Roma - Geografía Humana
- Ligures
- Los indoeuropeos
- Los Celtas
- Los Sabinos
- Los latinos
- Reyes latinos
- Los etruscos
Como casi toda Europa, Italia posee también un antiguo poblamiento que dejó importantes legados ya desde épocas prehistóricas. Diferentes culturas y grupos humanos pre-indoeuropeos poblaron la península itálica durante el Paleolítico. Sucesivas invasiones (o entradas de población), acompañadas de adelantos culturales, fueron penetrando con los siglos en la península.
La revolución neolítica, con la domesticación del ganado y la primera agricultura, fue la más importante. Hoy la mayoría de las lenguas del continente europeo (salvo contadas excepciones) poseen este origen indoeuropeo.
Los ligures no eran de origen celta, pese a las influencias que indudablemente recibían de esa cultura, parece que estaban mas emparentados con los iberos que con sus vecinos del norte. Se entendían por la costa hasta Massilia, a la que cíclicamente castigaban con sus incursiones terrestres y, sobre todo, navales, piratería.
Nación guerrera como pocas, aprovechando su ubicación, en plena montaña (desde los Alpes a los Apeninos), se encontraban en una guerra casi perpetua con los romanos, aunque en general sin mucha fortuna o al menos duradera. Fueron calificados por Tito Livio como un pueblo gracias al cual los romanos podían mantenerse militarmente en forma debido a las continuas guerras con las diferentes tribus que configuraban esta nación.
Durante la II Guerra Púnica los ligures apoyaron siempre a los cartagineses proporcionando a la menor ocasión mercenarios a sus filas, de echo, hasta el último momento se alistaron bajo sus banderas, desgraciadamente para Aníbal tanto estos como los celtas no disponían de una organización confederal a través de la cual uniesen sus fuerzas contra el enemigo común, Roma.
Hasta la invasión céltica (siglo VI a. C.) los ligures habitaban un territorio muy amplio que iba más o menos del Ródano al Arno y comprendía una parte del Piamonte, de Provenza, de Lomabrdía y de Emilia, y especialmente la región que todavía se llama Liguria, a más de Córcega, pasada luego a los etruscos.
El nombre de este pueblo ha perdurado hasta nuestros días en la Liguria italiana. A esta gente perteneció toda la Costa Azul y la Riviera. De su lengua sólo conocemos unas cuantas glosas, parte de ellas consideradas indoeuropeas; topónimos y antropónimos.
Tal vez el ligur fue el resultado histórico de uno de los dialectos indoeuropeos de la antigua Europa. Fuese cual fuese su filiación, lo cierto es que los ligures sufrieron una fuerte presión de los celtas y ya en el 14 a.C. fueron sometidos por Augusto.
La lengua ligur era hablada en el siglo III a. C. en la región que hoy corresponde a la Liguria actual, entre los ríos Rórdano y Arno. Su filiación genética no está clara pues el material disponible es muy escaso: topónimos y otras palabras aisladas. Es obvio que no hay que confundir esta lengua con el dialecto de la lengua italiana actual denominado ligur o genovés.
Los “Ligures históricos”, son un pueblo coetáneo de los Romanos asentado en el área del sur de Francia y Noroeste de Italia (Liguria)(Genova), de cuya lengua aunque no ha sido descifrada quedan restos escritos. Sus costumbres eran bien conocidas y fueron descritos por los autores latinos.
En segundo lugar estarían los “Ligures protohistóricos” (entre los cuales estarían los que mantenían relación con Tartessos) a los que por analogía se les puede suponer rasgos culturales similares a los anteriores y que estuvieron asentados en gran parte de la costa de Europa Occidental, pero de los que sin embargo no nos han llegado testimonios directos de historiadores de la antigüedad hasta hoy.
En cualquier caso parece demostrado que todos los Ligures mantenían entre sí relaciones comerciales sostenidas en su unidad cultural y el hecho de poder hablar todos una lengua con tronco común. Los romanos cuando llegaron a la bética pudieron identificar rasgos culturales comunes e incluso un lenguaje residual común a los Ligures del NO italiano que ellos conocían de primera mano.
