán algo faltos de suministros a la batalla (mucho de ellos sin comer en días) que tuvo lugar en Chalons (actual Francia) en una gran extensión de terreno verde conocida como los campos cataláunicos, en aquel campo existía un riachuelo que estaba justo en medio de ambos ejércitos y que pronto cambiaría a color rojo con la sangre de los muchos soldados caídos en batalla.

Momentos previos a la batalla.

Los hunos tenían mucha confianza en las predicciones de sus chamanes previas al combate, entonces Atila y su círculo inmediato de generales se reunieron en una tienda para escuchar esotéricos comentarios del futuro, luego de lanzar huesos de oveja y leer las formas que representan al caer, se predijo que ese día que Atila tendría la única derrota que contaría sus carrera, pero que en el bando contrario sería muerto su principal líder.
Luego de discutir brevemente con su general más cercano Orestes, decidió entablar combate sin importar las consecuencias. Que se hubiera dicho si el orgulloso huno hubiera dado media vuelta con ¡600.000! hombres para salvarse del destino que impasible le esperaba, bueno eso para un hombre como Atila definitivamente no estaba permitido. El rey huno entonces dirigiéndose principalmente a sus guerreros hunos les arengó asegurándoles que aquel soldado que mostrara temor en batalla sería brutalmente castigado y su cuerpo sería devuelto en partes a su familia, esta amenaza fue aclamada por la multitud de 600.000 guerreros que ardían en deseos de combate.
Por el lado romano habían acaloradas discusiones entre visigodos y romanos por la muy probable traición que podrían afrontar por parte de los alános, entonces se optó por una solución salomónica quedarían los alános en el medio de las formaciones romanas y visigodas para asegurarse que cualquier intento de traición no cuente con ventaja estratégica alguna.
Luego de zanjada esa discusión Flavio Aecio se dirigió hacia las otrora gloriosas legiones pero que hoy darían la última gran batalla que el mundo pudo presenciar, así les hablo: “Legionarios, ustedes son la última esperanza para un imperio que ha iluminado al mundo por más de 500 años, no dejéis que la barbarie llegue a conquistar nuestra sagrada ciudad, yo les prometo que moriré en este campo antes de verme derrotado, ¡Luchad por la grandiosa Roma de la que sois los últimos soldados valientes!!!. Por otro lado Teodorico alentaba a las tropas pidiéndoles que hagan el último esfuerzo por salvar sus tierras y familias de la devastación.

La Batalla de los Campos Cataláunicos.
La batalla.