La familia lingüística indoeuropea es la más grande del mundo, abarcando la mayor parte de los idiomas de Europa, América y de una gran parte de los asiáticos. Incluye los dos gran idiomas del mundo clásico: el latín y el griego; las lenguas germánicas como el inglés, el alemán, el holandés y el sueco; las lenguas romances como el italiano, el francés, el español y el portugués; las lenguas celtas como el galés y el gálico; las lenguas esclavas como el ruso, el polaco y el checo; las lenguas bálticas; las lenguas índicas y varias otras. Dentro del continente europeo, sólo el vasco, el finlandés, el estonio, el húngaro, el turco y algunos idiomas de Rusia no pertenecen a esta familia. Parece que todos los demás han descendido de un solo idioma.
El pueblo indoeuropeo se calcula que vivió en comunidad entre el 5º y 4º milenio a. de C. por Europa Central y las estepas de Siberia. Por su léxico se deduce que desconocían el arte de navegar, y conocían el caballo, el carro, el buey y la vaca. La base de su economía eran la agricultura y la ganadería. Se organizaban en tribus y el padre era el jefe dentro de la familia. El concepto de autoridad no lo conocían y se mostraban partidarios de la democracia.
Físicamente eran altos, rubios, de ojos azules y dolicocéfalos. Su religión era animista, es decir, rendían culto al cielo y a los fenómenos atmosféricos (trueno, rayo, lluvia, etc.).
¿Quiénes fueron los indoeuropeos? ¿Cuándo y donde vivieron? Para contestar a estas preguntas los lingüistas han intentado analizar su idioma. Si, por una parte, asumimos que una palabra similar en la mayoría de los idiomas indoeuropeos modernos significa que un concepto ya existía en el idioma indoeuropeo original, y por otra parte, asumimos que una palabra que varia de idioma a idioma indica que su concepto ha sido creado posteriormente, podemos entonces llegar a ciertas conclusiones tentativas. Estas son que según parece, los indoeuropeos vivían en una región fría del norte, más cercano al bosque que al agua; que criaban animales como ovejas, perros, vacas y caballos; que reconocían al oso y al lobo como animales salvajes y que el único metal que conocían era el cobre.
Se cree que la civilización indoeuropea se desarrolló en Europa del Este alrededor de 3000a.c. Se desintegró unos 500 años mas tarde; la gente abandonó su tierra materna e inmigró hacia Grecia, Italia y llegó a su tope Norte en las islas británicas. Otro grupo fue hacia Rusia, mientras que otro atravesó Irán y Afganistán llegando hasta la India. Dondequiera que se establecieran los indoeuropeos, conquistaron la población nativa e impusieron su idioma. Debieron ser una raza muy poderosa.
Más de cincuenta idiomas pertenecen a la familia indoeuropea. El número total de hablantes es de alrededor de 2250 millones, casi la mitad de la población humana. La lista siguiente compara cuatro palabras en varias de las lenguas indoeuropeas y unas no indoeuropeas.
Historia de su instalación.
1000. Bronce Atlántico o Final. Los indoeuropeos llamados Alteuropäisch se extienden por la mayor parte de la Península Ibérica.
800. Comienza a difundirse la metalurgia del hierro por Europa Occidental, formándose la primera cultura identificable claramente con los celtas, llamada Hallstatt, por ser el primer lugar donde se descubrió.
600. El Periplo de Avieno, basado en viejas noticias fenicias y griegas, habla de los más antiguos pueblos de Hispania: Beribraces en las montañas del Este, Iberos en la costa al pie de esas montañas, Saefes en el interior y las costas atlánticas, Célticos, Cempsios y Cynetes en el Suroeste y Draganos en el Norte.. Los romanos ya no conocieron a los Saefes y Draganos, pero seguían existiendo los Célticos, Cempsios, Beribraces, Iberos y Cynetes-Conios.
500. La cultura hallstáttica se extiende por Britania, la mayor parte de Hispania, las Galias, Norte de Italia, Sur y Oeste de Germania y el Danubio hasta el Mar Negro. La evolución de Hallstatt desemboca en la cultura de La Tène, el primer yacimiento conocido.
450. Herodoto sitúa a los celtas desde Hispania hasta la desembocadura del Danubio.
400. Nuevos grupos célticos cruzan los Alpes y junto con los del Po lanzan ataques por el resto de Italia.
390. Los celtas vencen en el río Alia y saquean Roma. Ante las quejas por el elevado rescate, Brennos, jefe de la expedición pronuncia su famosa frase: ¡Uae uictis!. Poco después los vencidos serán, una y otra vez, los celtas.
368. Mercenarios galos y celtas hispanos luchan en el ejército de Siracusa. 360-348. Nuevas incursiones celtas refrescan el metus Gallicus en Roma.
Trabajaban también el oro, que utilizaban tanto como adornos en alhajas, broches y fíbulas, como formando parte de sus atributos de guerra, cascos y el collar que distinguía al guerrero.
La mujer celta, a diferencia de sus coetáneas griegas y romanas peleaba en la batalla a la par del hombre, manejando diestramente la lanza y la espada. La lengua celta es de origen indoeuropeo, y desde el punto de visto geográfico e histórico se divide en dos ramas.
El celta continental estaba representado exclusivamente por el galo, y desapareció completamente de Galia. La región donde era hablado- cuando los romanos conquistaron e impusieron el latín. El celta insular se subdividía en inglés/británico (que incluye bretón, hablado en Bretaña, córnico y galés) y gaélico, que cubre las variantes de irlandés, gaélico-escocés y manés (dialecto de la Isla de Man). La escasez de fuentes también ha entorpecido el estudio de la mitología y la religión celtas.
Los relatos contados por historiadores griegos como Herodoto, Hecataeo y Diodoro (siglo V a.C.), y por escritores romanos como Julio César, Tito Livio y Estrabón (siglo I a.C.) son una fuente de información adicional.
Desde el punto de vista histórico, los celtas aparecen por primera vez alrededor del siglo V a.C. Al parecer su lugar de origen fue la actual Alemania, desde la cual hacia el siglo IX a.C., comenzaron a invadir las Galias, en oleadas continuas que no cesaron hasta el siglo II a.C. En el siglo VI a.C. atravesaron los Pirineos, instalándose en la Península Ibérica; en el IV llegaron hasta Italia, donde se apoderaron de Roma. Por el oeste, asolaron Hungría, llegaron hasta Grecia y cruzaron el Bósforo hasta el Asia Menor. Ocuparon además los territorios actuales de las Islas Británicas, Escocia, e Irlanda. El nombre de los celtas
Los antiguos escritores griegos que nos han dejado noticias sobre los celtas han empleado el nombre KELTOI, que luego en latín, se denominaría Celtae, como una denominación étnica general que se aplica a pueblos considerables y muy distanciados. A comienzos del siglo III aparece por primera vez un nombre nuevo, el de GALATAS. Es probable que el nombre de GALLI empezase a competir con el viejo nombre de celtas entre los italianos en la misma época. Los nombres de gálatas y galli se presentan como designaciones generales y no son nombres generalizados de pequeños grupos de celtas. Estas diversas designaciones han sido empleadas en competencia. En conclusión estos nombres derivan de los mismos celtas.
Los sabinos eran un pueblo que habitaban entre el Tíber y los Apeninos, al este de Roma. Por aquel entonces, Roma ya se había expandido del Monte Palatino al Capitolino y al Quirinal. Nos dice la leyenda que habiendo enviado Roma embajadas a los diferentes pueblos de la región, ninguno de ellos quiso emparentar con los romanos y estaba claro que de continuar las cosas así el pueblo desaparecería, pues no podían asegurar su descendencia. Así las cosas, se decidió efectuar unos juegos en honor de algún dios y se invitó a los pueblos de la región. En algún momento, los romanos se apoderaron de las mujeres sabinas por la fuerza y los sabinos se marcharon, indignados por lo que consideraron una falta total de hospitalidad y vergüenza. Los pueblos más próximos al Lacio y con los que Roma mantendrá en primer lugar relaciones, generalmente hostiles, fueron los sabinos, los hérnicos, los volscos y los ecuos
Los sabinos, contiguos al Lacio, tuvieron una estrecha relación con la Roma primitiva. La tradición presenta a tres reyes de Roma como de origen sabino: Tito Tacio, Numa Pompilio y Anco Marcio.