Las fuerza visigodas-romanas tenían una leve ventaja estratégica lograda por Aecio, habían logrado el control de las zonas altas y podían de ese modo minimizar el impacto de una carga de 100.000 jinetes hunos, además el terreno había sido preparado lo suficiente para evitar que los caballos maniobraran con facilidad. Por supuesto Atila comenzó la carga con 50.000 infantes de los pueblos conquistados que tenían por único objetivo ablandar las posiciones para una carga mayor de caballería. Las fuerzas se habían ordenado de la siguiente manera: a la izquierda los visigodos al mando de Teodorico compuesto casi íntegramente por infantería, en el centro el ejército aláno compuesto en su gran mayoría por arqueros a pie, y en el lado derecho las legiones al mando de Aecio y un regimiento de caballería al mando del heroico Valorus.
La carga fue dirigida hacia los romanos que aguantaron firmes en sus posiciones, Aecio mando a reforzar las líneas preocupado por la próxima carga que sería mucho peor. Con lo que quedaba de la primera carga que volvían más el grueso de la caballería ostrogoda Atila ordenó cargar al centro y al flanco izquierdo de los visigodos, como era la mayoría infantes pensó muy fácil atravesar sus líneas con 30.000 jinetes, así mismo colocó a los hunos en posición para una carga frontal contra los romanos.
Se pusieron entonces en movimiento 300.000 hombres para un carga total sobre la altura, al empezar el ataque la mayoría de los jinetes se vio obligada a desmontar debido a que mucho caballos se quebraron las piernas por la infinidad de trampas en el terreno, al ver eso Atila dudó un momento pero finalmente decidió lanzar a toda su caballería desmontada, esto es un error táctico porque es obvio que por lo menos un 50% de sus jinetes no eran hábiles peleando contra infantería especializada.
La carga de los ostrogodos y aliados sobre los visigodos y alános fue terrible, el rey Teodorico peleaba en primera línea contra las incesante oleadas de soldados, entonces su gran heroísmo le costo caro una misteriosa flecha le atravesó por la espalda (raro porque estaba peleando de frente) y lo mató casi el instante, que la flecha haya sido disparada por sus propios soldados da para muchas especulaciones. En ese momento la defensa había sido virtualmente desecha pero su hijo Thoresmund recogió el cadáver de su padre y dirigiéndose a toda la reserva que aun no había entrado en acción fue coronado rey sucesor apuradamente y dirigió el mismo una carga general con todo lo que tenía.
Por el lado de los romanos Aecio intercambiaba aciertos y errores principalmente por su ignorancia de la situación que acaecía con respecto a sus aliados, no existe pruebas concretas pero muchos aseguraron que Aecio y Thoresmund tenían preparado aquel ardid que acabaría con un nuevo rey coronado en plena batalla. Atila por otra parte creyéndose ganador mando una carga de ayuda lanzada con las reservas que aún conservaba, al ver Aecio venir aquella masa auxiliar creyó perdida la batalla y ordenó una carga de caballería al mando de Valorus, y el mismo tomó a toda la reserva y la dirigió al combate.
El combate entonces tuvo esa pequeña variable que puede cambiar el curso de la historia: lo alános se habían crecido en la refriega y habían ganado una altura desde la que disparaban una lluvia de flechas sobre los hunos que trataban de subir a la colina esto hizo que las fuerza romanas y visigodas tomarán más fuerza y masacraran a los que quedaron en medio.
Atila al presenciar esto supo que la suerte estaba echada y ordenó una retirada general, un tanto sorprendidas las tropas visigodas-romanas iniciaron una desordenada persecución que se encargó personalmente Aecio de controlar. ¿Las razones? según muchos cronistas el general romano no quiso que a los Visigodos se les inflara el orgullo militar y decidieran tras esta batalla invadir Roma, entonces le “perdonó” la vida a Atila decisión de la que más tarde debió arrepentirse mucho (cuando al cabo de un año Atila invadió Italia).
Por el lado de los hunos Atila había tomado la decisión de suicidarse en vez de correr el riesgo de ser capturado y además había dispuesto una gigantesca pira para que su cuerpo sea quemado y sus enemigos no hagan escarnio de él. Al final esta situación no llegó a darse porque nadie lo persiguió y el huno pudo perfectamente volver a sus dominios dejando tras sí pérdidas humanas de 120.000 muertos aproximadamente.

Consecuencias.

En la batalla de los campos cataláunicos se calcula murieron 200.000, en su gran mayoría estos fueron godos de ambas clases ya que la mayoría de los hunos integrantes del ejército de Atila sobrevivieron porque disponían de sus rápidos caballos para escapar libres de riesgo. La situación del imperio por tanto no mejoró ya que al cabo de un año volvió Atila esta vez a conquistar directamente Italia con 100.000 jinetes, pero por esas extrañas ocurrencias su encuentro con el papa lo convenció de no atacar directamente Roma y dio media vuelta hacia sus tierras donde al mes murió envenenado por su joven esposa en medio de la celebración de una de sus tantas bodas acabando para siempre con la amenaza huna.
Lamentablemente Aecio no tuvo premio alguno por conseguir esa brillante victoria y luego de la muerte de Atila fue apuñalado en una reunión por el propio emperador (se creía que pretendía el trono) con lo cual se cerró para siempre la gran estela de los generales romanos, si es que cabe mencionarlo los amigos de Aecio encabezados por Valorus vengaron su muerte en un desfile apuñalando al emperador en frente de toda la ciudad, no pudiendo sin embargo frenar la ya por entonces acelerada caída del imperio romano.

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