Reinado de Numa Pompilio (714-672 a.C.).Numa Pomlillo. Según la tradición, el Senado eligió como sucesor de Rómulo al sabino Numa, hombre sabio y piadoso.
A Numa se le atribuye la organización de la primitiva religión romana: regulación del culto, de los ritos adivinatorios y de las funciones de los sacerdotes y colegios (pontifex, flámines, feciales). Con la reforma de Numa Pompilio el año pasará a tener 355 días. Los meses de marzo, mayo, julio y octubre tenían 31 días; febrero 28, y los restantes 29. En el año 153 a. de C., enero pasó a ser el primer mes del año. Estos mitos eran creencias religiosas romanas que siguieron siendo estrictamente romanas, pues no tenían equivalentes griegos. Uno de ellos se refiere al dios Jano, cuyo culto se suponía que había sido establecido por Numa Pompilio.
Jano era el dios de las puertas, lo cual es más importante de lo que parece a primera vista, pues las puertas simbolizan las entradas y salidas y, por ende, los comienzos y fines.
El mes de enero, con el que comienza el año, recibió ese nombre en su honor, y el guardián de las puertas de un edificio -y también de sus otras partes- era un “janitor” (portero). Habitualmente, Jano era representado con dos rostros: uno que hacia el fin de las cosas y el otro hacia el comienzo. Sus santuarios consistían en arcos por los que se podía entrar o salir.
Reinado de Anco Marcio (640-616 a.C) Anco Marcio extendió el dominio de Roma hasta el mar, fundando en la desembocadura del Tíber el puerto de Ostia. También bajo su reinado se construyó el pons Sublicius, el primer puente sobre el Tíber. Tras la muerte de Anco Marcio llegó a Roma una dinastía de origen etrusco. Anco era un hombre tranquilo y pacífico. Durante su reinado se dedicó a fortalecer el estado y llevo a cabo numerosas obras .Hizo un puente para comunicar ambas orillas del río Tiber, agrandó la ciudad hasta la costa y logró que el puerto de Ostia se convirtiera en un importante centro para el comercio de sal, que era un elemento muy apreciado en ese entonces.
Su reinado está muy ligado a otro personaje de la época llamado Lúcuno. Lúcuno había nacido en la ciudad de Tarquina y su esposa se llamaba Tarquinil.
Hasta Rieti, que era una aldea situada en el centro del territorio sabino, llegaba la vía Salaria que desde Campania pasaba por Roma. La actividad económica primordial en la Sabina era la ganadería.
La discusión sobre la presencia de sabinos en la Roma primitiva ha oscilado entre los que mantienen la existencia de un dualismo latino-sabino, hasta los que han borrado toda presencia sabina destacable en Roma hasta la llegada de Attus Clausus, a comienzos de la República.
Hoy día se admite que ya desde el siglo VIII a.C. hubo grupos de sabinos asentados en Roma atraídos por la importancia de esta ciudad como centro comercial y, sobre todo, como centro redistribuidor de la sal que llegaba hasta la Sabina. Se debe tener en cuenta la importancia de la sal en el mundo antiguo tanto para las personas como para el ganado, la conservación de alimentos, etc. Pero la existencia de sabinos en la Roma primitiva no permite hablar de un origen sabino de ésta.
El universo de la Italia Prerromana es inmenso e involucra a numerosas culturas de las que muy poco sabemos. Desde la Edad del Bronce (3000 a.C.) pueblos de origen desconocido se fueron asentando en la península itálica dando origen a multifacéticas civilizaciones y a las llamadas lenguas itálicas.
Las lenguas itálicas son una subdivisión de las lenguas indoeuropeas, que, entendida en un sentido amplio, es una subfamilia en la que se incluye el latín, sus lenguas derivadas, las lenguas románicas, y algunas otras lenguas que se hablaron en la Italia prelatina. (En un sentido más restrictivo, algunos textos reservan esta denominación para aplicarla únicamente a las lenguas antiguas). Se clasifican en tres grandes ramas, íntimamente relacionadas en cuanto a su sistema fonético, pero claramente diferenciadas en los demás aspectos gramaticales.Es el nombre del antiguo pueblo que habitaba el Lacio cuya lengua era el latín. La antigua Roma fue originalmente una aldea latina; por eso, posteriormente, se utilizó para referirse a los antiguos ciudadanos romanos.
Los latinos se establecieron en la llanura del Lacio dedicados a la agricultura y la ganadería. Sin embargo el acoso de volscos y ecuos les obligó a agruparse en los montes albanos donde fundaron su primera ciudad Alba Longa. En la primera mitad del s. VIII las tribus latinas asentadas junto al Tíber, fueron rodeadas por sabinos y etruscos. Para defender de forma más eficaz su territorio decidieron formar una federación y refugiarse en las siete colinas próximas (Palatino, Aventino, Esquilino, Quirinal, Celio, Viminal y Capitolio El centro de esta federación sería un asentamiento protourbano en el Palatino, Roma, cuya fundación según la tradición se remonta al año 753 a.C.
Su fácil defensa, sus ricas salinas, la posibilidad de comunicaciones a través del río Tíber hasta el mar o hacia el interior y sobre todo el control que ejercía de la principal ruta comercial (ámbar, metales, cereales), explica la importancia estratégica y económica de esta región.
Reinado de Tulio Hostilio (672-640 a.C.) Al pacífico Numa le sucedió el belicoso Tulio Hostilio que extendió el dominio de Roma sobre los montes albanos tras conquistar Alba Longa. Según la tradición, Tulio murió aniquilado por un rayo. Con el tercer rey de Roma, Tulio Hostilio, la tradición entra en un nuevo aspecto. Concluye, según ella, el período de la fundación, y empieza el del desarrollo; ya no es necesario el elemento sobrenatural, y su desaparición pone en luminoso relieve el lado histórico del relato.
La gran obra de Tulio Hostilio es la destrucción de Alba Longa. De acuerdo con la leyenda, Alba Longa fue una ciudad erigida por Ascanio, hijo de Eneas, y floreció a partir de ella un reino pequeño.
Después de unos dos siglos reyes de poca importancia, se disputaron el trono los hermanos Amulio y Numitor, de cuyo enfrentamiento salió vencedor Amulio. La hija de Numitor, Rea Silvia, fue madre de Rómulo y Remo, fundadores de Roma. Alba Longa es famosa por la Leyenda de los Horacios. La leyenda cuenta que los tres hermanos Horacios romanos combatieron a los Curiacios de Alba Longa para determinar que pueblo (Alba Longa o Roma)dominaria al otro. El último de los Horacios y único sobreviviente asesinó a los tres Curiacios heridos obteniendo el triunfo para Roma.
No se sabe que fue de la monarquía albana después de la muerte de Numitor. Cumplido su objeto de unir el fundador de Roma a la dinastía de Alba, la leyenda no se cuida más de los reyes de esta; y cuando la ciudad vuelve a entrar bajo su dominio, le da por cabeza a un Cluilio, sin condición determinada.
Acaso ese Cluilio no existió, y su invención no es más que un mito etimológico, deducido del nombre de la fosa en cuyas inmediaciones se supuso acampados los dos ejércitos, romano y albano. De este modo se comprende su repentina sustitución en el teatro de la guerra por Mettio Fufecio, a quien se cita como el solo adversario de Hostilio. Acaso fueron también imaginarias, como la de Cluilio, las figuras de los Horacios y Curiacios, hermanos nacidos de madres gemelas; con cuya ficción poética fueron simbolizadas las dos ciudades que fundó la misma dinastía, y las tribus en que sus respectivos pueblos se dividieron.
Mas, prescindiendo de estos ingertos legendarios de la tradición, no puede negarse a su parte substancial cierto valor histórico.
Después del interregno (un año sin rey) el pueblo eligió a Tulio Hostilio como rey de Roma. El abuelo de Tulio Hostilio había sido un compañero de Rómulo, uno de los destacados en la lucha contra los sabinos. Este rey (Tulio Hostilio) es un personaje oscuro en la historia de Roma. Se sabe que fue muy guerrero, tanto o más que el propio fundador Rómulo. Extendió la ciudad de Roma hasta una cuarta colina, llamada el monte Celio. La Curia Hostilia toma su nombre de él, ya que se le atribuye la promoción de dicha construcción.
Quirinus
Dios muy antiguo y típicamente latino, que formó una tríada con Júpiter y Marte; primitivamente era una deidad guerrera y dio su nombre a una de las siete colinas de Roma, el Quirinal, donde tenía su templo.
Ianus
Era el espíritu protector de las puertas y entradas y, por extensión, de los comienzos, por lo que con el nombre de Ianus Matutinus presidía la mañana. También cuidaba los puertos como Portunus. Se le representaba con dos caras, mirando hacia atrás y hacia adelante, al pasado y al futuro, adentro y afuera.
Dioses secundarios
Entre los dioses menores que adoraban los romanos se encontraban: Fontus, guardador de las fuentes; Consus, dios terrestre de la fertilidad, y Vertumnus, que regía la evolución del año de acuerdo con las cosechas. Entre los héroes divinizados destacaron Eneas y su hijo Ascanio, que habían hecho un largo viaje (relatado en la Eneida del poeta Virgilio) desde la destruida Troya a Roma.
Desde tiempos remotos, la sociedad etrusca estuvo dominada por una aristocracia sólidamente aferrada que ejerció un estricto control político, militar, económico y religioso. Hacia el siglo VI a.C. varias ciudades-estado, incluidas Tarquinia y Veyes, dominaban sus regiones geográficas respectivas y enviaban sus colonos a las áreas adyacentes. Algunos de sus líderes, incluidos los semilegendarios reyes etruscos de Roma, como los Tarquinos (Lucio Tarquino Prisco y Lucio Tarquino el Soberbio), quizá alcanzaran su posición porque eran expertos guerreros.
Continuamente aliaban sus ciudades independientes con cualquier otra para obtener ganancias económicas y políticas. Los reyes guerreros también fraguaban lazos económicos a través del matrimonioLos etruscos desarrollaron una amplia red de relaciones comerciales.
Sus tierras eran riquísimas en yacimientos metalíferos, y fueron grandes exportadores de hierro y cobre. Diodoro sostenía que los etruscos no tenían nada en común con los lidios y que si había que buscarles alguna similitud con algún otro pueblo sería con los pelasgos, pueblo asentado en la Grecia del Norte y que perseguidos por los nativos de estas tierras se dispersaron por todo Occidente.
Dionisio de Halicarnaso en el libro I de su “Historia Antigua de Roma” donde plantea el origen de los tirrenos o etruscos, cuenta que los pelasgos expulsados del norte de Grecia poblaron las islas del Egeo (Lesbos, Chios y Creta entre otras) y que más tarde, ocuparon la costa occidental de Italia donde acabaron siendo exterminados por los celtas, en tanto que los etruscos pudieron ser una colonia autóctona del valle del Po.
Pallottino, creador de la etruscología actual, quitándole interés a la búsqueda del origen del pueblo etrusco, vino a decir “…preguntar por el origen de los etruscos es tan extemporáneo como preguntar de dónde vienen los franceses”. Sirva para concluir estas notas sobre la imprecisión del origen del pueblo etrusco recordar la frase de Campigli “el vocablo etrusco es tan atractivo que se emplea para todo lo que se comprende mal”.
Como de casi todas las civilizaciones del Mediterráneo occidental anteriores a Roma, de la civilización etrusca se tienen pocos datos y, además, poco argumentados. Por ello, admitimos que se trata de una cultura que aparece en Italia 1200 años a.C. y que se desarrolla a partir de un arte arcaico. Se trata de un pueblo que se muestra abierto a todas las influencias externas, que se interesa en la posesión e imitación de objetos de arte y que su mayor florecimiento ocurre hacia 650 años a.C., coincidiendo con el período de gobierno de la Dinastía Tarquinia.
El pueblo etrusco se afincó en la Italia Occidental, en el área definida por el Río Arno, por el Tiber y el Mar Tirreno. Es decir en la zona comprendida entre las ciudades que hoy conocemos como Bolonia, Florencia y Pisa por el norte, y Roma y Palestrina por el sur. Es decir, un área que coincidía sensiblemente con la Región Toscana de la Italia actual. La parte oriental de la Península estaba ocupada por otros pueblos latinos (Umbros y Samnitas, entre otros). En la parte sur de Italia y en Sicilia se instalaron los griegos, espacio que como veremos más adelante se denominaba “Magna Grecia”. Ambos pueblos, aunque mantenían relaciones comerciales, se disputaron durante algún tiempo la hegemonía del Mediterráneo. La religión etrusca era fatalista y supersticiosa: el destino humano, se creía, estaba decidido por dioses misteriosos y sobrenaturales. Los fenómenos de la naturaleza expresaban la voluntad divina y debían ser interpretados cuidadosamente para no contradecirla.
Según la leyenda, el joven dios Tages surgió de entre los surcos del campo de cultivo y enseñó a los hombres las artes de la adivinación, que comprendían distintas especialidades: los augures eran los especialistas en la lectura de los signos del aire, los relámpagos y los vuelos de las aves. Los arúspices, por el contrario, examinaban e interpretaban los hígados de animales sacrificados. Por último, mediante la “ostentaria” se interpretaban los eventos prodigiosos, aquellos que parecían salirse del orden coherente del universo y que no podían ser otra cosa que señales divinas.
Hasta nuestros días, ese misterio no ha dejado de intrigar a antropólogos, lingüistas, arqueólogos e historiadores. ¿De dónde provenían? ¿Cómo descifrar su lengua? Múltiples teorías se han esbozado sobre estas cuestiones y todas cuentan con elementos apreciables en qué basarse. Alain Hus las examina detenidamente a partir de los documentos que conocemos: ya sean de los propios etruscos, a través de sus manifestaciones artísticas, vivenciales, que han llegado hasta nosotros, ya sean de sus contemporáneos, pero acaba por reconocer que sigue siendo un pueblo secreto.
La historia de los descubrimientos y depredaciones da motivo a que Hus vaya adentrándose poco a poco por los caminos de la etruscología en un ameno paseo por los campos de la Etruria. Recorre así ciudades y necrópolis y penetra en su historia, tan ligada a la del surgimiento de Roma, civilización que, a la desaparición de la etrusca, inicia su ascenso y su esplendor. Hus examina después cómo las costumbres de los etruscos eran distintas de las grecorromanas, al igual que su religión, para terminar con el examen de las artes así como del legado que el pueblo etrusco dejó a las civilizaciones que lo sucedieron.
El escenario comercial más importante fue siempre el Mediterráneo, donde pugnaban por el control de las rutas con griegos y cartagineses. Uno de los principales logros etruscos contra los griegos fue la batalla de Alalia en el año 535 a.C. Aliados con los cartagineses, los etruscos fueron en teoría derrotados. Sin embargo, los griegos habían perdido tantos barcos que tuvieron que retirarse definitivamente de Córcega.
Los etruscos irrumpen en la historia hacia el 900 a.C., ocupando el territorio conocido actualmente como Toscana (<Tusc-): La liga etrusca de ciudades, estaba limitada por los Apeninos, el Tíber, el Arno y el mar Tirreno.El período de mayor poderío olítico, económico, ideológico se da entre los siglos VIII y VI a.C. Los siguientes siglos suponen un declive progresivo en su influencia, hasta ser completamente integrados en el imperio romanos y su lengua olvidada. La lengua sobrevivió durante cierto tiempo usada como lengua ritual, aunque no tenemos medio saber hasta cuando se preservó como lengua hablada.
Entre los misterios que nos intrigan sobre los estruscos están las razones por las cuales los etruscos no nos dejaron testimonios escritos de su gran civilización más que inscripciones ocasionales y porqué los romanos que conocía bien a los etruscos (Roma llegó a tener varios reyes etruscos! y existen trazas en los numerales latinos de que en Roma se habló alguna vez etrusco) no nos transmitieron nada sobre la literatura etrusca o sulengua, que ciertamente debían hablar algunas familias romanas hasta poco antes de la era cristiana (parece ser que el emperador Claudio escribió sobre la lengua, pero este texto de haber existido no nos ha llegado).
Por lo que sabemos como resulado de las modernas investigaciones sobre el etrusco, se trataría de una lengua aislada (es decir, sin parientes conocidos). Aunque podemos considerar que ciertas lenguas menores como el Rético y sobre todo el Lemnio (testimoniado por una única inscripción en una lengua muy similar al etrusco) son lenguas emparentadas al etrusco, aunque algunos autores el Lemnio es solo un divergente dialecto etrusco y la evidencia del rético es escasa como para hacer afirmaciones generales.
Algunos otros autores han realizado repetidos esfuerzos por ligar el estrusco con las lenguas Indoeuropeas, con lenguas aglutinantes como las urálicas y las altaicas y con diversidad de lenguas caucásicas, sin embargo ninguno de estos trabajos merece por el momento una consideración seria ya que no ofrecen apoyo incontrovertible a ninguna de estas filiaciones.
Etruria no se limitó a la Toscana: durante su expansión ocupó el Lacio, donde Roma era apenas un pueblito. Fundaron muchas ciudades, algunas de las cuales hoy se mantienen (Tarquinia, Arezzo, Peruggia, Orvieto, Viterbo); otras son ruinas cerca de algún centro urbano: en Veies, por ejemplo, cerca de Roma, se levantan los restos de un antiguo templo en cuyas piscinas los enfermos curaban sus dolencias.
La civilización etrusca duró unos pocos siglos, entre el ocho y el tres antes de Cristo. Pero ellos mismos eran fatalistas y “sabían” que su cultura no iba a durar demasiado. Tal vez por eso eran un pueblo que disfrutaba de los placeres, los amores, los festines y los juegos.
Se habían organizado en una confederación de Estados, monárquicos primero y republicanos después. Sus representantes se reunían cada primavera en un santuario federal dedicado a Voltumna, uno de sus dioses. Esas ceremonias parecían festivales, pues además de los ritos religiosos que se cumplían y de las discusiones políticas, se celebraban ferias y concursos de gimnasia y música.
Sus ciudades estaban en manos de una pequeña aristrocracia. La escala social descendía a una numerosa ciudadanía libre y dos categorías de esclavos, unos -los más instruidos- destinados al placer, otros al trabajo.
El griego Hesíodo contaba que los etruscos se jactaban de descender de los hijos de la hechicera Circe y Ulises (Nueva XXX), considerados los primeros reyes tirrenos. Lo cierto es que su magia y su medicina eran bien conocidas: Esquilo llamaba a la Etruria “el país que produce medicamentos” y eran famosos sus establecimientos termales.
Les gustaban los espectáculos gimnásticos, pero no al estilo griego: en todo caso, de ellos proviene el mucho más grosero circo romano. En cambio, amaban el teatro y la música y tenían una cultura muy avanzada y refinada.
A primera vista, su arte parece una copia del grecorromano. Pero no es tan así. La influencia helénica era inevitable, pues griegos y etruscos comerciaron muy intensamente, pero los tirrenos no perdieron su personalidad, más exuberante y sobrecargada que la griega. Les gustaban mucho los objetos utilitarios y pronto aprendieron a trabaja el oro y el marfil. En cuanto a los romanos, prácticamente no hay terreno artístico que no sea deudor del etrusco, desde la arquitectura a la pintura.